Que corren malos tiempos para la caza no es ningún secreto, pero de ahí a que el MAGRAMA en Europa se limite a cumplir órdenes en lugar de defender los intereses y tradiciones de su país y, por tanto, de sus ciudadanos es algo que no logro entender. Lógicamente los ataques al mundo de la caza se centran en aquellas modalidades más débiles, practicadas por menor número de aficionados, pero precisamente por eso tenemos que hacer piña y defendernos todos a una.
El silvetrismo es una modalidad que básicamente consiste en la captura de aves fringílidas para su educación al canto. Se centra en cinco especies, el jilguero, el pardillo, el verderón, el verdecillo y el pinzón vulgar. Ninguna de estas especies está en peligro, siendo todas ellas poblaciones estables, si bien alguna tiene ligeras tendencias de incremento (verderón y pinzón) y otras con ligeros descensos (verdecillo y jilguero).
La verdadera amenaza de estas especies es la contaminación de acuíferos y el uso de productos nocivos en la agricultura, sumado a la predación, destacando la de los gatos asilvestrados. Los ecologistas llevan tiempo detrás de que se prohíba esta práctica, y basados en expedientes sancionadores abiertos en Europa, pero más por temas con prácticas ya prohibidas como la liga, que paradójicamente en Francia es legal. Europa, para permitir el silvestrismo, exige que no haya una solución satisfactoria a esta actividad, y se planteó la cría en cautividad.
Tampoco tiene mucho sentido, pues una actividad que se basa en la captura de un ave silvestre no puede ser sustituida por la cría en cautiverio. Dejas de capturar, que es la esencia de la actividad. ¿Ustedes se imaginan que, en lugar de ir de montería, puedas criar a un jabalí en casa? Absurdo. En este sentido los propios ecologistas, a raíz de diversos estudios, que para no discutir daré por buenos, argumentaron que solo era admisible el capturar una tasa inferior al 1 % de la mortalidad media de la especie. Pues bien, al hacer números resulta que, con sus propios censos, en 2013, cuando se comenzó a aplicar una reducción drástica de capturas en las comunidades autónomas propuestas por el ministerio, la cifra de capturas era claramente inferior a la aceptable.
En 2013 se autorizaron 376.631 capturas, cuando según los propios censos de los ecologistas se podrían haber capturado hasta 685.917 sin afectar a las poblaciones. Incomprensible. La reducción en el período de 2013 a 2018 es del 88,39 %, hasta llegar a capturas casi nulas, aunque ya comunidades como Cataluña, Castilla y León o parte del País Vasco que han prohibido para esta temporada las capturas en un alarde anticaza sin precedentes. Por si todo esto fuera poco, la cría en cautividad, pese a los intereses de los canaristas, a través del único proyecto realizado con fondos de los cazadores, es totalmente inviable, es decir, que la actividad debería ser permitida por Europa. Actitud incomprensible y vergonzosa de nuestro ministerio, sus políticos y sus técnicos.
Juan Pascual Herrera Coronado