En la segunda entrega, nuestro veterinario nos ofrecerá unas pautas a la hora de elegir al cachorro de la camada. Como en todo, cada maestrillo tiene su librillo, pero es aconsejable indagar en la genética del que será nuestro fiel compañero de caza.
En el artículo anterior “La Selección del perro de caza I” tratamos las diferentes razas que se pueden elegir como compañero de caza y la importancia de la selección genética y del trabajo de los criadores. Por ello, el primer paso para obtener un buen perro de caza es conocer la raza que se adapta a nuestras necesidades y buscar una buena línea genética de trabajo.
Pues bien, si hemos hecho los deberes y hemos decidido correctamente la raza y la camada idónea, llega el ilusionante momento de elegir cachorro. Hablamos con el criador y quedamos con él para recoger nuestro ansiado cachorrito. Tenemos delante la camada, pero… ¿cuál escoger? Creo que es la pregunta que todos nos hemos hecho en ese momento… y no pocas veces nos hemos ido con la duda de si hemos dejado con el criador el mejor ejemplar.
Los cazadores de mi pueblo lo tenían bastante claro y utilizaban un curioso método. Cuando tenían que elegir un cachorro de una camada, cogían a todos los cachorritos y los sacaban de su cubil, dejándolos a la intemperie. La perra, guiada por su fuerte instinto de protección, inmediatamente los volvía a meter a la seguridad de la guarida, cogiendo los cachorros uno a uno en la boca. El primer cachorro que cogía la perra era el que elegían, pues pensaban que era el mejor. Venía a ser algo así como que la perra, guiada por un atávico instinto, primero salvaba a los mejores.
Sobra decir que no está demostrado que este sistema funcione, por lo que tan solo lo vamos a considerar como una anécdota curiosa del pasado.
¿QUÉ CUALIDADES BUSCAMOS?
Lo que sí ha funcionado es el sistema de selección de ejemplares que los criadores serios han llevado a cabo durante mucho tiempo. Éste se basa en saber exactamente las cualidades que se buscan e ir eligiendo los ejemplares por etapas.
¿Y cómo se realiza esto? Cuando los cachorros llegan a una cierta edad, por ejemplo a los dos meses, se hace una primera selección y se eligen los mejores. La verdad es que a esta edad poco se puede ver en un cachorro, pero ya empiezan a detectarse diferencias de conformación y carácter.
Posiblemente es el momento, más que de elegir, de desechar lo que no nos convence. Posteriormente se vuelve a hacer otra selección a los cuatro meses, donde se empiezan a apreciar características que a los dos meses no se veían.
Es, por decirlo de alguna forma, afinar más en la selección, porque a esta edad ya se aprecian más cosas. Una última selección se realiza a los seis meses, donde es más fácil percibir el potencial que puede tener un ejemplar, tanto en la faceta morfológica como en cuanto a carácter y temperamento, y por supuesto en aptitudes naturales de caza.
Aunque es el método más seguro, hay que indicar que no en pocas ocasiones ejemplares vendidos de pequeños y descartados inicialmente por el criador llegan a ser los mejores de la camada. La genética es impredecible.
Pero para un particular el tema es muy diferente, ya que no se puede permitir este tipo de selección… ni lo necesita. Para un criador es imprescindible conservar lo mejor de lo mejor, porque el futuro de la raza depende de la correcta selección de los reproductores.
Un cazador, en cambio, con conseguir un buen cachorro tiene suficiente. Con un poco de conocimiento, trabajo y dedicación, un buen cachorro se convertirá en un perro excepcional, sin ninguna duda. Por ello, no es tan importante el individuo como la camada.
Todo el trabajo y el esfuerzo lo debemos centrar en la elección de la línea de perros y del criador. Estudiar en profundidad la línea, pruebas de trabajo conseguidas, carácter de los ejemplares, posibles enfermedades genéticas… es la información que tenemos que haber estudiado previamente.
El día que vamos a elegir cachorro, no hay que pensárselo mucho, y cualquier cachorro nos puede valer, porque seguro que serán buenos. Tan solo hay que observar que el cachorro que elegimos no presente ningún síntoma de enfermedad, como por ejemplo que esté triste, delgado, con legañas o separado de los hermanos.
EL TEST DE CAMPBELL, UNA POSIBILIDAD
Existen pruebas para comprobar el carácter de un cachorro a edades tempranas, y son conocidas como el test de Campbell. Este test consiste en unas pequeñas pruebas que se le realizan a cada cachorro para predecir si va a tener un carácter sumiso, equilibrado o dominante.
Las he realizado durante tiempo y suelen dar una orientación bastante clara de estas características, pero tengo que reconocer que cada vez las utilizo menos. Con los años me he ido dando cuenta de que es más importante la genética, y trabajo más en conocer los orígenes del cachorro que en otra cosa. •