Juan Herrera Coronado, muestra su postura acerca de los constantes ataques que sufre la actividad cinegética por parte de los grupos ecologistas más radicales.
Cada vez es más preocupante la sensación que despertamos los cazadores a nivel social… y la verdad es que en cierta medida nos la hemos ganado a pulso. No por malas prácticas, pues los que realizan prácticas ilegales son delincuentes y no cazadores, pero sí por dejadez en la difusión y defensa de nuestra actividad y sus virtudes.
Todo esto que escribo como si pensara en alto es a raíz de la muerte del “pobre” Cecil a manos de un “malvado” cazador que lo sacó “engañado” de su “parquecito” para “asesinarlo”. Las organizaciones ecologistas, además de divulgar de manera bestial las acciones que realizan en favor de la conservación, se preocupan de difundir sus principios y actividades.Y lo más importante: están al lado de los más jóvenes, inculcando el “amor” por la conservación, en base a sus principios, claro está.
La diferencia es que los cazadores tenemos una postura mucho más complicada de defender ante la sociedad que la meramente conservacionista… y muy fácil de manipular y de atacar, como hemos visto con Cecil. La conservación, o mejor dicho la mala conservación, entendida por algunos como el prohibir toda actividad humana en el área a conservar con el fin de que la sabia naturaleza siga su curso es una barbaridad… ¡pero se vende muy fácilmente!
Juan Pascual Herrera Coronado