El corazón nos late a mil por hora y tenemos la impresión de que se nos saldrá del pecho de un momento a otro. Ha llegado la hora de acabar con la agonía de ese inmenso cochino al que hemos dejado malherido. Pero muchísimo cuidado, los nervios pueden jugarnos una mala pasada. No corramos riesgos innecesarios: esperemos a que los perros lo sujeten bien, avisemos a los puestos vecinos de que vamos a acudir al agarre y seamos muy prudentes.
De sobra es sabido que la modalidad reina de mayor en nuestra Península Ibérica es la montería, singular forma de caza en la que podemos disfrutar de lances en multitud de situaciones: cortos y rápidos en cortaderos y puestos de orografía angosta o lances con su momento para disfrutarlos, viendo venir al animal desde lejos, como en cierres, sopiés…
Todos ellos disparan la adrenalina del montero y nos hacen multiplicar las pulsaciones de nuestros corazones a la hora de “jugar” estas situaciones de caza.
Pero si hay uno lleno de crudeza, fiereza, fuerza y peligro, disparando nuestras pulsaciones cardiacas al máximo, es el agarre y el consiguiente remate a cuchillo.
No es tema baladí el del remate a cuchillo, ya que no todos tienen los redaños suficientes para llevarlo a cabo y muchos no saben cómo ha de realizarse.
Como todos conocemos, el fin del remate a cuchillo no es otro que acortar la agonía del animal apresado por las rehalas o herido por nosotros y que no se dilate su sufrimiento de forma innecesaria.
Sin intentar sentar cátedra en lo que aquí expongo, voy a tratar de dar unas nociones que nunca vienen mal recordar.
VALOR Y PRUDENCIA
Para llevar a cabo el remate a cuchillo de un animal apresado por los perros, lo primero que debemos tener es el valor y el coraje suficiente para ser capaces de ir a rematar ese animal y meter la mano entre los perros de rehala.
Es una situación en la que muchos no se ven capaces de desenvolverse de manera adecuada, bien sea porque les dan miedo los perros o porque no están duchos en esas lides…
Antes de nada quiero apuntar que solamente acudiremos a un remate a cuchillo cuando el agarre se haya producido relativamente cerca, y debemos tener claro que, aunque no es una obligación del montero, sí es un derecho que tiene.
Y si el montero no lo remata, el perrero pondrá fin a la situación acabando con la vida del animal.
Siempre que nos movamos del puesto lo pondremos en conocimiento de las posturas vecinas, antes de entrar en el monte a rematar, para que así tengamos la certeza de que ellos saben perfectamente que no deben disparar hacia nuestra dirección.
Es evidente y lógico que para rematar una pieza de caza deberemos disponer de un cuchillo de dimensiones adecuadas a tal efecto.
No resulta muy aconsejable acudir a rematar con uno de escasas dimensiones y que no daría con el fin que perseguimos, pues con ello únicamente heriríamos más al animal de manera innecesaria, prolongando su agonía.
Tan malo es pecar por defecto como por exceso: no es aconsejable un cuchillo de dimensiones reducidas, pero tampoco es recomendable hacerlo con un cuchillo que parezca una espada.
Como se suele decir, la virtud está en el término medio.
Personalmente, considero que con una hoja que ronde los siete centímetros de ancho y de 23 a 25 centímetros de longitud es más que suficiente. Y si además es de doble filo, mucho mejor.
Una en forma de picas o lengua de vaca sería idónea para el fin que perseguimos.
Reconozco que monteros como Antonio Covarsí, el mítico Montero de Alpotreque¸ utilizaba para estos menesteres un cuchillo realizado ex profeso para él y con unas dimensiones de hoja algo más reducidas que las que he apuntado anteriormente.
Otro aspecto que no perderemos de vista es que la hoja esté bien afilada, pues de lo contrario, teniendo en cuenta la dureza de la piel de las reses, especialmente la de los jabalíes, nos costará un gran trabajo rematar.
CON EL CUCHILLO ENFUNDADO
Cuando nos dispongamos a abandonar nuestro puesto para acudir a rematar, debemos hacerlo con el cuchillo enfundado hasta que lleguemos al agarre.
No olvidemos que andamos por el campo y que al entrar en la mancha podemos tropezar. Y si caemos, el cuchillo puede jugarnos una mala pasada.
No seríamos los primeros en sentir el acero en nuestras propias carnes.
Algunas de las recomendaciones que creo que debemos tener en cuenta al acudir a rematar una pieza de caza son las que trataremos a continuació
n.
No debemos acercarnos jaleando ni gritando a los perros tratando de animarlos, ni siquiera hablarles, ya que nos podríamos encontrar con la desagradable situación de que los perros extrañen nuestra voz y de que, en vez de envalentonarse, suelten al animal apresado con el consiguiente peligro.
Para realizar un remate eficaz y que termine pronto con la agonía del animal, es imprescindible saber dónde tenemos que hundir el cuchillo.
Personalmente, creo que en el costado izquierdo, en la parte posterior del codillo.
A mí me resultan de lo más eficaz cualquiera de los tres espacios intercostales a partir del codillo.
Eso sí, deberemos hundir el cuchillo de manera que intentemos buscar los órganos vitales del animal (pulmones y corazón).
Si somos hábiles y realizamos el remate de forma eficaz y correcta, veremos cómo pronto detenemos la agonía del animal.
Incluso, si quien lo realiza esta muy ducho en este tema, será efectivo rápidamente.
