Finalmente, y tras la suspensión de la final del campeonato prevista en Los Yébenes (Toledo), la Real Federación Española de Caza (RFEC) fijó en un tiempo record una nueva fecha y un nuevo escenario para su celebración: el 31 de enero en Fuensalida (Toledo).
Concretamente, el cazadero en el que tuvo lugar la prueba fue el acotado El Castillejo, gestionado por laAgrupación de Agricultores y Ganaderos Nuestra Señora de la Soledad.
Se trata de un terreno llano, de unas 3.000 hectáreas de superficie, en el que destacan diferentes tipos de cultivos, principalmente viñas, cereales, pastos y olivos. Según sus gestores, en él únicamente se caza la perdiz en ojeos y al salto (esporádicamente, en días sueltos), mientras que la liebre se corre con galgos.
Las previsiones, nada halagüeñas
Durante el día anterior a la prueba, en el que tuvo lugar la presentación del evento deportivo y la ya habitual cena de gala, que este año se celebró en el hotel Castilla del municipio de Torrijos (Toledo), el viento no paró de arreciar, acompañado por una leve pero molesta lluvia intermitente. ¡Y las previsiones para el sábado todavía eran peores! Confirmado, la jornada amaneció con el cielo totalmente cubierto y con importantes rachas de viento.
A las 8.30 horas, en el polideportivo municipal de Fuensalida, desde donde dio comienzo la competición, los participantes (tanto en Categoría Femenina como Masculina) ya esperaban el disparo inaugural de la prueba. Este año, y debido a la ausencia del presidente de la Real Federación Española de Caza,Andrés Gutiérrez, en el evento por –según fuentes de la propia Federación– “cuestiones médicas”, el encargado de dar el pistoletazo de salida fue José Antonio Moreno, vicepresidente de la RFEC.
La ausencia de Gutiérrez a la final del campeonato “rey” de todas las competiciones organizadas por el ente federativo fue muy comentada y criticada por el público asistente y por algunos de los participantes. Las perdices dejaron mucho que desear Nada más partir los participantes hacia el cazadero, comenzaron a verse volar las primeras perdices, algunas de ellas… ¡en dirección hacia el público asistente!
Los allí presentes pronto se percataron de que el comportamiento de aquellas patirrojas no era el propio del de una perdiz “salvaje”, lo que nos constataron los participantes una vez concluida la prueba. Las instantáneas que acompañan a este reportaje hablan por sí solas. Incluso todos los participantes en la Categoría Masculina lograron el cupos de perdices, cobrando asimismo varias los perros.
Juzguen ustedes. Precisamente, este hecho también fue objeto de crítica por parte tanto de los competidores como del público que se desplazó hasta el municipio toledano para presenciar la final del campeonato de caza más importante de nuestro país.
La primera en entrar
A las 11.00 horas, la extremeña Ana María Verdasco decidía jugársela con el cupo de perdices y liebres completo (seis patirrojas y dos rabonas). Posteriormente nos comentó que había estado más de una hora intentando dar con algún conejo.
¡Imposible!
Sin embargo, hasta las 11.30 horas (una vez desarrollado el 50% de la prueba y según el Reglamento de la competición) la extremeña, acompañada de su bretona Elta y su juez, Pello Urquía Atxaga, no pudo entrar a control. En ese momento se produjo una de las escenas “curiosas” del campeonato. La catalana Laia Sadurní también decidía jugársela con cuatro perdices y un conejo en su haber. Mientras Ana María Verdasco esperaba en las inmediaciones del polideportivo a que el reloj marcase las 11.30 horas, Laia, o más bien el gran Ismael Tragacete, quien le acompañaba como juez, en un acto de picardía, corría a toda prisa hacia control para acceder al polideportivo justamente a las 11.30 horas, momento en el que Laia y Ana María, con sus respectivos jueces, se tropezaron a las puertas del complejo deportivo.
¿Quién había llegado antes? Finalmente, todo se aclaró y Ana María Verdasco fue la primera en entrar en control. Sin embargo, una vez más, Ismael Tragacete volvió a dejarnos una de esas “perlas” aplicable tanto a la caza como en la vida real. “¡Esto es de listos! ¡Cómo se nota que no sois de campo!”, recriminaba a Verdasco y a su juez acompañante mientras se secaba el sudor de su frente y se decía una vez más en voz baja: “Después de la paliza que me he pegado corriendo sin parar hasta aquí…”. En definitiva, una curiosa anécdota que despertó la sonrisa entre el público asistente y que Laia y Ana María resolvieron deportivamente. ¡Chapó para ellas dos y sus jueces!
La acertada decisión de Ana María de entrar la primera en control sería la que a la postre le alzaría con el triunfo en la Categoría Femenina, pues sus dos máximas rivales, Ana María Relaño y Eva Rius, obtendrían los mismos puntos que la extremeña tras abatir, igualmente, seis perdices y dos liebres. Sin embargo, entraron más tarde a control, por lo que ocuparían, respectivamente, el segundo y el tercer cajón del podio.
El pelo decidió el Masculino
En el Campeonato Masculino, el madrileño Fernando del Campo, acompañado de su podenca Roa, se presentaba en control a las 14.04 horas con seis perdices, dos liebres, seis conejos y dos perdices cobradas por su perra, siendo el único participante de la prueba capaz de completar el cupo de conejos. A buen seguro que el gran trabajo de Roa tuvo que ver muchísimo en ello. Ningún otro participante fue capaz de igualar sus registros, lo que le convirtió en el actual campeón de España de Caza Menor con Perro.
El pelo y el buen hacer de su perra Roa, que cobró dos perdices, le dieron el triunfo al madrileño. Por detrás de él, el que fuera campeón de España en 2012, el vasco Arkaitz Egaña, acompañado de su setter inglés Sol, ocuparía el segundo cajón del podio con seis perdices, dos liebres, tres conejos y una perdiz cobrada por su perro. Por su parte, el cántabro Jose Manuel Cobo, al que se le resistió la rabona, junto a su setter inglés Jara, se colgó la medalla de bronce gracias a las seis perdices y cinco conejos que abatió durante la prueba.