Con la excepción de cazadores y tramperos, ningún ser humano pasa los inviernos por encima del Círculo Polar Ártico, de ahí que cazar con ellos, en estas latitudes debe ser una decisión muy meditada y documentada. La caza nórdica es apasionante, extrema y con un componente de aventura que tiene que gustar si se desea practicar.
Es todo menos cómoda, pero probablemente es de las más genuinas y naturales que se pueden encontrar en la actualidad.
Tras regresar de una cacería en la Península de Kola, en Rusia, mantenía una conversación con mis amigos de TROFEO sobre mi reciente expedición y, al comentar alguna de las incidencias, me propusieron escribir algo sobre la caza en esas latitudes, tan distinta de la que normalmente practicamos en España.
Así pues me dispongo a ello sólo con el ánimo de verter unos comentarios muy personales, basados en la experiencia propia y no con la intención de sentar cátedra o buscar polémica.
UNA TEMPERATURA INFERIOR A -30ºC
En el término “caza nórdica” incluyo tanto la caza practicada al norte del Círculo Polar Ártico, mejor llamada “caza ártica”, como la realizada en zonas más meridionales pero donde las condiciones climatológicas y medioambientales son tan frías e inhóspitas que requieren sistemas y procedimientos similares.
Una característica común es que siempre se practica en motonieve arrastrando o no un trineo, pues los tirados por perros son casi inexistentes. La técnica y el progreso han terminado con el romántico trineo arrastrado por perros, cuyo uso se reduce hoy a unas cuantas competiciones deportivas.
Son territorios cubiertos de hielo y nieve, de lagos y mares congelados desde noviembre hasta abril, donde las temperaturas descienden por debajo de los negativos, la noche es larga y el día corto o inexistente.
El viento, la niebla y las nevadas son constantes, y permanecer a la intemperie más de cinco horas, circulando en motonieve, acarrea el peligro de congelarse. Estas circunstancias son las imperantes en las zonas que yo considero al escribir sobre “caza nórdica”.
Se práctica en Alaska, Canadá, Escandinavia y Rusia, regiones todas por encima del paralelo 60, si bien podríamos asimilar, por el frecuente uso de motonieve, territorios como Siberia para la caza de osos y la Columbia Británica o el estado de Nevada en los Estados Unidos de América para la caza de felinos en invierno.
Los animales objetivo potencial del cazador deportivo son pocos y podríamos aglutinarlos en tres o cuatro grupos: carnívoros, ungulados, aves y pinnípedos.
- En el primero incluiría oso, lobo, zorro, glotón y lince, en zona boreal, y al puma y otros felinos en zonas norteamericanas algo más meridionales.
- En el segundo, a los renos, caribúes y buey almizclero.
- En el tercero, a los urogallos, perdiz nival y gallo lira.
- Y cuarto, a las diversas clases de focas y morsas.
PROTECCIÓN CORPORAL ESPECIAL
Otra característica común a la caza de estas especies en invierno es la necesidad de protegerse del frío vistiéndose por estratos o capas. Actualmente ya no se usan los vestidos de piel de reno que eran habituales hace años, sino que las fibras sintéticas o naturales, como la lana, tratadas con impermeabilizantes y aislantes, han dado lugar a la denominada “ropa técnica”, mucho más funcional, ligera, cálida e impermeable.
En este capítulo considero imprescindible el equipo siguiente, que relaciono por capas según las llevo puestas de fuera a adentro:
Es necesario llevar un saco de dormir de mucho abrigo, mejor impermeable y que resista temperaturas de -30°C, aunque normalmente se duerme en chozas de troncos o cabinas hechas con planchas de aglomerado que cuentan con alguna calefacción.
No obstante, cazando en Canadá, en Isla Victoria, por encima del paralelo 70, dormí a -12°C dentro de una cabina de cazadores, por lo que un buen saco de dormir es absolutamente necesario.
Otro accesorio necesario son bolsas y macuto impermeables. Las maletas no son prácticas y recomiendo llevar toda la ropa y equipo en un bolsón impermeable, que viaja bien en trineo y mantiene el interior seco.
Asimismo, el macuto para salir a cazar debe ser impermeable, pues no solo la nieve o la lluvia, sino también el polvillo que levanta la motonieve, cala y humedece todo. Por ello, es esencial que el ropaje exterior con el que nos vistamos sea impermeable.