Miguel Delibes de Castro es doctor en Ciencias Biológicas, profesor de investigación en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y fue director de la Estación Biológica del Coto de Doñana desde 1988 a 1996. Aprendió a conocer y a «querer a la naturaleza» yendo de caza con su padre, el archiconocido “cazador que escribía”, como ha apuntado en el documental “Evolución. 250 años del Museo Nacional de Ciencias Naturales” que acaba de estrenar la institución y podrá verse en La 2. Otros hijos del maestro Delibes, como Juan y Adolfo, son cazadores después de haber conocido también el campo junto a su progenitor.
En marzo de este año, Delibes de Castro tuvo una comparecencia en el Parlamento andaluz sobre la reforma legislativa propuesta por los grupos parlamentarios del PP-A, Ciudadanos y Vox para ampliar la superficie de regadío en el entorno de Doñana. Al tratar este asunto, el hijo del escritor se ha referido a los agricultores y propietarios del campo actuales en comparación a los de generaciones anteriores y ha mencionado las continuas protestas del mundo rural, como la del 20 de marzo, protagonizada por el sector de la caza.
Delibes hijo sostiene que a su padre no le hubiera gustado la multitudinaria manifestación del 20M Rural y así lo ha expresado tras su comparecencia en el Parlamento de Andalucía para oponerse a la ampliación de los regadíos en el entorno de Doñana. Miguel Delibes de Castro se ha referido a cómo ha cambiado la «identidad» en el campo aludiendo a que la caza de ahora no es la que hacía su padre. «La caza que mi padre defendía es muy minoritaria hoy», ha afirmado.
El biólogo descendiente del escritor mantiene que la caza que se practica ahora «es mucho más artificial». Recuerda el ideal de su padre como el del hombre libre contra pieza libre en un terreno libre. Las perdices «no eran de nadie, cazabas una o dos y volvías contentísimo». Delibes de Castro habla de las piezas libres y dice que ahora «tienes que pagar por entrar y se sueltan las perdices o los conejos que vas a matar». En esta comercialización o industrialización de la caza, Delibes hijo mantiene que soltar las perdices para luego matarlas «no tiene nada que ver con la conservación de la naturaleza. Eso lo podéis hacer en el Santiago Bernabeú. No hace falta una naturaleza bien conservada para cazar», comenta.
La obra del vallisoletano Miguel Delibes ha difundido el mundo rural y la caza por todo el mundo ya que su literatura se ha traducido a múltiples idiomas. Es un referente de la prosa castellana y de la visión cercana y conocedora de la naturaleza. Delibes de Castro dice que su padre no admitiría una confrontación entre conservadores de la naturaleza y cazadores, por lo que «una manifestación que criticara a los ecologistas no le gustaría».
En respuesta a la manifestación del campo que protagonizaron los cazadores de todo el país, Delibes de Castro espera que con sus palabras «no se moleste nadie», porque quiere que «admiren, aprecien y quieran» a su padre, pero «realmente cree» que la manifestación del 20M Rural no le hubiera gustado. Para entender esta postura, Delibes de Castro explica su padre huía de grandes manifestaciones de masas y afirma que «ni siquiera quería firmar grandes manifiestos con mucha gente». La caza de hoy que practican «los que protestan», prosigue el hijo del escritor refiriéndose al 20M Rural, «es una actividad de negocio, no lo que le gustaba a mi padre».
Cuando el periodista le pregunta si la manifestación del 20 de marzo «cristaliza» el descontento del mundo rural. Delibes de Castro responde que «el campo en general está de capa caída» y que la despoblación del mundo rural es algo «muy difícil de frenar», lo que genera un descontento que «es fácil de instrumentalizar y usar políticamente».
Creo que en esas declaraciones hay , como todo en la vida, unas mas acertadas que otras. Hay unas en las que muchos coincidimos o compartimos y otras en las que diferimos.
“Hombre libre y pieza libre” es una máxima que comparto con él en todo su significado y no creo que sea el único. La comercialización de la caza nos ha llenado a una diferenciación casi clasista entre los cazadores. Yo he estado como rehalero en cacerías donde se comía a parte de los monteros. Sin mezclarlos, casi sin vernos.
Esa comercialización queda expresamente representada en las fincas cerradas. Esas donde no importa errar el disparo porque sabes que detrás está la alambrada y volverá la res. Si no una otra. Esos es matar en un corral grande. Organicas que venden con garantias se alejan hasta el otro extremo de aquel otro cazador filosofo que afirmaba que “No es esencial a la caza que sea lograda” Eso no es naturaleza, no es libertad, no es esencia.
Pero creer que es así en su mayoría es un poco pretencioso. Hay caza en los cotos sociales de pueblos o en los pequeños cotos particulares perdidos entre la espesura del monte y de la sierra cuyo nombre solo conocen los lugareños; ciertamente hay que pagar, pero porque así lo imponen las circunstancias: normativa, guardería, comederos, limpieza y todo un largo etc. Es una caza entre amigos que comparten afición y tertulia. Y no es minoritaria, sino que no tiene publicidad por no salir en los videos de las orgánicas, porque no va de resultados sino de momentos. Y de esos cotos hay muchos.Y estuvimos allí el 20 m.
Huir hoy de las manifestaciones es negar la evidencia. Los tiempos cambian y nos adaptamos a las circunstancias. Hay que expresar en las calles los sentimientos cuando nos quieren reprimir. Hoy es la forma. Personalmente también me he alejado siempre de las manifestaciones. Hasta el pasado día 20. Era necesario estar allí y que se nos oyera.
En ningún momento aquella manifestación quiso ser una expresión antiecologista, nunca se planteo como una crítica al ecologísmo. Alli se defendió ese sentimiento de armonía con la naturaleza y el campo. Pero sí se dijo alto y claro que se estábamos en contra de una legislación que ataca frontalmente nuestra afición, hablo como cazador, además del reivindicar el campo y sus tradiciones.
Un campo que está de capa caída sí. Pero terminar una entrevista con un “será difícil de frenar” es conformista y pesimista. Aquella manifestación fue una primera piedra para demostrar que el mundo rural quiere su sitio, que está dispuesto a existir por encima de todo.
Y había que decirlo y se dijo en nombre de todos, pero sin distinción política. El hombre es un ser político, mal que nos pese. Pero ese día no hubo partidos, no hubo siglas electorales aunque algunos haya querido verlas. Hubo banderas blanquiverdes, tricolor, hubo señeras, hubo ikurriñas pero todas iban unidas detrás de una común, una bandera naranja.
Ningún partido puede adueñarse de aquel momento, de aquel sentimiento, de aquel grito, del sonido de aquellas caracolas. La lucha era contra quien nos oprime, quien nos denosta y quiere imponer su ideal sectario.
Y todo esto sin sentimiento de ofensa pero si de contrariedad. Cada cual es libre de expresar su opinión, pero no haber sabido ver lo que había tras la manifestación o lo que hay en la caza lejos de las cámaras y del dinero es propio de un análisis quizá un poco a la ligera .