Caza en africa de ñues y otras bestias

Viajamos al sur, muy al  sur, al África subsahariana,  para encontrarnos con unas  “bestias” de la subfamilia de  antílopes Alcelaphinae que se  caracterizan por tener la cara  alargada y la cruz más alta que  la grupa, lo que, además de un  extraño aspecto, también les  confiere una forma muy peculiar  de correr…

Generalmente se encuentran en terrenos abiertos y llanos, son muy gregarios y parte de ellos forman posiblemente las mayores migraciones que se dan en el mundo animal. Las hembras también tienen cuernos, aunque normalmente más finos y pequeños que los de los machos.

Quizá estén lejos de la épica alcanzada por los “cinco grandes”, pero no por ello  dejan de ser unos antílopes formidables, algunos de los cuales están al alcance de  cualquier cazador.

Además, pueden ser objeto del cazador coleccionista que pretenda  conseguir todas las especies, subespecies o variedades cuya caza esté permitida.  En todo caso, su caza suele resultar interesante y nada fácil, aunque, como  siempre, generalizar de tal manera puede conllevar a error.

Cada lance es diferente  a otro y no es lo mismo una finca cercada de pequeña extensión que una concesión  abierta de miles de hectáreas.

Actualmente, según la clasificación taxonómica de la Unión Internacional para la  Conservación de la Naturaleza (UICN), hay cuatro géneros dentro de esta subfamilia:  el género Alcelaphus, que son los alcélafos propiamente dichos; el Damaliscus,  que son los topis y afines, los sasabis y los damaliscos sudafricanos; el Betragus,  que es el hirola o antílope de Hunter y que hasta hace poco estaba incluido dentro  de los damaliscos; y, por último, el género Connochaetes, que son los ñúes.

Hartebeest, la bestia dura

Actualmente se distinguen tres especies de alcélafos

-Alcélafo de Lichtenstein (Alcelaphus lichtensteini).

-Alcélafo o búbalo (1) común o alcélafo buselafo  (Alcelaphus buselaphus), con cinco  subespecies: búbalo de Coke o kongoni (Alcelaphus  buselaphus coki); búbalo occidental  (A.b. major); búbalo de Lelwel (A.b. lelwel); el tora (A.b. tora), del que se considera que  quedan menos de 250 ejemplares y que en la  Lista Roja de UICN se clasifica como En Peligro  Crítico; y el búbalo de Swayne (A.b. swaynei),  también muy escaso, con apenas 600 ejemplares  y considerado como En Peligro en la Lista  Roja. Algunos autores consideran que hay  una sexta subespecie diferenciada del Lelwel,  el búbalo de Jackson (A.b. jacksoni). La subespecie  nominal, Alcelaphus buselaphus buselaphus,  que era propia del norte de África (de  Marruecos a Libia), hoy está extinta. El Safari  Club Internacional (SCI) reconoce variedades  del resultado del cruce entre dos subespecies,  el búbalo de las Tierras Altas de Kenia, cruce  del kongoni y del Lelwel; y el búbalo de Neumann,  cruce del Lelwel y del Swayne.

-Alcélafo rojo, del Cabo o caama (Alcelaphus  caama). Algunos autores lo consideran  una subespecie más del alcélafo común.

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Hembras del alcélafo rojo del Cabo, ampliamente distribuido por el suroeste africano (Namibia, Botswana y Sudáfrica, ocasionalmente en Angola y Zimbabwe).

Los alcélafos son las bestias duras. Su nombre  en afrikáans y en holandés es hartebeest,  que viene a significar precisamente eso, bestia  o animal duro. El vocablo hartebeest lo ha  asimilado también el idioma inglés, y no es  nada raro utilizarlo asimismo en la jerga “safarista”  en castellano. Para mí los hartebeest son  los auténticos “caralarga”.

 Describir los cuernos de los alcélafos no es tarea fácil. De frente,  pueden tener forma de “u” o de “v”. De  perfil, primero suben hacia arriba, poco después  se giran hacia delante y por último giran  bruscamente hacia atrás, pero no en todos es  justo así.

