Día 20 de febrero, hemos dado por concluida la temporada de caza. Queríamos haber ido el día 6, pero un accidente doméstico de Mauro nos ha obligado a posponer el viaje. En los cotos de caza intensiva se puede cazar hasta el 31 de marzo, la veda general se cerró el 8 de febrero.
Hoy hemos cazado un grupo de amigos: Jorge, Miguel, Juan, Mauro y quien suscribe estas líneas. De acompañantes han venido Elías y Carlos, hijo de Cesáreo con quien he compartido buenas jornadas de caza.
Hemos repetido en Fuente Agria que es una apuesta segura, pese a lo avanzado de la temporada y el menor número de perdices en el acotado.
La niebla nos ha acompañado durante todo el viaje hasta Barrax, cuando hemos salido de casa ya barruntábamos que encontraríamos niebla.
El calor y la bravura de las perdices han sido los protagonistas de la jornada. El termómetro ha llegado a los 21 grados, los perros se han podido refrescar en algunos de los pocos charcos que todavía quedan en la finca después de las últimas lluvias.
Ha llovido poco y el campo está seco, las perdices se las saben todas, mantienen la distancia, dando pocas opciones.
Con las prisas se me ha olvidado coger las botas y la gorra.
Elías dirige la mano que siendo cinco escopetas no es fácil de controlar, los primeros tiros no tardan en escucharse.
La mañana comienza bien, encadeno varias perdices consecutivas, sin errar ningún disparo.
Se ven muchas perdices emparejadas. La mayoría de las perdices que se han abatido son machos, algunos con varios espolones.
Hoy había suficientes escopetas para hacer algún ganchillo, en el primero se han puesto Mauro, Jorge y Miguel.
Las barras de perdices avanzan hacia los puestos a una velocidad endiablada, las perdices cuando entran de pico se les resisten a más de uno.
En el segundo no ha habido tanta suerte… Yo estoy en buena racha y voy engordando la percha. Carlos me ayuda a cobrar una perdiz alicortada que cae en medio de un sembrado, pero nada más tocar el suelo, arrea como una flecha. Blaki finalmente se hace con ella cuando está a punto de meterse entre las piedras.
A mitad mañana hemos parado a tomar un pequeño taco y a refrescarnos porque parecía más un día de verano que de invierno.
Elías cambia de estrategia y entramos en un campo de retamas para echar las perdices al monte.
Mauro se pone las pilas en la segunda vuelta y abate una par de perdices largas. Se ha adaptado muy bien al cartucho de 24 gramos y al calibre 20. Yo ha sido uno de los mejores días que he tirado. Con la mitad de los tiros del último día (26) he abatido casi el mismo número de perdices (12). He errado muy pocas perdices.
Jorge en esta segunda vuelta no ha tenido suerte y apenas ha disparado. Los perros han hecho algunas carreras, aunque hoy no se puede tirar al conejo. Se ha visto algún conejo enfermo. Los perros han cogido un par de ellos. Muy pronto para que haya entrado la enfermedad.
Miguel con sus perros, una bretona y una podenca chica, va completando el número de perdices hasta casi llegar al cupo.
Como colofón a esta inolvidable jornada cinegética hemos comido en La Fonda Santiago, donde no podían faltar las migas ruleras, las alubias con perdiz y las chuletas de cordero.
Jorge con sus perros Suly y Nuck, en una momento de la cacería. ( Foto PS)
Autor: Patricio Simó