Una vez abatido el animal, permitiremos que los perros sigan mordiendo por unos instantes. Esa será su recompensa.
Pero ojo, debemos dejarlos morder, no comer, que son cosas muy distintas.
Una vez transcurrido un tiempo prudencial, intentaremos separar los perros del animal a la voz de “¡muerto!”. Y si se resisten, les azotaremos ligeramente, sin llegar a hacerles daño, con una pequeña rama, ahuyentándoles así del animal.
Tampoco llevemos a cabo temeridades del orden de disparar junto a los perros para asustarlos. Parece increíble, pero situaciones como ésta he podido ver últimamente en algún DVD. Simplemente me resulta una forma de actuar de lo más reprochable.
¿Y SI NO HAY PERROS?
Pero también nos podemos encontrar con un animal al que, tras jugarle el lance, hemos tumbado en el suelo sin que expire en el acto.
Ante esta situación hay quien opta por efectuar un segundo disparo. Sin embargo, otros prefieren, cuchillo en mano, dirigirse a rematar al animal, lo que es una temeridad.
Es importantísimo que tengamos siempre presente que nunca entraremos a rematar un animal que esté herido y que no tenga a los perros encima de él.
De todos es sabido que los animales montaraces poseen una fuerza admirable. Evidentemente, no podemos fiarnos de navajeros ni de venados, pero tampoco de ciervas, pues con los pezuñazos que sueltan pueden lastimarnos en el rostro.
Como apuntaba al inicio del artículo, esto del remate a cuchillo no es tema baladí, por lo que deberemos saber muy bien qué nos traemos entre manos.
Y es que, si lo hacemos muy a la ligera, podemos ver comprometida nuestra integridad física.
Eso sí, tengamos presente que el remate a cuchillo es una de las máximas expresiones de la caza en su pura esencia.
Es poner fin a un lance de caza en un de tú a tú con el animal y de la forma más ancestral posible. •
A TENER EN CUENTA AL ENTRAR A REMATAR A CUCHILLO
1.- Esperar a que los perros tengan bien agarrado al animal.
2.- Avisar a las posturas vecinas de que vamos a acudir al agarre.
3.- Llevar el cuchillo enfundado y únicamente sacarlo cuando vayamos a proceder al remate.
4.- Entrar siempre por detrás del animal, sigilosamente, sin jalear a los perros.
5.- No remataremos a cuchillo a un animal al que no ha sido reducido los perros.
6.- Deberemos tener siempre la hoja del cuchillo bien afilada.
7.- Si la orografía nos lo permite, entraremos a rematar por la parte más elevada del terreno, pues normalmente el animal, malherido, intentará huir hacia abajo.
8.- No lanzaremos cuchilladas a diestro y siniestro. Apoyaremos con delicadeza la punta del cuchillo sobre el costado izquierdo, en la parte posterior del codillo, y lo hundiremos con decisión, intentando buscar sus órganos vitales (corazón y pulmones).
9.- Seremos prudentes en todo momento. No podemos fiarnos ni de las ciervas, pues también pueden lastimarnos.
10.- Una vez el animal ha expirado, dejaremos que los perros le muerdan durante un tiempo, pues es su recompensa al trabajo realizado.
Sin embargo, posteriormente intentaremos apartarlos de la res con mucha cautela y sin dañarles (utilizando una pequeña ramita) para que no destrocen la carne.
Victoriano Pinto González
Hola que tal me gustaria saber si alguien ha logrado cazar un jabali sin armas de fuego y sin perros? es decir cuerpo a cuerpo, conocen de alguien que lo haya hecho? me gustaria poder intentarlo valiendome de cuchillos, lanzas, hachas o mazas y con algun tipo de escudo o cota de malla para protegerme de los colmillos o las embestidas, tampoco se si el animal huye del hombre o lo ataca.
Saludos!
Hacen falta las tres “B”: “Boluntad”, “Balor” y “Buebos”.
Gracias a ti Eduardo por tu comentario.
Muchas gracias por sus concejos……
Buena exposicion compañero, pero te has olvidado de algo crucial, sobre todo si de rematar SEÑORES GUARROS se trata: por bien agarrado que este un buen macareno,cuando sienta la puna del cuchillo detras de la sobaquina (el mejor sitio para pinchar, cruzado hacia adentro del bicho y hacia adelante y ligeramente abajo), lanzara un tremendo jetazo hacia el lado que le pincha el cuchillo, arrastrando en ocasiones a dos o tres perros pesados colgados de la jeta. Si tu cuerpo esta en ese lado, te llevaras un buen jetazo en las piernas o mas arriba, asi pues, SIEMPRE HAY QUE PROCURAR PINCHAR AL OTRO LADO DE DONDE TU ESTES. en concreto, te acercas por detras con sigilo, y pasando el brazo armado por encima del lomo, le largas la cuchillada por el otro lado, volcandote un poco encima del bicho agarrando un puñado de cerdas si es mecesario, de esta forma el previsible jetazo sera hacia el otro lado del bicho del que se encuentran tus piernas y cintura.
Otra cosa relativamente importante. si has alcanzado y partido el corazon del bicho, o algun vaso sanguineo importante, un tramendo sifonazo de sangre saldra hacia tu brazo y antebrazo, con lo que es buena idea disponer de un buen manguito impermeable si no quieres parecer un matarife en plena faena en vez de un montero.
Tremendo y brutal momento, que no placer que no seria etico, el remate de un buen macareno, por desgracia no al lacance de los que como yo ya hemos pasado de los sesenta y muchos.
un saludo