¿Descaste? O la caza del conejo en verano

Antes de la aparición de la mixomatosis, a finales de los años cincuenta, no se cazaba el conejo en verano, sino en octubre, en la temporada general.
Tras la llegada de la mixomatosis, las comunidades más conejeras, como Castilla-La Mancha, Extremadura y Andalucía, empezaron a cazarlo antes y durante el verano, llamando a este periodo ‘descaste’, y así se quedó el nombre…..

Se aprovechaba ese aumento poblacional tras la temporada de cría y se ralentizaba el embate de la mixomatosis. Tras la llegada de la neumonía a finales de los ochenta, casi todas las autonomías prohibieron este periodo ante la escasez de conejos, pero poco a poco, cuando la población fue aumentando en general, volvió a autorizarse.

A principios de verano el conejo solo se podía cazar sin perros, pues en esta época otras especies estaban criando y podían verse afectadas, como la perdiz, y a medida que avanzaba el calendario, generalmente con la apertura de la tórtola sobre el 15 de agosto, ya se autorizaba el empleo de perros.

La caza del conejo en verano es una caza sencilla y relajada, ideal para que los nuevos cazadores se inicien y disfruten. También puede ser ideal para iniciarse en el rececho e incluso la espera.

Yo recuerdo mis inicios conejeros por tierras onubenses. Antes de la llegada de la neumonía a finales de los años ochenta, no era raro que en un par de horas por la mañana o por la tarde te colgaras tres o cuatro conejos, o muchos más si eran ese año más abundantes.

Conejos de descaste

La caza del conejo estaba también muy supeditada al terreno. En zonas serreñas de Andalucía y Extremadura el campo era una sucesión de cañadas y vaguadas rodeadas de monte. Y en estos terrenos la técnica consistía en avanzar, con mucho sigilo y el viento de cara, por estas vaguadas a primeras horas de la mañana o últimas de la tarde, atentos a que algún conejo, que ya estaba comiendo en estos pastizales, corriera a meterse en el monte, momento que aprovechaba el cazador para disparar.

Yo recuerdo que cazaba entonces con mi paralela y metía en el cañón derecho un cartucho del 7 y en el izquierdo uno del 5. De este modo, si el conejo saltaba largo, disparaba el cañón izquierdo, y si salía cerca el derecho. Además el 5 venía muy bien tanto para el conejo largo como para el que lograba llegar al monte, pues el perdigón grueso es más letal que el fino cuando hay maleza. Pero esto era rizar el rizo, con un cartucho de séptima bastaba para un animal muy vulnerable como el conejo, y más en estas fechas por ser animales generalmente del año.

Esta era la forma habitual de cazarlos. En terrenos más llanos y cerealistas se cazaban así en mano, pero en cañadas y vaguadas dos cazadores ya se estorbaban. Pero el conejo en verano se podía cazar también a la espera. Era la caza preferida de los más veteranos a los que les costaba andar.

Como cualquier espera consistía en esperar a los conejos en distintos lugares a los que iban a beber, alimentarse o refugiarse. Una charca, una siembra, un prado o los alrededores de las madrigueras eran los lugares más buscados.

 

El cazador se sentaba a un tiro de escopeta, con el viento de cara y a esperar a que los conejos aparecieran. No había que esconderse, pero sí estar inmóvil, porque el conejo ve mal pero distingue los movimientos bruscos, y su olfato y oído están muy desarrollados.

Pero la caza del conejo adquiere otra dimensión cuando se practica con perros. Y otra vez será el terreno quien determine la modalidad y hasta el tipo de perros a emplear. En terrenos más serreños, donde se alternan pequeños pastizales y cañadas con fuertes manchas de monte, se suele imponer la caza en batida con podencos, posiblemente el perro más conejero y preparado para cazar en los ambientes más enmarañados, secos y calurosos.

Lo habitual era que uno o varios cazadores se metieran en una mancha y empujasen a los conejos hacia una línea de puestos. Ni que decir tiene que los cazadores de la mancha también tiraban a los conejos que se arrancaban cerca.

He contado que cazar el conejo en verano es, además de divertido, ideal para los cazadores más jóvenes pues se trata de una especie barata y abundante. Con el conejo se puede cazar a la espera, al rececho, al salto y en mano, con o sin perros. En zonas más llanas, muchos cazadores cazaban al salto o en mano con su perro, generalmente de muestra, siendo las continentales las razas más conejeras.

¿Es aconsejable el descaste si hay pocos conejos?

Totalmente desaconsejable. Primero porque si una especie escasea, debemos limitar su caza. La caza es un recurso natural renovable, y si una especie no cuenta con bastantes ejemplares para recuperarse hay que dejar que se recupere. Y a poder ser ayudarla mejorando el hábitat, en este caso sembrando o quitando monte, construyendo nuevos majanos, sobre todo si el suelo es muy duro e impide la creación de madrigueras.

Por otro lado, si no hay mucha densidad y siguen apareciendo focos de mixomatosis, cazar es mucho más contraproducente. Con este panorama puede que estemos matando conejos que se hicieron ya inmunes a las enfermedades y puedan ser los pilares de una nueva recuperación.

¿Cuándo sé que hay suficientes conejos para cazarlos?

Muchas veces me he hecho esta pregunta; y lejos de acudir a conteos más o menos rigurosos, nunca encontré la respuesta hasta que no pregunté a un buen amigo ingeniero de montes y cazador. Me dijo: «Habrá conejos suficientes cuando te diviertas, tú ya me entiendes».Y la verdad es que es la mejor forma de saber si tenemos o no suficientes conejos como para cazarlos.

La caza del conejo en verano es muy divertida y los lances se repiten a los pocos minutos. Además, la supervivencia y futuro de la especie se basan en que siempre haya buena densidad. De esa manera se defienden mejor de los predadores, permiten que los virus muten y se inmunicen; y, por supuesto, que se reproduzcan con el éxito que se reproducen los conejos.

Teckel con conejos

 

¡Ojo a las garrapatas!

Por las fechas, posiblemente todos los conejos que cacemos tendrán mas o menos garrapatas, que irán desprendiéndose del animal a medida que pasen las horas. Y en nuestras manos está que estas chupadoras de sangre no terminen en nuestros cuerpos o en el vehículo. Además, estas garrapatas, que ya han chupado sangre y por tanto pueden estar infectadas, son las peligrosas. Por eso, hay que ser precavidos.

Si los conejos van colgados de nuestra cintura, lo normal es que con el ajetreo suelten casi todas las garrapatas, pero si van dentro de una mochila o chaleco ahí quedarán estos artrópodos, además de no orearse bien.

Por tanto, lo ideal para transportar los conejos del campo a nuestro domicilio es una nevera portátil, a poder ser con hielo. De este modo los conejos se mantendrán frescos en una época especialmente calurosa.

Cuando pasemos los conejos de la mochila o el chaleco a la nevera conviene rociar su interior de chalecos y mochilas, se entiende con insecticida para garrapatas y cerrarlo herméticamente para que no escapen y mueran. No vale cualquier insecticida, debe tener piretrinas, háganlo saber en la tienda donde lo adquieran.

Cuando lleguemos a casa y saquemos los conejos, previamente eviscerados en el campo, veremos que en la nevera han quedado la mayoría o todas las garrapatas, que de otro modo habrían quedado en el coche o en el zurrón. Ya solo falta limpiarla bien y meter los conejos en la nevera, si los vamos a cocinar pronto; o en el congelador, mejor con piel, si los vamos a preparar otro día.

 Tío Calañas

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