El corzo es una especie que sufre en libertad una alta mortalidad debido a enfermedades, predadores o crudos inviernos. Su defensa biológica, que en las últimas décadas ha demostrado ser muy eficaz, es una alta tasa de nacimientos y un desarrollo muy precoz.
Este temprano crecimiento, que se refleja también en su cuerna, se ha comprobado en Valsemana; y aunque la mitad de los corzos de primera cabeza analizados son varetos, la otra mitad lucen ya luchaderas; y se han catalogado algunos que se encontraban perfectamente desarrollados, aproximadamente un 10 %, corzos con cuernas completas de seis puntas, entre ellos algunos con trofeos de calidad.
Los métodos de estudio han ido perfeccionándose con los años, y en la actualidad se coloca al corzo un localizador gps en su cuerna para que esta pueda ser recuperada tras el desmogue. Esto ha permitido hacer un seguimiento pormenorizado de multitud de ejemplares, año tras año, y sacar interesantes conclusiones sobre la evolución del trofeo con la edad.
Por ejemplo, se ha puesto en tela de juicio el criterio de considerar un corzo selectivo por portar una cuerna deforme, ya que, dependiendo de la lesión y en determinadas circunstancias, corzos de estas características han desarrollado al año siguiente cuernas perfectamente normales.
Otro dato interesante que se ha constatado es que el completo desarrollo del trofeo, al contrario de lo que pudiera pensarse, es muy temprano, en ocasiones a los dos años, y que a partir de los tres la evolución es mínima, para decaer a los siete u ocho años.
Esto ha provocado un debate en los últimos tiempos sobre la fórmula adecuada de evaluar los trofeos, y se ha planteado la posibilidad de incrementar de alguna manera la puntuación de la edad del animal, para dejar llegar corzos de calidad a los últimos años de su vida con el propósito de que críen lo más posible transmitiendo sus genes, aunque la dificultad de su formulación ha hecho que por ahora no prospere la propuesta.
La edad del corzo, en la práctica, en el campo y a la luz de los datos obtenidos, es difícil de valorar juzgando su cuerna y antes de poder analizar el desgaste dental; a lo único que el cazador puede atender es a la intuición y la experiencia, la actitud del animal y su aspecto general, puesto que la cuerna en ese sentido da pocas pistas.
Quizás el único dato a tener en cuenta para valorar la vejez de un macho mediante su cuerna es que, al parecer, las rosetas sí aumentan de diámetro con los años y su aspecto es distinto en un animal viejo que en uno joven, adquiriendo una inclinación característica con el tiempo.
La pérdida de hueso que se produce en el pivote con cada desmogue, dejando este cada año más corto, provoca una formación distinta de la roseta. Analizando las interesantes gráficas obtenidas, parece que este es el motivo del pequeño aumento de puntuación que sufre el trofeo del tercero al octavo año, por lo que sí podría ser un parámetro para premiar la edad.
La cantidad de animales analizados hasta el momento ha sido de algo menos de 250 corzos de un año y medio, poco más de cien de dos y medio y unos 60 de tres y medio; cifras que disminuyen progresivamente hasta los diez ejemplares de nueve años y medio, lo que puede dar idea del rango de edad de la población, aunque otro asunto es si estos datos se pueden trasladar tal cual de una población en semilibertad a una completamente salvaje, con las variaciones de densidad, etc., que las diferencian. Seguramente la gran mayoría sí son comparables.
Muchos de los datos objetivos se encuentran expuestos en Valsemana, pero existen muchos más a la espera de ver la luz. La información completa está previsto incluirla en una publicación, de la cual ya está aprobada su edición, que se nos antoja única en esta disciplina y que esperamos los amantes del corzo con impaciencia.
Buenos días Alvaro,
Muchas Gracias por sus comentarios, la revista en la que apareció el artículo de referencia es Trofeo Caza de diciembre del 2017, en estos momentos al estar teletrabajando no podría confirmarle si disponemos de stock de ese ejemplar, no obstante le en el número de abril de este año también hemos publicado artículos muy interesantes sobre el corzo y lo hacemos habitualmente en Trofeo Caza. Si está interesado conseguir el número de abril 2020 puede hacerlo enviando un mail a [email protected] con sus datos. Le recomendamos también que vea nuestras ofertas de suscripción https://trofeocaza.com/suscribete/
Gracias
Buenos días, me llamo Alvaro, me ha gustado mucho el artículo muy bueno e interesante. Soy Zoólogo y cazador me gustaría poder tener o saber como
Conseguir la
Publicación que se haga con tal cantidad de datos. Pues puede ser muy útil a la hora de gestionar los propios corzos que tengo a parte de aprender muchas cosas nuevas.
Un saludo.
Atención pregunta ! ¿Son extrapolables los resultados de unos ejemplares que viven en semilibertad; suplementados y medicados, a la fauna salvaje?
Muchas Gracias Gonzalo por tus comentarios y tu aportación.
Muy interesante el artículo aunque habría que aclarar que los puntos a los que se alude son puntos de medición “en verde” donde se toman parámetros medibles con cinta métrica (longitud total, luchadera, contraluchadera, perímetro de las rosetas,…) y que nada tienen que ver con la medición CIC donde los principales factores son peso y volumen a la hora de determinar la puntuación final en la medición.
Otro de los factores que habría que tener en cuenta son las condiciones de vida de los ejemplares estudiados y que, si son de corzos controlados en recintos con alimentación suplementaria, pueden variar enormemente con respecto a los corzos que viven en libertad, donde otros factores (competencia intra e interespecífica, disponibilidad de alimento, tranquilidad, climatología,…) pueden condicionar mucho el desarrollo de la cuerna.
Saludos,
gonZalo Varas.