Pero eso sería si de lo que tratásemos en estas líneas fuese de caza con arma de fuego, con lazos o trampas homologadas. Como hoy, aquí, vamos a hablar de perros que trabajan en madriguera o sus alrededores, no podemos olvidarnos de otras especies debido a que, por fortuna, cuando a nuestros perros les explicamos en la pizarra lo que tienen que perseguir o respetar no nos hacen ni caso, porque los míos, al menos, no saben leer.
Lo que ocurre es que, sin ser común, los amantes de los animales nos han llenado, por unas u otras razones, el campo de ‘basura’ animal. Mucho se queja el pseudoecologismo del muflón o del arruí, pero poco hablan de visones americanos, mapaches, mangostas africanas confundidas con meloncillos y demás gentecilla de mal vivir con la que podemos encontrarnos cuando perseguimos a lo único legal que nos queda: el zorro, raposo o gandano.
No voy a contarles a ustedes, a estas alturas de curso, lo que es una madriguera. Primero, porque ya somos mayorcitos y, segundo, porque hay tantos tipos de madrigueras como zorros y zorreros.
Pero lo que sí voy a contarles son algunas cosas a tener en cuenta a la hora de cazar estos animalitos con perros, concretamente con teckels y jagds terriers, que son las únicas razas con las que he cazado. Tuve un ratonero-bodeguero, un jack Russel y un patterdale, pero en mi caso, como dicen los estadísticos, la muestra es despreciable.
Como todo en esta vida, hay que saber cuándo vamos a echar los perros al campo, cómo es nuestra zona de caza y las ganas de ‘picar’ que tengamos. No les puedo decir cuál es la mejor raza de las dos, porque no tienen nada que ver y porque, aunque los españoles creamos que las hemos descubierto nosotros, lo único que descubrimos fueron las Américas y hay quien lo duda.
La caza con teckel o jagd terrier es total y absolutamente diferente, por mucho que intentemos dárnoslas de eruditos. Solamente cuando cazamos en superficie y a los cachorros, parece –y digo “parece”– que funcionan igual, pero, aun así, desde mi punto de vista, no tienen nada que ver. Solamente y para dar qué pensar, diré que cazando con teckels puros de 15 kilos, con 55 años y alguna vieja lesión, ¿para qué quiero los jagds? Con jagds de 15 kilos, con 55 años y con alguna vieja lesión, ¿para qué quiero los teckels?
No piensen que les voy a sacar de dudas, pero, al menos, lo voy a intentar y la única fórmula que encuentro es dando un paseo por el calendario. Así, pues, olvidémonos de Centroeuropa y salgamos en nuestro pueblo, que es donde más a gustito se está.
En noviembre las hembras comienzan a barruntar el celo, marcan y expulsan a los cachorros, si se los hemos dejado en primavera. Los machos andan buscando, marcando y desafiando, y con los fríos andarán de boca en boca y de zarzal en zarzal los días de sol.
Un zorro solo, en una boca desconocida, saldrá a las primeras evidencias de peligro, porque no olvidemos que la querencia de los zorros es el exterior, al contrario que el tejón. Fácil elección: teckel (por eso se le da a esta raza tan bien las tuberías y arquetas). Picoteará, morderá, pero, sobre todo, latirá de parada. Si fuera hacemos las cosas bien hechas en cuanto a aires, ruidos, voces y demás, el zorro saldrá con bastante facilidad. De los zarzales se marchará al primer portazo que demos a un kilómetro.
Diciembre es la época de celo y de todos es sabido que las hembras se cierran para cubrirse y que, en la misma zorrera, aunque no en el mismo cubículo ni en la misma boca, podrá haber más de un macho.
En mi experiencia particular, no hemos echado más de dos cuando los hemos cazado, aunque hay quien dice que una hembra se puede encerrar con cuatro o cinco, ahí lo dejo. Pero sigo creyendo que son retales de la cría anterior.
En este caso yo creo que el que mejor funcionaría sería un jagd terrier. Esto último lo digo con precaución, porque no creo que un perro se enfrentase a todos los zorros a la vez, pero ese carácter de los jagds, en ese caso, me da más seguridad, aunque, repito, un zorro en una boca ajena sale mucho antes.
Sesenta y cuatro días después de cubrirse, la zorra pare y hasta entonces se dedica a buscar una buena zorrera o a recomponer la suya, si no quedan cachorros del año anterior rondando. Saca toda la tierra que cree conveniente, limpia y, según va estando más grávida, va pasando mayores espacios de tiempo en ella. Las hembras jóvenes, por lo general, comparten madriguera con conejos.
Créanme, si le metes un perro no dará mucha batalla si fuera hacemos las cosas bien y, seguramente, en el primer sitio donde se vea a salvo se quedará y, ciertamente, malparirá. Si no es capaz de salir, por el motivo que sea, abortará y se comerá los fetos; si los cachorros tienen pocos días, también se los comerá o los abandonará. He visto ambas cosas. Ni que decir tiene que aquí cualquiera de las dos razas nos sirve, dependerá del estómago de cada uno.
Una vez que los zorrillos empiezan a comer solos, unas hembras los mudan de madriguera, otras los dejan en la misma, siendo la norma general que las bocas estén orientadas al levante, o sea, a la salida del sol. Los cachorros no solo exploran el exterior, también el interior y son esas galerías profundas y de poco diámetro donde buscan refugio en momentos de peligro. Aquí es donde más vamos a tener que picar, sobre todo con los jagds terrier. Buscarán morder y no se detendrán ante estrechuras, grietas ni nada. Ahí el inconveniente. Hemos sacado perros atascados a más de seis metros de la entrada. La mayoría de los teckels se dedican a latir de parada y se atoran menos, pero, en esto, cada uno cuenta cómo le ha ido la fiesta. Para mí, esta es la peor época.
Cuando el aire de las madrigueras empieza a calentarse y garrapatas pulgas, moscas y mosquitos comienzan a adueñarse de ellas, los zarzales y los regatos donde crecen estos, se convierten en el paraíso. Sombra, algo de humedad, gazapos, perdigones, ratoncillos, pájaros volanderos que caen de los nidos y otras golosinas zorrunas hacen que los cachorros salgan de las zorreras y, aunque no lejos de ellas, cambien sus sitios de campeo, caza y esparcimiento.
Esta ya no es caza en madriguera propiamente dicha, pero es donde más ejemplares se abaten y, además, donde más selectiva es su caza, según el criterio de eliminación de predadores que se siga.
Aquí ambas razas cazan a la perfección, aunque el más lento lleva las de ganar. Lo más importante es que en esta época del año es donde los perros hacen escuela, y tanto teckels como jagds aprenden a darnos esas satisfacciones que todos esperamos de ellos en la caza.
Una raza u otra y su elección dependerá no solo de sus aptitudes y actitudes. Dependen también de nosotros, de nuestra paciencia y de nuestras ilusiones. Creo que todos los zorreros pasamos por los teckels y los jagds y, también por esa ilusión de que, entre zorro y zorro, salga el guarrito.
Juan Pedro Juárez