Seguramente el cazador de perdices experimentado encontrará pocas novedades en este artículo, más bien destinado a cazadores noveles o que suelen cazar siempre en un mismo tipo de terreno. De una forma esquemática, el autor expone las diferencias existentes entre el comportamiento de las perdices rojas y la forma de cazarlas en llanura, media y alta montaña, porque no todas las perdices son iguales.
CÓMO CAZAR PERDICES EN TERRENO LLANO
Las perdices, en estos terrenos de amplias tierras de labor, en los que apenas hay ondulaciones y, por lo tanto, no se las puede sorprender en una asomada, donde la vegetación es rala o no existe, tienen la defensa de ver al cazador antes de que él las tenga a tiro. Esta clara ventaja para la perdiz es proporcional a lo llano y limpio que sea el cazadero.
Cuenta el cazador, sin embargo, con que suele verse bien la dirección del vuelo, si no el lugar donde se posan, y puede intentar un nuevo acercamiento.
En estos cazaderos, una escopeta en solitario está vendida y el perro sirve de poca ayuda, todo lo más, en un hipotético cobro si tiene la suerte de abatir alguna perdiz, o apuntando alguna dirección con el seguimiento de algún rastro, pero lo normal es que el cazador no goce de la muestra de su aliado.
Lo que puede ser eficaz es una mano bien avenida adelantando las puntas y formando una “U”, con el viento de cara siempre que se pueda, dejando bastante distancia entre sus componentes.
De esta forma, las perdices levantadas por las alas de la mano pueden aventurarse a volar contra esta y entrar de pico a los cazadores del centro. En cualquier caso, si es posible, lo ideal es apretar a las perdices a la parte con más cobertura vegetal que haya cerca: una viña, monte bajo o un perdido. Aunque no siempre, suele ser la querencia natural.
En estos lugares el perro trabajará mejor y las perdices aguantan más. Las densidades pueden llegar a ser muy altas, dado el abundante alimento, y más si hay algo de cobertura para la cría, linderos o algo de monte bajo intercalado y pocos predadores.