Utilizadas hasta mediados del siglo XX, estos artefactos fueron la herramienta de trabajo de los cazadores profesionales de anátidas del viejo mundo.
Este tipo de armas empezaron a usarse a finales del siglo XIX como herramienta para la caza comercial de aves acuáticas, en respuesta al aumento de la demanda de la carne de este tipo de aves en Inglaterra, así como por sus codiciadas plumas, que se empleaban para confeccionar complementos de moda femenina.
Las primeras eran de avancarga, fabricándose más tarde con la báscula o armazón basculante (a diferencia de las escopetas portátiles de hombro, no es el cañón el que bascula sino la báscula o armazón), cargadas con grandes cartuchos de distintos calibres.
La punt gun, o escopeta de batea, como su nombre sugiere, se montaba en una embarcación de fondo plano especialmente diseñada para navegar en aguas someras. Con ella, el cazador, tumbado boca abajo en el fondo del bote, se dirigía remando a los bandos de patos para efectuar el disparo. Al producirse este, la barcaza de desplazaba hacia atrás impelida por la tremenda detonación.
De una vez podían abatirse más de cincuenta anátidas, hasta noventa según algunas fuentes, y el cazador podía dedicar el resto del día a quitar plumas y negociar con sus clientes.
También se utilizaban escopetas portátiles de hombro de avancarga de 30 o 32 mm de ánima, popularmente conocidas como ‘trabucos’. La carga normal era aproximadamente de 125 a 180 g de perdigones. El peso y retroceso eran tan potentes que no podían usarse a pulso, y se sostenía el cañón a una horquilla, caballo u otro apoyo.
Una industria de la caza comercial similar existía en los Estados Unidos. El uso de estas armas se prohibió tras una propuesta de William Hornaday en la que también planteaba denegar la entrada al país a inmigrantes italianos, algo que no tuvo la misma acogida.
La práctica de la caza comercial en los EE. U. se prohibió en 1918. Sin embargo, en Inglaterra hasta 1950 aproximadamente había al menos cincuenta armas de este tipo activas, antes de que una más estricta regulación de la caza comercial las relegara al ámbito de las curiosidades históricas y a ser desempolvadas apenas solo para efectuar salvas en las bodas de Cowbit y Lincolnshire.
La primera escopeta de este tipo de la que se tiene noticia en nuestro país fue traída desde Inglaterra por los míticos cazadores Abel Chapman y Walter J. Buck en septiembre de1888.
Su llegada al Guadalquivir desconcertó a las autoridades aduaneras sevillanas, que pensaron que una lancha unida a un cañón pintado de blanco olía a mecanismo bélico, por lo que quedó retenida.
Al cabo se determinó que su entrada en el país solo sería posible registrándola en el Ministerio como buque de guerra de la Marina Real Española.
El asunto tardó en solucionarse unos cuantos meses cuando, tras la inspección del cañón confiscado por un alto funcionario llegado desde madrid, se determinó que el artilugio no parecía perteneciente a una flota hostil y se le concedió por fin el visado, aunque ya con la temporada de caza terminada.
Al año siguiente fue probada en la marisma con resultados menos satisfactorios que en otros países, achacando el hecho, según algún documento, a la inteligencia del pato sanluqueño.
Saurio