Hace muchos años un cazador volvió entusiasmado de cazar en Nueva Zelanda. Estuvo con Peter, en mi opinión el mejor guía de caza que he conocido, y ya llevo unos cientos de ellos en el recuerdo. Era el único medidor del país para Top Ten del Safari Club Internacional, pero el cazador le pidió que se lo hiciera con normativa CIC para su venado en verde. Me visitó el cazador a su vuelta y no paraba de alabar el buen hacer de Peter. Pero volvió de nuevo a mi oficina, pasado un tiempo, echando espumarajos por la boca: había llevado su trofeo cuando vino a España a un medidor de la Junta de Homologación de Trofeos y su medición en seco fue de unos cuatro puntos menos a la realizada en las antípodas. El cazador estaba hecho una hidra y las alabanzas se convirtieron en improperios contra el excelente Peter por el fallo de medir en verde esos ridículos pocos puntos de menos.
Con mucha más experiencia, después he comprobado cómo, en tantas ocasiones, se ha pasado de la risa al llanto al ver que un compañero había conseguido un animal de trofeo superior, cuando el suyo era magnífico y estuvo exultante hasta que apareció uno mejor, y ha dado igual que fueran osos, elefantes, marco polos, corzos, búfalos, etcétera.
Me gusta acudir todos los años a alguna subasta de animales de las que se realizan en Sudáfrica; de este modo, pulso los precios, veo las tendencias del mercado y siempre hay alguien de charla interesante que me ilustra en algún aspecto que desconozco.
Este año estuve en la Auction de Bathurst. El catálogo era magnífico, lo conservaré. El remate más alto fue para una búfala con una cría hembra y preñada –un 3×1– por Dominus, que tiene un trofeo de 56 con 4/8 pulgadas, y que subió hasta los 250.000 euros. Pero no hay que olvidar la descendencia de Rapella Junior, un sable de 58 con 6/8 pulgadas, o la de Magnus, un kudu de 65 con 4/8 pulgadas.
A muy corto plazo las ofertas de búfalos de más de 50 pulgadas, de sables de cerca de 55 pulgadas y todos los kudus por encima de 60 pulgadas serán comunes, y los cazadores, cuando vayan a contratar, lo harán con el metro de medir en la mano, como desde hace años se hace en Europa, América y Oceanía.
No es una queja, es una realidad, en que todos, yo el primero, participamos. Aunque, a pesar de todo, todavía existen cazadores que, dándote una lección de señorío y ética, te dicen: «Por favor, guarda la cinta, no me midas el trofeo; es el mío, he disfrutado mucho del rececho y seguro que los habrá más grades y más pequeños, pero en mi pared solo estará este y me recordará cada instante de su cacería».
Será un trofeo oculto en los libros de récords, pero será un auténtico trofeo de caza.
José García Escorial.