Si nos encontramos en uno de estos cotos en los que a partir del tercer día no pegamos un tiro, algo estamos haciendo mal. Y la solución, desde luego, no es soltar un cajón de perdices de no se sabe dónde para cazarlas al día siguiente.
Debemos averiguar la causa de ese descenso poblacional y contemplar si podemos compensar la balanza con nuestras acciones o si bien debemos resignarnos a colgar la escopeta hasta la temporada que viene. En la mayoría de ocasiones se trata de o un cúmulo de malas gestiones a lo largo de muchas temporadas o de accidentes puntuales a nivel meteorológico, sanitario o de ambas circunstancias al mismo tiempo. Si se trata del primer supuesto, también nos costará varias temporadas el remontar el vuelo. Si por el contrario es algo puntual, sería tan fácil como despedirnos hasta la próxima temporada y dedicarnos a realizar acciones que apoyen la recuperación de las especies, siempre con el debido asesoramiento.
Si simplemente comprobamos que los resultados son más flojos que otros años, debemos averiguar el porqué y plantearnos posibles soluciones.
Además de los resultados de caza, que siempre que la presión sea similar pueden ser un buen parámetro, es muy positivo el repartir unas tarjetas, tanto para caza menor como para mayor, en las que los cazadores apunten la zona y la especie cazada, así como los ejemplares vistos, tirados y abatidos.