El control de predadores es sin duda una de las asignaturas pendientes en nuestro país. Por un lado las asociaciones conservacionistas no quieren hablar de ello, mientras que los cazadores lo consideran necesario para reducir las bajas cinegéticas que provocan tantos predadores.
Como casi siempre en el término medio está la virtud. Ni tienen razón quienes critican cualquier control ni los que defienden un control continuado y total.
La predación es un hecho natural y necesario, además de positivo. En un hábitat equilibrado y rico, la predación está estructurada jerárquicamente, de modo que los predadores generalistas u oportunistas están controlados por los especialistas o predadores de rango superior.
Tradicionalmente, el cazador se encargó de eliminar cualquier animal que le quitaba una de sus presas. Me figuro que esto fue así desde el principio de los tiempos, cuando el hombre disputaba su comida frente a otros animales, y siempre que podía eliminaba a esos otros contrincantes.
La gestión natural, la mejor manera de luchar contra los predadores oportunistas
Ya hemos dicho que un ecosistema rico y variado es la mejor forma de luchar contra los predadores generalistas, que precisamente aprovechan ecosistemas pobres y deteriorados para proliferar.
El desmonte selectivo, las siembras, la creación de charcas o pantanetes, de refugios, tanto para conejos como perdices, enriquecen el hábitat y evita, por la llegada de otros predadores más especialistas, su proliferación.
Actuaciones para reducir la predación
Hay actuaciones muy concretas que al margen de mejorar el hábitat, dificultan la predación.
Por ejemplo, si tenemos una zona bastante conejera, ya porque tengan ahí sus cuevas o acudan a comer, hay que eliminar o cortar cualquier posadero o árbol seco, pues se convierten en estupendos puestos de vigilancia y caza para rapaces diurnas y nocturnas como el búho real.
Asimismo, podemos echar sobre las salidas de las madrigueras ramas y resto de poda y desbroces, consiguiendo que los conejos, antes de alejarse de sus seguras madrigueras, vigilen escondidos el entorno.
Por esta misma razón, allí donde haya bastantes madrigueras podemos hacer pequeñas siembras, evitando que los conejos tengan que alejarse mucho de sus madrigueras y sean predados.
También estas zonas, aunque el coste es mayor, pueden rodearse de una malla romboidal alta, unos dos metros, que impidan el paso de los predadores.
En cuanto a la perdiz, son importantes esos chozos-refugio que vemos de vez en cuando en cotos de poca arboleda, esa especie de “tienda india” hecha con podas o matorrales. Este tipo de refugios son esenciales si además existe un comedero, pero éstos, si no son muchos, se convierten también en focos de predación.