El canal del río Alegría es uno de los puntos negros para la fauna de nuestro país. Solo en dos meses de 2021 cayeron ocho corzos que quedaron atrapados en sus aguas. Rampas, barreras olfativas, naturalizar o eliminar el canal son medidas que plantean pero que no terminan por solucionar el problema, uno de los más graves para la fauna silvestre de nuestro país. Una trampa que afecta incluso a los cazadores, pues son varios los que han perdido la vida en canales o balsas de riego al intentar rescatar a sus perros atrapados. Debido a ello, el Ayuntamiento de Zaragoza ha procedido a instalar rampas de malla conejera tendidas a modo de alfombra sobre los recubrimientos plásticos de las balsas.
El canal del río Alegría es un cauce artificial creado hace más de 40 años que deriva parte de las aguas del río Alegría hasta el embalse de Ullibarri-Gamboa que da de beber a Vitoria y Bilbao. Amvisa, la sociedad municipal de Aguas de Vitoria propietaria del mismo, propuso en 2020 eliminar el canal tapándolo pero finalmente desistió de la idea argumentando que tiene una función de prevención de inundaciones porque asume parte del cauce del río Alegría. Sin el canal, varios municipios podrían tener inundaciones en las crecidas del río.
Las Juntas Generales de Álava han propuesto naturalizar el cauce de hormigón para evitar que sea una trampa para animales o personas, pero ahora se plantean otras alternativas debido a su alto coste.
Una iniciativa en Change.org recogió miles de firmas para que se instalaran rampas. «Yo siempre digo que la mejor solución, más rápida, efectiva, económica y ecológica son las rampas salideras, que se colocan en un lateral de los canales, así, si los animales caen, pueden buscar una salida. De lo contrario, cuando intentan saltar, se destrozan las patitas o sufren otro tipo de heridas», explicaba la vecina de Argómaniz que lanzó la campaña.
Tras la presión vecinal, en marzo de este año se han colocado las dos primeras rampas para facilitar el escape de la fauna. El coste de cada una ha sido de 6.000 euros. Es una de la serie de medidas que Amvisa pretende realiza durante 5 años y «que no sean muy costosas» para resolver el problema que genera el canal. Otra de las medidas para evitar que corzos y jabalíes caigan es la colocación de barreras olfativas.
A pesar de las rampas instaladas, los bomberos han tenido que rescatar a un corzo que quedó atrapado en el canal después de su instalación. Aunque la vecina que hizo la recogida de firmas sostenía que era «la mejor solución», se ha comprobado que los animales no pueden escapar del cauce si caen en él.
Ni rampas ni barreras están funcionando, pero la vecina de Argómaniz encuentra la justificación en una de las barreras que se ha colocado frente a una de las rampas de salida. «Que alguien me lo explique, por favor».