Armas hay de muchos tipos, y no todas tienen antecedentes y consecuentes en la caza. No sé si las armas primitivas se crearon para cazar, o el leitmotiv de la imaginación humana era en primer lugar abrir la cabeza de la manera más expeditita al contrincante de la cueva cercana.
Lo que está claro es que armas de defensa, ataque, militares o cinegéticas han ido de la mano durante muchos años, hasta que la actual especialización las distingue de modo claro, y las armas de caza de fuego se han quedado cuasi sin evolución en los últimos tiempos, mientras que las de guerra se han sofisticado de manera espectacular.
Lo que sí ha habido es un gran avance en armas de caza no de fuego; es evidente cuando uno contempla una ligera y poderosa ballesta de poleas invertida y los armatostes que se ofertaban hasta hace muy poco; también pasa lo mismo con el mundo del arco.
Bien sean armas de fuego largas o cortas, rayadas o lisas, o armas blancas, o utensilios que disparan flechas, los cazadores somos amantes de estos artilugios y muchos son verdaderos expertos en el conocimiento profundo de los mismos y sus características.
No ha habido en las armas de caza una gran evolución ni novedades fundamentales desde principios del siglo XX; en cambio la cartuchería está en evolución constante, así como los aparatos ópticos que utilizamos (aunque aquí la verdadera revolución viene del mundo militar). Hasta hace casi nada de tiempo, hablar de visores nocturnos útiles era una entelequia, sin querer nombrar siquiera a los actuales visores térmicos tan eficaces en la caza tanto diurna como nocturna.
Me sigue sorprendiendo la noticia, por repetida, «marido mata a su mujer con su escopeta de caza»; la verdad es que me chirrían los oídos. Esa misma arma la usan en Sicilia, la famosa Lupara de la Cosa Nostra, o las fuerzas armadas, policiales y de seguridad de todo el mundo, y aún no he leído «vigilante armado rechaza ataque de ladrones con su escopeta de caza». O las que utilizaban los miembros del Somatén, antigua milicia armada popular en zonas rústicas
Las armas que usamos los cazadores son para eso, para cazar; si se utilizan de otra manera dejan de ser armas de caza; serán de ataque, defensa, o de lo que se quiera llamar, pero no de caza. A Kennedy no le mataron con un rifle de caza, simplemente con un rifle. Aunque estimo que para el redactor del medio correspondiente poner el remoquete «caza» le debe dar un gustillo especial al amarillear la noticia.
José García Escorial