Tumores mamarios y cálculos urinarios.

 

Nos han llegado varias preguntas sobre tumores mamarios en perras de avanzada edad, así como otras referentes a la formación de cálculos urinarios en el perro. Vamos a tratar de contestar a ambas con suficiente claridad para comprensión de todos.

 

Tumores mamarios.

Tengo que comenzar diciendo que los tumores mamarios son muy frecuentes en las perras, y el riesgo de padecerlos está directamente relacionado con la edad del animal.

A partir de los ocho años, la probabilidad de que aparezcan tumores mamarios aumenta de manera importante, aunque se pueden presentar mucho antes, incluso en perras de menos de dos años.

No hay duda de que factores genéticos tienen importancia a la hora de la aparición de esta patología, ya que en determinadas líneas de perros se presentan con mucha más frecuencia que en otras.

Con los tumores mamarios solo existe una posibilidad de tratamiento: extirparlos. En general, se recomienda no solo quitar el tumor, sino quitar parte o toda la glándula mamaria, ganglios regionales y, en muchas casos, la esterilización. En cualquier caso, hay que analizar el tumor, ya que esto nos indicará de qué tipo se trata y, por lo tanto, si hay que tomar medidas posquirúrgicas y el pronóstico a medio y largo plazo.

 

 

Con mucha frecuencia, los veterinarios nos enfrentamos a situaciones extremas, en las que los tumores aparecen en perras de muy avanzada edad, por encima de los doce años. Operar animales de estas edades no es fácil, especialmente si se requiere hacer una operación de alto riesgo como es extirpar la cresta mamaria y el vaciado de la perra.

El simple hecho de la edad es un riesgo quirúrgico muy importante y, a pesar de que las anestesias para animales geriátricos han avanzado mucho, el riesgo de tener problemas durante y después de la cirugía es elevado. Por ello, hay que poner en la balanza riesgos y beneficios de estos actos clínicos y asumir las posibles consecuencias que puedan tener, ya que no hay más opción.

Para prevenir la aparición de estos tumores, desde hace tiempo se ha propuesto la esterilización del animal. Al ser tumores íntimamente relacionados con los ciclos hormonales de la perra, evitar que tenga celos ha sido el mejor método preventivo, recomendando hacerlo a edades muy tempranas, preferentemente antes del primer celo.

En la actualidad, esta medida es más controvertida, ya que se ha visto que la esterilización a edades tempranas puede ser fuente de otro tipo de problemas, como incontinencia urinaria crónica, obesidad, diabetes o aparición de otro tipo de tumores.

Parece que la esterilización temprana, estadísticamente, reduce las expectativas de vida de las hembras sobre las que se practica, por lo que en estos momentos se recomienda valorar individualmente a cada ejemplar y su entorno antes de tomar la decisión sobre su esterilización.

 

Cálculos urinarios.

De nuevo tengo que decir que es una patología muy frecuente en el perro –tanto en machos como en hembras– y que también tiene una importante carga genética. Vemos que este problema ocurre con mucha frecuencia en algunas razas, como los Schnauzer miniatura y otras razas pequeñas, y en cambio es poco frecuente en otras. No recuerdo haber visto ningún caso en las razas más comunes de perros de caza.

El origen es un deficiente metabolismo de los alimentos que provoca que se formen microcristales en la orina, que van precipitando y forman ‘arenilla’, que a la vez se va uniendo y forman cálculos (piedras) de diferentes tamaños. Estos se pueden alojar en diferentes tramos del tracto urinario, desde el riñón hasta la uretra, pero con mayor frecuencia en la vejiga urinaria.

 

 

Estos cristales pueden ser de varios tipos, los más frecuentes son de estruvita, aunque también pueden ser de oxalato o de otros minerales. Identificar el tipo de cristales es de suma importancia, ya que el tratamiento va a ir directamente relacionado con sus características.

Hay algunos cristales que se pueden deshacer simplemente con una dieta, y en este caso el tratamiento puede ser muy sencillo: basta con dar el pienso apropiado y los cálculos desaparecen. Otros –la mayoría– requerirán un tratamiento quirúrgico para extraer las piedras.

Cuando los cálculos están en la vejiga urinaria, la cirugía suele ser rápida y con buenos resultados. En los machos, si los cálculos son pequeños, pueden descender por la uretra y quedarse atascados en el hueso peneano, lo que a veces puede dificultar la extirpación. En estos casos los aparatos de ultrasonidos son muy útiles para romper estas pequeñas piedras.

De cualquier manera, la formación de cálculos casi siempre va asociada a una infección urinaria (cistitis). Es importante controlar estas cistitis, analizando el tipo de bacterias que las producen y con el antibiótico oportuno, ya que pueden ser muy insidiosas y difíciles de controlar. La cistitis cambia el pH de la orina, que estimula la formación de cálculos urinarios de manera recurrente.

Además, hay que tener muy en cuenta que, si no se previenen, los cálculos urinarios vuelven a aparecer. Por ello, analizar el tipo de cristales que se emiten por la orina es importante; e instaurar una dieta que los evite y controlar bien las cistitis será la mejor forma de prevenir que vuelvan a aparecer.

No obstante, la dieta preventiva –que funciona muy bien en la mayoría de los perros– no es efectiva en el cien por cien de los pacientes. Hay ejemplares que, incluso haciendo la dieta estricta, tienen recaídas periódicas. Son los que llamamos «perros cantera», porque producen gran cantidad de piedras, son difíciles de controlar, llevan al límite las herramientas de las que disponen los veterinarios y pueden terminar con la paciencia de los dueños.

 

Juan J. García Estévez

Veterinario