El Azerbaiyán que hoy conocemos es una exrepública proveniente de la desintegración de la antigua Unión Soviética, en 1992, por la Perestroika, y se incorporó a la Organización de las Naciones Unidas en ese mismo año.
A mediados de los noventa Azerbaiyán vio como su posición internacional se reforzaba, debido al descubrimiento de enormes yacimientos petrolíferos en la zona costera del mar Caspio, en las mismas puertas de la capital, Bakú.
El dinero fluyó y hoy es un país con una clase emergente adinerada y buen nivel de vida. Pero en las zonas rurales sigue siendo un país agrícola, tradicional y de religión musulmana muy moderada y muy atenuada, por los férreos años de represión antirreligiosa que pasaron en los años de la Unión Soviética.
El largo viaje hasta el campamento base de caza
El vuelo más cómodo hoy es vía Estambul, con las líneas aéreas turcas. Allí nos recoge la organización y en tres o cuatro horas de viaje te lleva a los pueblos donde viven guías, caballistas y porteadores, ya en pleno Cáucaso.
En estos pueblos se suele cambiar a viejos camiones soviéticos, de esos que solo se encuentran en los países que fueron comunistas. Seis ruedas motrices, enormes ballestas y una reductora cortísima, hacen que puedan subir por cualquier sitio y cruzar cualquier río.
Para el acceso a los campamentos base se usan estos increíbles camiones rusos.
La llegada, después de ese largo día de viaje, al campamento base puede ser una agradable sorpresa. Casitas a 1.200 y 1.500 metros de altitud, al borde del río, entre enormes bosques de hayas y nogales, con dormitorios para cazadores y una cocina, suele ser la parte más importante del campamento.
He de decir que me chocó lo similares que eran los productos que se comen en esta cacería, que recuerdan mucho a la española. Magnífica fruta, buena verdura y leguminosas, pollo y cordero, nos hicieron ver que lo único que íbamos a echar de menos era el cerdo que, como país musulmán, aunque moderado, no comen.
La subida a los campamentos volantes
Al día siguiente se suele subir a los campamentos de altura, uno de los mitos de las montañas de Azerbaiyán. Suele ser una subida hasta los 3.000 o 3.200 metros, donde tienen más o menos montados los campamentos volantes, de unas ocho a diez horas de duración, de las que, con suerte, el noventa por ciento se hace a caballo y con 1.500 o más metros de desnivel.
No hay que saber montar a caballo, pues se asemeja más a ir como un saco de patatas encima, pero sí hay que saber mantenerse encima de un caballo en terreno, a veces, muy vertical.
Nada más llegar a los campamentos volantes, en general bastante cansado, te metes en las tiendas de campaña para, a la mañana siguiente, enfrentarte a una de las mayores aventuras de caza, a un precio razonable, que quedan en el mundo.
Si en su campamento usan caballos, será algo más cómodo pero montará por los terrenos más verticales en los que nunca lo haya hecho.
¿Qué forma física y dureza hay que tener?
El Cáucaso puede ser una cacería muy, muy dura. Si su campamento no cuenta con caballerías de apoyo, incluso, diría, durísima. Por ello, hay que estar entre mediana y buena forma física. Digamos que es una cacería para los aficionados a la caza en montaña con una media o buena preparación y cierta experiencia en la caza de rebecos y machos monteses. Además, los campamentos volantes, como he dicho, pueden y suelen ser muy duros y espartanos, lo que también hará mella en sus reservas de fuerzas y capacidad de subida.
Así, lo razonable, antes de emprender este viaje, es hacer un mediano entrenamiento físico en los tres o seis meses anteriores a la partida. Tampoco hay que ser un supermán, pero si usted está muy sobrado de peso o de años o poco acostumbrado a la caza en montaña, dígalo y tal vez le podamos encontrar un destino más razonable en el que cazar.
¿Qué tamaño de trofeos se puede esperar?
El Cáucaso es una cacería que puede ser muy exigente, por lo que hay que saber muy bien a qué tamaño de tur puede aspirar y debe tirar. Aunque es cierto que si su agente, o yo mismo, le manda a una buena zona, va a ver bastantes animales para elegir.
Pero también es cierto que ya he dicho que las fuerzas o la preparación física te pueden fallar. Por eso, hay que saber muy bien a qué tur tirar y aprovechar la oportunidad, ante la posibilidad de que nos fallen las fuerzas o se meta mal tiempo y nos quedemos sin trofeo. Digamos que un tur de 80 centímetros sería lo mínimo que tiraría. Algo sobre 85 centímetros puede ser un trofeo bonito y razonable. Y todo lo que pase de ahí sería un gran buen trofeo a abatir inmediatamente.
