Ahora ya estamos otra vez con el roneo. Y en coplas pretenderán tenernos otro año para acabar por volver a traicionarnos. Ronean porque temen el castigo, porque hasta muchos de los suyos se les han sublevado, pero no porque pretendan enmendar ni error ni daño. Porque traición fue, felona y alevosa, la del PSOE y Ciudadanos a cazadores y pescadores, violando su palabra dada, sus promesas y sus propias propuestas.
Y cambiando el voto los unos a un seco «no» y los otros a una cobarde abstención para reformar la ley 42/2007 que permitió la alucinada sentencia del Supremo y los delirantes efectos sobre un puñado de especies –el arruí, el cangrejo rojo, la trucha arcoiris y la carpa–, la caza y la pesca deportiva y las subsistencia de miles de familias y de las economías de poblaciones enteras.
Impidieron pues al Gobierno y al Partido Popular comenzar siquiera a tramitar el cambio de ley; y ahora, al temerse las consecuencias, que en su caso es que les afecten al sillón y al voto, han vuelto a venir haciendo todo tipo de pamemas. Obras y por escritos son razones. Hasta que no se vea no se crea y mejor que no se crea.
Porque la mano que mece la cuna ahora en el PSOE, que es la mayor enemiga que cazadores, pescadores y el mundo agrario en general han tenido, es Cristina Narbona. Es ella quien diera a luz aquella ley nefasta y ha sido ella la que ha impedido que se modificara. Y será ella la que les diga a quienes ahora nos vienen de nuevo con la promesa en ristre y mucha palabrería lo que han de hacer; y ellos lo harán y traicionarán lo que sea, como ya lo traicionaron, porque se juegan el escaño y el cargo.
Y porque, además, en esta nueva etapa ellos y los podemitas van a ir en todo de la mano y no van a ser los sanchistas quienes les hagan un feo, y menos por esos tipos que cazan y pescan, a sus aliados morados con quienes esperan ponerse a gobernar mañana o la semana que viene. El pacto es impedir que el Gobierno saque una sola ley en positivo adelante, ni agua. O sea, menos aún peces o cabras.
En ese panorama político lo que vamos es aviados y mejor que vayamos preparándonos y dejemos de hacer el ingenuo. Que si te engañan una vez la culpa es suya, pero ya de segundas es de ser profundamente idiotas. Y no otra cosa puede uno maliciarse si al mando de aquellos con los que se pacta está tu más declarada enemiga.
La ministra Narbona, puntal de las catástrofes zapateriles en sus años de poder en el Ministerio de Medio Ambiente (2004-2008) se rodeó de una corte de ultra ecologistas, hoy todos altos mandos podemitas, a la que anegó en subvenciones, y entre todos alumbraron la ley 42/2007 causante de esta aberración prohibitiva que soportamos.
Fue igualmente ella el origen, allá por 2008, a causa de otra lesiva ley que pretendía, de las protestas crecientes, empeoradas por su trato agresivo y despectivo contra todo lo que significara medio agrario, que culminaron en la enorme y recordada manifestación en Madrid, en marzo de aquel año, de todos esos colectivos atacados en sus intereses e insultados en su dignidad. Aquella movilización, por cierto, acabó por ser la gota en que se desbordó su poder. Tras las elecciones de aquel año, y aunque las ganó ZP, ella fue destituida y sustituida por Elena Espinosa, que devolvió algo el sosiego.
Ahora, apuntada al sanchismo rampante, ha regresado como presidenta del PSOE; y desde ese cargo, que otros llevaron con la prudencia y la ecuanimidad que exige, ella está dispuesta a cobrarse todas y cada una de las venganzas. Ya ha comenzado y ya da muestras de nuevo de su sectarismo hacia la sociedad, pero también –ya lo están sufriendo– hacia sus propios compañeros de partido que no comulgan con sus propuestas extremistas del más rancio talibanismo ecologista.
Así que mejor vayamos teniendo claro lo que podemos esperar y a lo que vamos a enfrentarnos de ahora en adelante. Nosotros, las gentes del campo, de la caza y de la pesca, somos para ella sus peores enemigos y ahora vuelve con el rencor y el ánimo de venganza redoblados.
Ya nos ha hecho la primera, y de nada ha servido que sus compañeros hubieran dado su palabra. Ella fue quien se empleó a fondo para traicionar los compromisos y las promesas y forzar la voluntad de muchos diputados. Para ello contó con el fiel sanchista y ahora escudero parlamentario como portavoz en Medio Ambiente, el albaceteño Manuel González, tan de fiar a tenor de lo sucedido como la propia Narbona. O peor, porque a la exministra se la ve venir y el de Albacete la puñalada la metió por la espalda y doblada. Y ahora llora y gime que la culpa no fue suya y que vamos a arreglarlo.
Y en parecidas pamemas está también la muy ‘estupenda’ y muy urbanita muchachada de Ciudadanos. Lo que temen es la respuesta. De nosotros y de sus propias gentes que, como nosotros, han sido traicionadas: alcaldes, comarcas y hasta comunidades autónomas. Temen hacia fuera, pero también hacia dentro, hacia su propio partido. Y en ello, y sin cejar, hasta que no haya hechos y estos estén en el BOE seguir denunciándolos y poniéndolos ante el espejo de su tropelía. Palabras y promesas ya no sirven. Y menos con quien tiene al frente.
Cristina Narbona ha vuelto. Para jolgorio de los extremistas y para pesar de la gente sensata, para alegría de Podemos y para preocupación de la despreciada socialdemocracia, para campaneo del ecologismo de salón asfáltico y urbanita y para temor de la gente que en verdad vive, trabaja y sostiene el campo y el medio.
Narbona ha vuelto a imponer sus dogmas y a cobrarse su venganza. Ella es quien ha estado detrás de estos dos últimos desafueros. Ella estará ahí para seguir perpetrándolos. Ella va a ser mucho más, y desde luego mucho peor, que una presidenta del PSOE. Es la que va a mandar porque ya manda, con la excepción de Sánchez, por encima de todos. Desde luego más que nadie en el grupo parlamentario, que se vaya enterando Margarita Robles. Y que nos vayamos enterando nosotros.
Antonio Pérez Henares