En cuanto a la coloración, varía del  pardo-amarillento al rojizo brillante.  No sólo lo he leído, lo he podido comprobar  in situ: muchas veces hay un vigía subido  a un promontorio o similar para defender la  integridad de la manada, aunque tienen más  desarrollado el sentido del olfato que el de la  vista (como el resto de Alcelaphinae).

En todo  caso, como cualquier detalle no les cuadre,  una tos o un ligero movimiento del centinela  hará que todos salgan arreando en fila india  como alma que lleva el diablo.

(1): No confundir el término  búbalo con el que  se da en la RAE para un  búfalo asiático. Búbalo  para el caso de los alcélafos  proviene del término  francés bubale.

Los astutos damaliscos

El género Damaliscus cuenta con cuatro especies:

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El topi se considera aún uno de los antílopes más abundantes de África, aunque actualmente prácticamente sólo se puede cazar en Tanzania y Uganda.

Damaliscus korrigum, que se divide a su vez en tres subespecies:  el damalisco de Senegal o korrigum (Damaliscus  korrigum korrigum); el topi (D.k. jimela); y el tiang (D.k. tiang);  aunque actualmente se tiende a englobar a todas las poblaciones  de topi y tiang del interior del continente como  una sola subespecie, el topi común (D.k. jimela), mientras  que las poblaciones costeras keniatas y somalíes de topi se  consideran otra subespecie, el topi costero (D.k. topi).

Sasabi o tsessebe común  (Damaliscus lunatus).

Sasabi de Bangweulu (Damaliscus superstes, Cotterill,  2003). Diferenciado hace poco del sasabi común.

–Damaliscus pygargus, que se divide en dos subespecies  que mantienen en castellano (2) el nombre afrikáans más  que el propio: el bontebok (del afrikáans y holandés, antílope  colorido o jaspeado) o pigargo (Damaliscus pygargus  pygargus) y el blesbok (del afrikáans y holandés, antílope  fuego) o damalisco de frente blanca (D.p. phillipsi). En  Sudáfrica hay una variación del blesbok de color blanco,  que es relativamente común, y otra bastante más escasa  de color dorado.

Los korrigum, tiang y topi son de color pardo rojizo hasta  rojo purpúreo. El korrigum es el más brillante, anaranjado;  el tiang, el más rojizo; y el topi es sin duda el más oscuro.  Cuernos gruesos, anillados, en forma de lira, salientes hacia  arriba y son mayores en el korrigum y más pequeños  en el topi.

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El bontebok tiene los colores más marcados que el blesbok, specialmente las partes blancas de la grupa y las patas. Es un antílope exclusivo de Sudáfrica.

De hecho, al korrigum también se le denomine  topi gigante. Se ha considerado que estos antílopes probablemente  tenían la mayor población de todas las especies  africanas, sin embargo, debido a la difícil situación  en algunos países de su distribución y a la consiguiente  merma en parte de sus poblaciones, no se pueden cazar  en muchos países.

 El sasabi es algo más corpulento. Los cuernos,  igualmente anillados, están curvados suavemente, se  doblan hacia fuera y luego se vuelven hacia atrás y  hacia dentro. Son de color castaño rojizo oscuro.

 El bontebok y el blesbok son los damalismos más  pequeños. Sus cuernos tienen forma de lira y también  están fuertemente anillados. Son de un rico color pardo  con tintes púrpura (poco patente en el blesbok),  con la espalda y los hombros más claros, con una  típica mancha blanca en la cara y blanca o pálida  en la grupa, vientre y parte de las patas.

El bontebok  es más grande, de cuernos más cortos, más oscuro,  más ricamente coloreado y con el blanco de la grupa  y patas mucho más acusado.  Mi amigo Adam Barnard dice que tiene los cuernos  más oscuros (y hay que hacerle caso, que de esto  sabe y mucho), y yo, de mi cosecha propia, añado  que el bontebok es más tranquilo, menos arisco.

