La consideración del zorro como especie de caza ha sido cíclica en los últimos siglos. Así, extrayendo anotaciones del documentado y recomendable libro El Zorro, Pasión por su Caza, de José Ramón de Camps y de otras fuentes bibliográficas, nos topamos con autores de contrastada sabiduría y autoridad literaria, tales como Sancho IV (1180), Gonzalo Argote de Molina (1582) y Alonso Martínez de Espinar (1644), quienes en sus respectivos tratados catalogaban a este animal en la categoría de caza mayor y perteneciente a la lista de los animales susceptibles de abatir en montería.
Ya a finales del siglo XIX, Robert Camwell (1886) compartía su opinión y sus dudas sobre el raposo entre “animal dañino” y “pieza digna de caza”. En los albores del siglo XX, Abel Chapman (1910) concreta que “el zorro es un animal de caza mayor, eso sí, solamente cuando se le caza con bala”.
Pero lo cierto es que ya a finales del siglo XVIII, una Real Cédula firmada por Carlos III en 1788 otorgaba al zorro su condición de “alimaña a exterminar” con recompensa económica incluida a pagar por las Justicias de la época, naciendo así el oficio de alimañero.
Durante el siglo XIX se suceden varias leyes que fomentan el exterminio de los animales dañinos, entre ellos el zorro. Dichas leyes se sustituyen en mayo de 1902 y establecen la libre caza de los mismos sin prohibición de sus vedas.
El Real Decreto de 3 de julio de 1903 regulaba las cuantías de las gratificaciones por capturas (7,50 pesetas por zorro, 10 por zorra y 3,75 por cría), cantidades significativas teniendo en cuenta que el jornal agrícola de la época no llegaba a las dos pesetas.
A mediados del siglo XX se crearon las Juntas Provinciales de Extinción de Animales Dañinos y Protección a la Caza (Decreto de 11 de agosto de 1953 del Ministerio de Agricultura), y a los zorros, al igual que a otros animales que ahora integran una gran parte del catálogo de especies protegidas (linces, aves rapaces, nutrias, quebrantahuesos…), también se les otorgó la consideración de “animales peligrosos para las personas o perjudiciales para la agricultura, la ganadería o la caza”.
El Decreto 2573/73, en base a la protección de distintas especies, dio al traste con la arriesgada y peligrosa actuación de dichas Juntas Provinciales.
Actualmente, clasificado como pieza de caza menor en todas las comunidades autónomas de nuestro país, además de permitirse su captura durante la práctica de la caza de cualquier especie cinegética, de acuerdo con los preceptivos planes técnicos de caza, también tiene sus específicas modalidades cinegéticas: zorros con perro de rastro, zorros al chillo, aguardo con o sin cebo, zorros al salto, en mano, batidas y bajo tierra. Y existen dos razas de perro que portan su nombre, tales como el fox-hound y el fox-terrier.