Los pollos de mayo ya casi han igualado su tamaño con el de sus progenitores y hasta finales de septiembre nuestros reclamos se encontrarán en una continua muda de su plumaje. ¡Mucho cuidado!
Durante este periodo suelen producirse un importante número de bajas, por lo que es trascendental que intensifiquemos las atenciones a nuestros pájaros.
El canto de los gallos, como tantas otras mañanas, provocó que me despertara. Y aunque ellos cantan frecuentemente durante toda la noche, es al alba cuando acentúan el saludo al nuevo día con su inconfundible sinfonía.
Provisto de mi porra de acebuche y en compañía de Wilma, la perra de mi hijo, que ha querido madrugar, inicio un estimulante caminar para gozar de las excelencias que la naturaleza me ofrece y de las que quiero seguir disfrutando.
A estas horas del día la temperatura es fresca para ser cierto el refrán de que: “en agosto, frío en rostro”, pero ciertamente son los mejores momentos para caminar.
Embargado en mis cavilaciones, no observo cómo Wilma, con los sentidos aguzados, permanece atenta a algo que ha barruntado, y solo cuando inicia un pausado movimiento detecto que aquello que la pone en guardia está próximo a ella.
Sigue avanzando y el estrepitoso vuelo de un bando de perdices acapara toda mi atención. Trato de averiguar el número de pájaros que lo integran: he contado hasta ocho antes de trasponer el lomero cercano.
Todavía se nota en el grupo el tamaño más pequeño de los perdigones comparado con el trapío de sus progenitores.
Ciertamente, los pollos de mayo, que cuentan casi con tres meses, aún necesitan el transcurrir de algunas semanas para alcanzar el aspecto de los adultos, pues no han terminado de cambiar la pluma y tampoco han conseguido el desarrollo y vigor que lograrán más adelante.
Si permaneciéramos en el campo largas horas, posiblemente les oiríamos cantar una vez que otra, con reglamos aperdizados y matices poco definidos y alejados de la rotundidez y armonía de los pájaros cuajados.
Me viene a la memoria cuando en los años 60 aguardábamos, a tempranas horas en las higueras, la llegada de un sinfín de aves para nutrirse del sabroso manjar de sus frutos.
Escondido en el chozo, fabricado para este menester, y provisto de la escopetilla de aire comprimido, disparábamos sobre los asiduos visitantes o bien nos limitábamos a fotografiarlos.
Eso si los Magos de Oriente nos habían obsequiado con una máquina de retratar…
En aquellas tempranas horas se solían escuchar las frecuentes reclamadas de los nuevos perdigoncillos, a los que, sin verlos y con solo oírlos, les calculábamos edad, tamaño y aspecto.
Tiempos que no volverán… •
En estas fechas los reclamos estarán en un continuo pelecho que habrá comenzado con las calores de julio y continuará a lo largo de agosto y septiembre.
No todas nuestras perdices harán la muda con la misma rapidez, ya que las más nuevas, al contar con una superior fortaleza, desplumarán con mayor premura que las que cazan más celos, que estarán ya escasillas de recursos físicos y vigor.
Son momentos de algunas bajas en los reclamos, muchas veces por no estar correctamente atendidos y encontrarse debilitados para superar con fortuna cierto tipos de enfermedades y trastornos.
Los frecuentes piojillos, que ciertamente lo debilitan, deben ser combatidos con baños de tierra húmeda e insecticidas apropiados de venta en pajarerías y tiendas especializadas.
Las vitaminas y el verde también harán un positivo efecto en la salud de nuestros pájaros, y el agua que les aportemos debe ser diariamente cambiada para evitar contagios y posibles alteraciones de salud.
No debemos descuidar las deyecciones para prevenir y combatir, en caso de que se produzcan, las temidas zurretas, que pueden ser fatales si no se tratan adecuadamente o se desconoce su origen.
Todos estos cuidados serán pocos si queremos que nuestras perdices lleguen en óptimo estado a la apertura de la veda.
Manuel Jerónimo Lluch Lluch