Otra posible diferencia es que el blesbok presenta  una banda oscura entre los ojos que interrumpe la  mancha blanca facial, mientras que el bontebok la  puede tener o no.

El bontebok estuvo contra las cuerdas. En 1931 se  creó en Sudáfrica el Bontebok National Park para  preservarle, y desde entonces, poco a poco, su población  no ha dejado de recuperarse, estando hoy  totalmente fuera de peligro aunque en la Lista Roja  figure como Casi Amenazado y esté en el CITES II.

El  blesbok, por su parte, es más abundante (Preocupación  Menor en la Lista Roja). Normalmente, mantiene  una distancia mínima de seguridad con el cazador.

El  grupo echa a correr a la mínima y, cuando se paran  a “tropecientos” metros, parece que están diciendo  continuamente que sí con su característico movimiento  de cabeza y esa especie de estornudo que  emiten, por lo que su caza a rececho requiere de  cierta estrategia.

(2): Excepto ñu, ningún  otro término utilizado en  este artículo para nombrar  a estos antílopes en  castellano está reconocido  en el Diccionario de  la RAE. Por esa razón no  se han puesto en cursiva  los nombres de estos  antílopes en afrikáans,  holandés o inglés, ya que  muchos de ellos están  asimilados por la jerga de  safari en castellano.

Wildebeest, la bestia salvaje

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Antonio Mingo cazó este ñu negro en Cabo Septentrional con un rifle del calibre .30-06 Sprg y cartucho Remington con punta Swift A-Frame de 180 grains.

-Ñu negro o de cola blanca  (Connochaetes gnou).

 -Connochaetes taurinus, que se divide en  cuatro subespecies: ñu azul o listado (Connochaetes  taurinus taurinus), aunque genéricamente  se puede considerar a todos los taurinus  como ñúes azules; ñu de barba blanca  (C.t. albojubatus), aunque algunos autores  diferencian a la población de ñúes aislada  al noroeste del núcleo central de los barba  blanca como una subespecie diferente: C.t.  mearnsi; ñu de Nyasa (C.t. johnstoni); y ñu de  Cookson (C.t. cooksoni).

 Ñu es en afrikáans y holandés wildebeest,  esto es, bestia o animal salvaje, al igual que  con el hartebeest el inglés ha asimilado el término  wildebeest, que, sin embargo, no es tan  utilizado en la jerga de safari en castellano,  donde es más normal el onomatopéyico ñu  (del holandés “gnu”) por los mugidos que emite.

 Los ñúes son inconfundibles por su aspecto  taurino. Su silueta recuerda al toro de Osborne.  “Antílope propio del África del Sur, que  parece un caballo pequeño con cabeza de  toro”, dice el Diccionario de la RAE. Cuernos  tipo búfalo en los taurinus, de frente curvados  hacia abajo y luego hacia arriba: “el búfalo  de los pobres”.

 Los cuernos del ñu negro se le  curvan hacia abajo y hacia delante, volviéndose  después hacia arriba casi verticalmente.  Los taurinus son de cuartos delanteros potentes,  macizos, aunque la cruz solo está ligeramente  más alta que la grupa. Sus cuartos  traseros son mucho menos robustos.

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A la derecha, este ñu azul cazado en Estado Libre pegó una espectacular voltereta al recibir el impacto del cartucho Federal Premiun con punta Vital Shok de 150 grains del calibre .270 Win.

Barba  prominente y con crin en cuello y hombros.  Color gris apagado, barba oscura incluso  negra, excepto, lógicamente, en el ñu de  barba blanca, que la tiene de un color blanco  sucio. Además, la capa del ñu de barba  blanca es más clara.

El de Nyasa tiene una  característica franja blanca en la cara, aunque  no está presente en todos los ejemplares,  y es el más pequeño de trofeo y cuerpo,  mientras que el de Cookson es el más grande  de cuernos y cuerpo. La subespecie nominal,  el ñu azul o listado, es quizá el que más marcadas  tiene las franjas verticales… de ahí su  nombre.

