Con esta segunda plaga, en la que los topillos llevan más de un año campando a sus anchas (desde agosto del pasado año), la cosa sigue igual… e irá a peor, motivo éste por el que repetiremos por segunda vez los arados, subsolados, motonivelados, quemas… Todos nos preguntamos: ¿volverá otra vez a echarse el veneno de manera oficial?
Y es que del extraoficial nadie tiene dudas al respecto. Siempre se ha vertido, se está vertiendo y se va a verter. Basta con comprobar que la Biodiversidad se sigue muriendo.
La Junta, denunciada y condenada
La Junta de Castilla y León ha sido denunciada y condenada por su opaca información, viéndose obligada judicialmente a proporcionar los bochornosos datos que ocultaba. Más que papel, la Junta ha hecho un papelón en esta segunda ocasión desde la famosa plaga de 2007. Ha gestionado el asunto basándose en el siguiente dicho: “ni una mala palabra, ni una buena acción… y todo ello con nula información”.
A partir de mediados del mes de marzo pasado se echó veneno sin compasión (144 toneladas), pero la Junta hizo el papelón y se creyó que el ciclo pregonado por los cráneos privilegiados iba a resolver el asunto, y no está resuelto ni se ven vías de solución. Y si no, lean la siguiente noticia que salió publicada recientemente en los medios:
Una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León (TSJ CyL) ha obligado a la Junta de Castilla y León a entregar a la organización ecologista SEO/BirdLife un informe sobre la efectividad del uso de rodenticidas contra el topillo campesino que la Administración regional le negó previamente.
En cuanto a la efectividad del rodenticida, las mismas fuentes han insistido en que este año, a pesar de haberse utilizado “144 toneladas” y de las quemas de cunetas y linderos, “no ha sido posible contener la plaga”, lo que demuestra, a su juicio, la “ineficacia” de las medidas aplicadas por la Junta de Castilla y León, que, en cambio, “ponen en riesgo la conservación del medio natural”.
La Junta no deja de lamentarse y de fiar la solución a la meteorología o a esos ciclos de los que hablaron los sabios una vez finalizó la plaga de 2007. Sabios que ahora permanecen callados y en paradero desconocido.
Varios medios informaron a finales de septiembre que las medidas de control próximas consistirían en la quema de cunetas, lindes y regatos, como mecanismo de limpieza de la cubierta vegetal frente a la plaga de topillos, y desde la Junta defendieron que entonces era la época adecuada.
¿Y qué han solucionado? Nada. ¿Seguimos con la cerilla y la motoniveladora? ¿Echamos más veneno? Lo malo del asunto es que la única solución que maneja la Junta es la del veneno.
Con las soluciones biológicas no quiero ensañarme ni criticar a quienes pretendieron más fortalecer las poblaciones del cernícalo primilla que la erradicación de los topillos. Eso, viendo las siglas, se podía esperar, y mucho más si uno se lee el Anuario 2012 de GREFA. Lo que no puede la Junta es lamentarse después de fiarse de cualquier farsante, y no me refiero al entrañable Alfonso ni a GREFA.
Los ecologistas de buen corazón trabajan por un mundo mejor, pero los gobernantes están obligados a no ser utópicos y sí pragmáticos. A mí también me ha ilusionado e impresionado arrimarme al poste con un cajón arriba (tengo uno en mi jardín) y escuchar el zumbido de las crías de lechuza. Cómo no. Pero me duele más ver rapaces muertas o enfermas por el campo.
La Junta ha vuelto a caer en el error de la pirotecnia informativa a través de los medios generalistas, para quienes los ingresos por publicidad institucional son de una importancia vital.
La Junta no ha desmentido que los topillos son los vectores de la tularemia y que los cangrejos de río son meros receptores al caer al agua los topillos en los sistemas y canales de riego y de ahí irse a los ríos, formando parte de la dieta de los cangrejos.