Llega el verano, llegan las vacaciones y surge el problema de qué hacer con el perro. ¿Lo llevamos con nosotros? ¿Lo dejamos en una residencia canina? ¿Se lo dejamos a un amigo? Vamos a valorar algunas opciones, y otros detalles a tener en cuenta durante el verano.
En los últimos años han aparecido numerosas residencias caninas, en consonancia con la demanda de este servicio, por lo que no suele ser un problema localizar una para alojar a nuestro perro durante nuestra ausencia veraniega. Pero, previamente, tenemos que tener en cuenta una serie de detalles:
– Reservar con suficiente antelación: aunque hay bastantes residencias, como he comentado, gran parte del año están vacías y en unas pocas semanas, se ponen a rebosar. Estas épocas de saturación coinciden precisamente con las fechas en las que todos nos vamos de vacaciones, es decir, julio y agosto, y también Semana Santa y los puentes festivos. Por ello, reservar con varias semanas de antelación, incluso con meses, es muy prudente.
– Que sean profesionales: conviene visitar la residencia con antelación y hablar con las personas que van a manejar el perro. Que sepan lo que llevan entre manos es muy importante, ya que un experto se da cuenta inmediatamente si algo no va bien y actúa ante esta situación con diligencia. La profesionalidad es para mí el punto más importante, y si además tienen unas buenas instalaciones –limpias, desinfectadas y ordenadas–, mucho mejor.
– Que sean exigentes: cada vez en más residencias piden a los propietarios una serie de requisitos a la hora de ingresar un perro. Deben presentar la cartilla sanitaria con todas sus vacunas al día, venir desparasitados internamente, y con protección parasitaria externa; nos solicitarán el teléfono del veterinario que lo atiende, incluso si el perro dispone de algún tipo de seguro. Pues bien, si exigen tanto a nuestro perro, también se lo exigen a los demás, poniendo de manifiesto que el resto de animales que están en el entorno siguen un control veterinario. Todo ello son garantías de que hacen una buena gestión sanitaria de la perrera.
– Personalizadas: deben ser sensibles a las peculiaridades de cada animal, especialmente las de tipo sanitario. Es decir, si un perro requiere un tipo de medicación o alimentación especial, deben proporcionársela en las cantidades y horarios previstos. Pero no solo esto, también deben considerar las peculiaridades en cuanto al manejo. Algunos perros son muy sensibles a la hora del trato con ellos o están mejor en compañía de otros perros, o al revés, necesitan una perrera para ellos solos.
VIAJAR CON EL PERRO
Otra posibilidad es viajar con el perro para disfrutar de él durante las vacaciones. Esta opción se está haciendo cada vez más popular porque cada vez más cazadores ven al perro no solo como una herramienta de trabajo, sino también como un compañero con el que disfrutar de paseos en la ciudad y en el campo.
Por ello mucha gente diseña las vacaciones para disfrutar además del perro, y al revés, que el perro disfrute de la compañía de su dueño, alojándose en casas rurales y hoteles donde admitan perros.
Esta es una muy buena opción para los que les guste disfrutar del turismo de interior en el campo, pero también se puede hacer en turismo de costa. Las playas –al menos durante el verano– están prohibidas para los perros, por lo que este tipo de vacaciones con animales es más complicada, pero también tiene alguna posibilidad.
Se puede reservar una residencia canina en el mismo lugar donde pasamos las vacaciones. De esta forma, el perro viaja con nosotros, pero pasa la mayor parte del tiempo en la residencia, donde no molesta y está atendido por profesionales. Nosotros podemos disfrutar de nuestras vacaciones, pero vigilando que el perro esté bien atendido, visitándolo periódicamente –o todos los días–, y con la posibilidad de sacarlo de paseo, para que no se sienta “abandonado”.
En cualquier caso, si viajamos con el perro, normalmente lo haremos en coche. Hay que recordar que existen una serie de normas a la hora de llevar un perro dentro de un vehículo.
Para mí, sin lugar a dudas, la mejor forma de viajar con un perro es llevarlo en una jaula de transporte especialmente diseñada para ellos. Existen diferentes modelos y tamaños, así como precios, y podemos encontrar la que encaje perfectamente en nuestro coche, y que el perro vaya cómodo, seguro y cumpliendo con la normativa de tráfico.
Además, las jaulas cerradas de plástico son muy buenas para mantener el coche limpio. Aunque el perro entre lleno de barro, o vomite por mareo, no manchará el coche, y la jaula se limpia con facilidad pasándole una manguera con agua, dejándola limpia y lista para ser usada en un momento.
PRECAUCIONES DURANTE LAS VACACIONES
Una de las primeras cosas que hay que hacer –y que con frecuencia se nos olvida– es tener la documentación en regla. La vacunación antirrábica es obligatoria en la mayoría de las comunidades autónomas –aunque no en todas–, así como la identificación con microchip.
No obstante debemos informarnos de la legislación vigente en la zona que vamos a ir, y recordar que las bases de datos de los animales de compañía de la diferentes CCAA, en muchas ocasiones, no están compartidas.
Esto significa que si nuestro perro se pierde en una CCAA diferente a la que vivimos y alguien que lo encuentra le mira el microchip, no van a poder contactar con nosotros porque en dicha CCAA el perro no está registrado y su información no está disponible en la base de datos.
También recordar que en cada región de la Península, según el ecosistema, son endémicas importantes enfermedades que afectan al perro. Así, por ejemplo, en toda la zona del levante e interior es muy frecuente la leishmaniosis o la filariasis, enfermedades transmitidas por mosquitos.
En cambio en el interior y norte son frecuentes las enfermedades transmitidas por garrapatas, como la babesiosis. Por ello, cuando planeamos las vacaciones y vamos a llevarnos al perro con nosotros, debemos visitar al veterinario y que nos aconseje sobre la prevención de los parásitos externos transmisores de estas enfermedades según las zonas que vamos a visitar.
Cada vez existen productos más eficientes para combatir estos parásitos transmisores y debemos estar familiarizados con su utilización.
En la Península existen varios tipos de serpientes venenosas que se localizan por todo el país. Por lo tanto, si decidimos disfrutar de paseos con el perro o empezar a entrenarlo para la media veda, tenemos que tener en cuenta este riesgo.
Evitar que una víbora muerda al perro es lo mejor, pero en caso de que ocurra es importante tener el número de teléfono del veterinario a mano. Inmovilizar al animal e ir rápidamente a la clínica de urgencias más cercana puede salvarle la vida.
Juan José García Estévez