El ñu negro es más esbelto, con la cruz netamente  más alta que la grupa, de color pardo  oscuro o incluso negro azabache y con  una larga cola de color blanco rematada  en la base en negro, por lo que también se  le conoce como ñu de cola blanca.

Barba  en la garganta, mechón debajo del pecho,  crin en cuello y hombros y un característico  mechón en la cara en forma de cepillo. Pero  si su aspecto es inconfundible, su comportamiento  no lo es menos: es un pirado con  encanto, con mucho encanto.

 De buenas a  primeras y sin motivo aparente, se lía a correr,  a brincar, cabriola va, pirueta viene. El ñu  negro llegó a estar en peligro de extinción,  sin embargo, se ha recuperado totalmente,  aunque aún figura en la Lista Roja como especie  de Preocupación Menor.

El hirola, en peligro crítico

El género Beatragus tiene una sola especie,  Beatragus hunteri. Como ya hemos comentado,  es el hirola o antílope de Hunter, que en la  Lista Roja está catalogada como en Peligro  Crítico. Y la UICN considera que su población  está descendiendo.

Actualmente, se estima  que hay alrededor de 550 ejemplares, algo  más de 400 en su hábitat natural entre Kenia  y Somalia, y el resto en dos reservas keniatas  donde fueron trasladados.

Algunos autores la  consideran una subespecie del topi; otras veces,  se estima al Beatragus como un subgénero,  lo que aumenta la singularidad del hirola.  En todo caso, está considerado como el eslabón  evolutivo entre los verdaderos alcélafos y  los sasabis (de Grado, J., 2013).

 No hay que confundir, por la denominación  que reciben a veces en inglés, al hirola  (Hunter’s hartebeest) y al korrigum (Senegal  hartebeest) con los alcélafos verdaderos, ya  que el primero está más emparentado con los  damaliscos y el segundo es un damalisco.

¿Qué cartuchos metálicos son los idóneos?

Permítanme, con la venia, algún comentario balístico  respecto a este grupo de antílopes, sin ánimo, en absoluto,  de dogmatizar. Al revés, a ver si mis errores pueden  ser de alguna utilidad. Es bien sabido la fama de duros de  los antílopes africanos, y más si estamos hablando de bestias  duras y salvajes.

Caza-mayor-reportajes-internacional-caza-en-Africa-de ñues-y-otras-bestias-image20Uno, que es de puntería endeble, tiene que tener más en  cuenta el incomparable El tiro perfecto, de Kevin Robertson,  para cazar sobre todo en el cono sur africano. Antes de publicarse  este libro, convencí a ese fenómeno que es Pablo Capote  y a mí mismo para utilizar cartuchos con una punta más  bien blanda.

Me comentaron, sin duda mal comentado, que  esa punta era “multiusos” y perfecta para África… y allí que  nos presentamos en tierras del Cabo Septentrional, Pablo con  su 7 mm Rem. Mag. y el cronista con el 7 mm-08 (yo no pensaba  tirar animales grandes), ambos con el cartucho “multiusos”.

Pablo tenía un antojo fetén, cazar un ñu azul, un “toro”,  como decía él. Después de mucho bregar toda una tarde, por  fin la imponente silueta taurina de un buen macho se paró a algo  menos de 200 metros de nosotros.

El cazador profesional  dio su beneplácito y Pablo colocó perfectamente el tiro. El ñu

cayó a plomo, pero, inesperadamente, cuando ya estábamos  llegando a él, se levantó como si tal cosa y echó a correr.

Dos  tiros más de culo tumbaron al fin y definitivamente a la bestia  salvaje, pero la bronca que nos echó el profesional, con toda la  razón, fue de aúpa por utilizar un cartucho de punta semiblanda  pero, sobre todo, de poco poder de penetración para animales  de tanta fortaleza.

