Para un cazador, hablar de problemas de boca sobre un perro de caza es similar a decir que no cobra bien, o que tiene ‘boca dura’. Sin lugar a dudas los problemas de cobro son muy frecuentes y algo sobre lo que constantemente me preguntan los cazadores. Pero en este caso voy a tratar exactamente lo que indica el título. A lo largo de este artículo vamos a hacer de dentistas caninos.
LA HIGIENE, LO PRIMERO
El principal problema que observamos en las bocas de los perros es el sarro, que se forma por una mezcla de sustancias y agentes. Todo comienza con una proteína que produce la saliva –llamada glicoproteína– que se adhiere a la superficie del diente, y que es la base para que se mezclen bacterias –principalmente–, además de células epiteliales, leucocitos, restos de comida, etc. Ello conforma una sustancia blanquecina, cremosa y amorfa, que es precisamente lo que llamamos sarro.
Cuando este sarro se va calcificando, forma la placa a la que se suman bacterias anaerobias, que inflaman las encías produciendo gingivitis.
La gingivitis a su vez retrae la encía, y además daña de manera progresiva el ligamento y destruye el hueso que sujeta el diente. A todo este cuadro clínico lo denominamos enfermedad periodontal, cuyo final es la pérdida de las piezas bucales.
Hay que considerar que cierto grado de sarro, incluso de pequeñas placas, es algo normal en los perros, aunque es verdad que afecta de manera diferente a unas razas de perros y a otras, incluso a unos y otros individuos dentro de una misma raza.
En general parece que los perros con cabezas grandes y fuertes –como la mayoría de los perros de caza– son menos propensos a padecer este problema. En cambio las razas pequeñas son muy propensas, incluso desde edades muy tempranas.
También el tipo de alimento parece que tiene su importancia. Cuanto más duro sea el alimento, el perro tiene que morderlo y romperlo, lo que ‘limpia’ de manera mecánica la placa que se puede estar formando. Pan duro y huesos grandes pueden hacer esta función, aunque en la actualidad hay piensos especialmente diseñados para ello.
Al final, una parte importante de nuestro trabajo son las limpiezas de boca que, como decía antes, en algunas razas son necesarias desde edades muy tempranas y con una frecuencia bianual, incluso anual. Por fortuna, la mayoría de la razas de caza tienen muy buenas bocas desde el punto de vista de la higiene, por lo que es poco frecuente que tengamos que tomar estas medidas.
LAS FÍSTULAS
Otro asunto es lo que denominamos fístula facial o de muela carnicera. Esta patología afecta a las raíces del último premolar del maxilar superior –denominada la muela carnicera– y se manifiesta como una fístula supurante en la cara del perro, debajo del ojo.
Se debe a un proceso inflamatorio/infeccioso que se extiende más allá del canal de la raíz de la muela, perfora el hueso y la piel, y se exterioriza en forma de un pequeño agujero supurante.
Con tratamiento a base de antibióticos locales y/o generales mejora temporalmente, pero con el tiempo vuelve a aparecer.
La solución a este problema consiste en extraer la muela cuya raíz está creando el problema.
Deben realizarse radiografías de la zona para determinar la raíz que está afectada. Y esto es importante porque esta muela es la de mayor tamaño en la boca del perro, con tres raíces grandes y abiertas.
Esto impide que se pueda extraer simplemente por tracción, y es necesario romperla en dos o tres secciones para ir extrayéndola de una en una, comprobando que salen las raíces completas, de lo contrario el problema persistirá.
TUMORES EN BOCA
Los tumores benignos en la boca son muy frecuentes. Se considera que tienen entre el 25-30 % de incidencia, especialmente en perros mayores.
Estos tumores reciben el nombre de epuli y normalmente son de crecimiento lento y no metastatizan. En la mayoría de los casos, y si se diagnostican a tiempo, la extirpación suele ser rápida y con pocas incidencias.
En caso de que estos tumores alcancen tamaños muy grandes, sangren y no se puedan operar, el tratamiento con quimioterapia puede estar indicado y obtener aceptables resultados.
Otro asunto son los tumores malignos, mucho menos frecuentes, pero más agresivos y de peor pronóstico. Son varios los tipos de tumores malignos que podemos encontrar en la boca del perro, pero destacan los melanomas, aunque también los carcinomas.
En estos casos los tratamientos con quimio o radioterapia son los indicados, aunque habrá que valorar la extensión del tumor y sus características.
También tiene importancia la edad del perro, ya que con frecuencia aparecen en animales de edades avanzadas, otro factor a valorar.
Juan J. García Estévez.
Veterinario