El capitán de la montería

En todas las facetas de la vida, ya sean profesionales o personales, siempre hay un líder que es la persona que plantea la estrategia, organiza, dirige y marcando las pautas a seguir para conseguir el objetivo marcado.

Y en nuestra montería española pasa lo mismo, para que todo se desarrolle según la estrategia prefijada es necesaria la presencia de una figura que se encargará de dirigir todo el trabajo a realizar en el antes, durante y después de la montería.

Esta figura es el capitán de montería, figura arraigada en la tradición montera desde hace mucho tiempo, liderando a un grupo de personas con una misión clara, que es montear una mancha, velar por la seguridad de todos los participantes y obtener los mejores resultados, por supuesto, siempre respetando la tradición y las buenas formas monteras.

En los tiempos actuales esta figura suele coincidir con el orgánico responsable de la montería por lo que su involucración en todos los aspectos de la organización y desarrollo es total.

El trabajo previo es importantísimo: analizar la mancha, la ubicación de los puestos en las zonas más querenciosas y cuidando al máximo la seguridad entre ellos y otras gestiones fuera del campo como la venta de puestos, contratación de servicios externos, documentación, etc.

Como capitán debe marcar las pautas a seguir, que todos los involucrados tengan claro qué, cuándo y dónde tienen que hacer su trabajo, en definitiva, que cada pieza de este puzle, encaje a la perfección.

El capitán de ‘Las Pilas’

Y para vivir en persona este trabajo asistí a una montería en la finca ‘Las Pilas’ con Jesús Riquelme, organizador y al mismo tiempo, capitán de montería.

El recibimiento fue excepcional por parte de Jesús y la propiedad de la finca, una finca de renombre con cantidad, calidad y cuyo protagonista principal era nuestro deseado jabalí serreño.

Desde el primer momento pude observar la buena organización de Jesús y su equipo. Antes del sorteo, gran desayuno en el que no faltaba ningún detalle y en un salón impresionante lleno de trofeos y recuerdos de toda una vida disfrutando de la caza que hacían que el ambiente fuera acogedor y muy tradicional, que es como nos gusta a todos a los que nos apasiona la montería y todo lo que la rodea.

Finalizado el desayuno, Jesús congrega a todos los monteros dando unas explicaciones claras, concisas y resolviendo cualquier duda rápidamente para que todos los monteros tengan esa tranquilidad tan necesaria en una modalidad de caza como la montería.

El obligado rezo a nuestra Patrona montera está muy presente y se realiza con todo el respeto y devoción que requiere este momento tan importante.

Empieza el sorteo de los 19 puestos, los monteros van cogiendo sus tarjetas y el capitán, buen conocedor de cada puesto, hace esos comentarios que nos ponen los nervios a flor de piel: «¡Puesto de los buenos!», «¡Ese testero va a dar que hablar!», «¡Precioso cortadero!».

¡Comienza la montería!

El capitán a un ritmo rápido y ordenado va dando las instrucciones de salida de cada armada, cada postor, cada secretario… tienen claro el orden de salida y el camino hacia los puestos. Al cabo de menos de una hora, todos los monteros ya han salido hacia sus puestos y ahora toca dar las últimas instrucciones a los rehaleros y guías.

Instrucciones sobre la mancha, asignación a cada uno de la mano que llevarán y, una vez todo claro, van saliendo cada uno hacia los diferentes puntos de suelta.

Ya va quedando menos para llenar la sierra de ladridos, voces de los perreros, campanillas y el crujir de las jaras; se respira una tensión controlada deseando que todo salga según lo previsto y organizado con antelación durante muchos días de trabajo de todo el equipo.

El capitán se dirige a una de las sueltas, los perreros se preparan, repasan el equipo, zahones, polainas, cuchillo, caracola y el morral; los valientes deseando saltar al monte y todos esperando la señal del capitán para abrir las puertas y ¡empezar!

A la hora prefijada y por la emisora, el capitán da la orden de soltar y el monte se inunda de ladridos, la voz del perrero animando a los perros y los primeros disparos en la mancha, ¡empieza la fiesta!

La montería va avanzando, ladras aquí y allá, agarres, continuos disparos, algún perro al que hay que asistir, los grandes cochinos no perdonan.

La emisora al rojo vivo, el capitán dando instrucciones sobre la mano… «Párate un poco», «Avanza hasta el portillo de arriba», «Cuidado con esa hoya que siempre tiene encames…» y un sinfín de comentarios para lograr que cada rincón de la mancha sea revisado y no se quede ningún viejo macareno encamado ganando la partida a los valientes.

Recogemos las posturas, ¡pero el trabajo sigue!

A su paso por algunos puestos el capitán comenta con los monteros cómo va el día, se alegra de sus éxitos y continúa dirigiendo emisora en mano a través del monte.

Cuando el trabajo de las rehalas toca a su fin y se van escuchando las caracolas, el trabajo del capitán no termina, todavía quedan muchas tareas para finalizar.

Ahora toca recoger los animales cazados que ya ha sido señalizada su ubicación en el monte y, por supuesto, de una forma organizada y rápida.

Evidentemente, la estrategia está definida con anterioridad y aquí es donde se ve cuando hay un trabajo profesional; nada se deja al azar, al igual que los postores, rehaleros y guías saben lo que tienen que hacer, las personas encargadas de la recogida, ya sea con coches o los arrieros con sus fieles compañeras, las mulas, tienen unas instrucciones muy definidas para realizar su trabajo en el menor tiempo posible.

Y el objetivo se consigue, en menos de dos horas todo el trabajo de recogida hecho, teniendo en cuenta que la mancha no era especialmente fácil por su orografía, y por fin, el plantel bien organizado para el disfrute de todos los monteros.

El capitán vela por el orden, organización y estética del plantel, este es un detalle que hay que valorar al máximo, un plantel como mandan los cánones monteros, realizado con respeto, dice mucho del capitán de montería.

La cara de satisfacción es plena, resultado de la montería excepcional, trabajo cumplido y según las previsiones marcadas antes de empezar, por lo que el capitán puede respirar tranquilo y orgulloso de todo el esfuerzo realizado.

Pero todavía quedan algunas tareas: organizar la retirada de trofeos con el taxidermista, el trabajo de la empresa cárnica, el control detallado del veterinario y dirigir la limpieza de toda la zona de la junta de carnes para que quede en perfecto estado.

Cuando ya se terminan estos últimos trabajos, ahora sí, junto a su equipo, el capitán podrá disfrutar de un buen almuerzo, comentar los lances, el trabajo realizado y analizar todos los puntos positivos para sentar cátedra y los que son susceptibles de mejora, tomar nota para próximas monterías y, de esta forma, lograr la excelencia en cada una de ellas.

Gracias a Jesús Riquelme por dejarme compartir con él y su equipo esta jornada montera y en la que he podido vivir sobre el terreno el trabajo del capitán de montería, un trabajo que requiere mucho esfuerzo, dedicación y, cuando tu trabajo se convierte en pasión, como he podido compartir, el éxito está asegurado.

 

Carlos Muñoz

@miradasmonteras

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