Cazar en batidas o a rececho
En el Cáucaso tradicionalmente se ha cazado mucho en batidas. Ahora se puede combinar y elegir entre batidas o rececho, pero quiero decir dos palabras sobre el tema.
A rececho se suele cazar en primavera, hasta julio, y en otoño desde mediados de septiembre hasta octubre. Si se quiere poder organizar batidas, la mejor época es desde mediados de julio a finales de agosto.
En esta época los tures están más bajos, pues en las cimas hace mucho calor y por ello se los ojea muy bien hacia arriba, a los collados, donde previamente se han puesto a los cazadores esperando. Nadie debe pensar que estos ojeos son poco deportivos, pues llegar a esos collados a 3.500 metros de altura a veces exige más esfuerzo que matar un difícil rebeco en lo más alto del Pirineo español.
Tres bonitos tures cazados en el Cáucaso, de fondo, la dureza de las montañas en las que se realizó la cacería.
En las cacerías a rececho también es muy frecuente combinarlos con “microbatidas”. Para ello, dos o tres ayudantes cubren posibles escapes y un tercero carea lentamente a los tures hacia el cazador. Y nadie debe renunciar a priori a esta posibilidad, pues, como he explicado, las verticales montañas del Cáucaso pueden vencer hasta a cazadores durísimos y acostumbrados a la caza en montaña. Querido lector: no descarte la caza en batidas, en principio; debe tener humildad, pues en el Cáucaso se va enfrentar a mucha, mucha, montaña.
Dos palabras sobre las armas a llevar
En el Cáucaso, en un principio, no vamos a hacer tiros extraordinariamente largos. Es caza en montaña, obviamente, pero por lo quebrado del terreno permite acercarnos a distancias, digamos, razonables, de tiro. No tiene que ver con la caza de carneros, donde, por lo abierto de los valles del Asia central y la falta de obstáculos donde esconderse, podemos esperar los larguísimos tiros típicos de los argalis.
Así, con algo con lo que podamos hacer blanco hasta 250 metros, con un máximo de 300 metros, puede ser suficiente. Como calibres para un tur de 80 o 90 kilos, cualquier rifle que pase de un 6,5 hasta un .300 WM puede ser adecuado.
Personalmente, para este tipo de caza de ungulados, que rondan los 100 kilos de peso, me encantan cualquiera de mis .270 Winchester. Permiten cañones más cortos, pues con 55 e, incluso, 50 centímetros queman bien toda su pólvora. Por tanto, salen rifles de longitud total en torno a un metro justo.
Son rifles cortos, ligeros y manejables, ideales para escalar, trepar y arrastrarse por el abrupto terreno de alta montaña. Pero en esta cacería tampoco es mandatario un rifle super ligero, pues, con suerte, tendrá la ayuda de caballos. Y, además, habrá muchos guías que estarán encantados de llevárselo, esperando una propina al final.
Pero elija el rifle que elija, por favor, entrene y practique con él en los meses previos a la cacería. Haga alguna sesión de tiro a larga distancia con su rifle, conozca y entienda su puesta en tiro y las caídas reales de su bala, compruebe que estas coinciden realmente con los programas balísticos teóricos de ordenador, con los que ha regulado su torreta.
Le aseguro que esta práctica real le será mucho más importante que el calibre o la velocidad de la bala que escoja.
Y si no sabe cómo hacerlo, llámenos a Armada Expediciones y gustosamente le apuntaremos a uno de nuestros seminarios de caza en montaña y rececho, donde todo esto lo podrá hacer. Precisamente, preparar a nuestros cazadores para estos difíciles tiros en complicadas cacerías internacionales de montaña, fue el motivo que nos hizo empezar con estos seminarios de tiro.
A modo de conclusión y despedida
He tratado de explicar y dar la máxima información posible sobre cómo es una caería en el Cáucaso tras el mítico tur. Conseguir este trofeo, que tiene fama de ser uno de los más duros del mundo, no es ninguna broma. Pero, gracias a la ayuda de los duros caballos azerbaiyanos, la buena densidad de tures y unos guías que conocen divinamente sus montañas, tampoco es un trofeo imposible de conseguir.
Con entrenamiento de tiro, algo de deportividad y buena voluntad, podrá conseguir un mítico trofeo de montaña. Aun así, le aseguro que le va a costar importantes esfuerzos, sudores y palizas. Pero cuando consiga el tur y se lo muestre orgulloso a sus amigos en su casa, también le confirmo que podrá decirles que habrá “cazado de verdad”.
Roque Armada
Director de la Escuela de Tiro de Iberalia TV.