Asumí toda la culpa, como por otro  lado era lógico. La primera en la frente, un error imperdonable,  sobre todo para alguien como yo, que se tiene por previsor.  Los antílopes cazables de este grupo se mueven en rangos de  peso entre los más de 60 kilos del blesbok y los 250 que puede  alcanzar el ñu azul.

El resto se encuentran en el intervalo de los  100 a los 200 kilos de peso. Todo el elenco de calibres 7 mm es  perfectamente válido para cazarlos, incluso se puede bajar hasta  el .270 Win. o al .25-06 Rem. (tan utilizado en Sudáfrica),  igualmente válidos, pero utilizando, al igual que con los 7 mm,  el cartucho y la punta adecuados.

Por encima, nos podemos ir  casi hasta donde queramos, no pasa absolutamente nada por  cazarlos con un .375 H&H Mag., pero ojo, que incluso en este  caso hay que colocar bien el tiro y escoger el cartucho con la  punta conveniente.

En otra ocasión compartía el 2×1 con un cazador excepcional,  Cristóbal Moranta. Llevaba mi inseparable .270 Win.  con un cartucho Federal con punta Vital-Shok de 150 grains.

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El ñu negro o de cola blanca es inconfundible por su aspecto y por su comportamiento peculiar. Actualmente está presente en Sudáfrica y Namibia y, en menor medida, en Botswana y Zimbabwe.

Creo que ahora no me equivoqué en absoluto con la elección,  pero, sin embargo, ese búbalo occidental, típico de esa zona  de Camerún, emboscado en la sabana, me impuso tanto que  pedí al amigo su .375 ante la falta de seguridad en el .270 (otro  error), pero el exceso de confianza ante la contundencia bien  ganada del .375 hizo que no colocara debidamente un tiro relativamente  sencillo.

El hartebeest se quedó herido y fue imposible  cobrarlo, una lástima. A un segundo hartebeest también lo  tiré con el .375. Esta vez sí lo cobré, pero tuve que disparar hasta  tres veces.

Más buena gente, amigo de verdad y cazador de los grandes,  José Luis Cañete me dejó su rifle del .30-06 Sprg. en Limpopo,  con cartucho Norma, pero no con la punta Oryx.

Con la  punta de plástico de 180 grains fue fulminante: del duiker al  gran kudu… y en los que nos concierne, tres blesbok, dos comunes  y otro blanco, fueron cobrados sin problema alguno.  En otras incursiones sudafricanas, siempre con el .270 Win.  y el cartucho antes comentado, el blesbok, el alcélafo rojo y el  ñu negro los cacé sin mayor problema.

Pero si llevo un tiempo  sin empaparme de El tiro perfecto, tengo la tendencia a  tirar alto en África, sobre todo antílopes con una altura a la  cruz elevada; y eso fue precisamente lo que me pasó con un  ñu azul a ciento y pico metros: el tiro se fue alto. Resumen:  dos días para cobrarlo.

Sin embargo, horas después tiré otro  ñu azul al trote, a no más de 50 ó 60 metros, y cayó como  lo hacen a veces los cochinos, hincando la cabeza en el suelo  y dando una voltereta sobre sí mismo con las patas traseras  al aire.

Los compañeros de partida en estas ocasiones con  blesboks, hartebeests, sasabis y ñúes, siempre que colocaron  bien sus tiros, no tuvieron problema alguno utilizando calibres  tales como el .25-06 Rem. (Remington Core Lokt PSP  de 120 grains, Antonio Sánchez fulminó un ñu azul con un  tiro Texas con este calibre y cartucho), .30-06 Sprg. (Remington  Swift A-Frame de 180 grains), .300 Win. Mag. (Remington  Core Lokt de 180 grains), .338 Win. Mag. (Winchester  AccuBond de 225 grains) o un .270 WSM (RWS Evo de 150  grains).

¡Basta de metal! Bestias duras, bestias salvajes, en todo caso,  bestias bestiales.

Adolfo Sanz

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