Las reservas de caza constituyen una sólida forma de protección, configurándose como una fuente de recursos sostenibles para el entorno, tanto a nivel ambiental, como económico y social; y una figura de conservación de especies cinegéticas y no cinegéticas, siendo la caza, además, un recurso de gran importancia contra la despoblación, al tiempo que aporta ingresos directos e indirectos sobre el territorio.
Así se desprende del documento de conclusiones del Encuentro Nacional de Gestión y Conservación de la Cabra Montés que se celebró el pasado mes de octubre de 2023, dentro del estudio sobre cabra montés realizado por Bergara y Fundación Artemisan, que recoge las aportaciones de gestores, administraciones, científicos y representantes de distintas reservas con cabra montés en España que se reunieron por primera vez para intercambiar experiencias y estrategias para mejorar la conservación de la especie.
Destaca el documento que en las reservas de caza se practica caza de alta calidad, garantizando la preservación de especies, tanto cinegéticas como no cinegéticas, constituyendo una figura adicional de protección. De hecho, recuerda que varios Parques Nacionales actuales han nacido a partir de Reservas Nacionales de Caza.
Otra de las conclusiones del encuentro pasa por potenciar la gestión adaptativa, una metodología que aplica el método científico a la gestión y a la conservación, que permita la puesta en marcha de acciones y decisiones teniendo en cuenta a todos los sectores implicados y entendiendo que los ecosistemas son dinámicos y que las medidas deben adaptarse a circunstancias concretas.
La sarna sarcóptica representa un desafío desde la aparición del primer brote conocido en cabra montés hace cerca de cuatro décadas. En este sentido, el documento de conclusiones apuesta por mejorar las medidas de prevención de la llegada de la enfermedad a poblaciones libres de la enfermedad, incrementando el control sanitario del ganado en simpatría, reclamando la declaración obligatoria de la enfermedad y el abatimiento de animales sospechosos en caso necesario, junto con la monitorización continua de la enfermedad.
Aunque la sarna es uno de los principales riesgos que afronta la especie, no es el único, ya que su población se enfrenta a diferentes amenazas según el territorio en el que se encuentra, entre ellos, el furtivismo, la coexistencia con el lobo ibérico, los diferentes criterios de gestión en los cotos cercanos a las reservas, la presión de uso público y el turismo, así como la competencia con otros ungulados o la matorralización. A ello se suma la escasez de personal en las reservas y la falta de relevo generacional, que debe realizarse de forma paulatina y coordinada.
Sobre los criterios para llevar a cabo traslocaciones, los asistentes apuestan porque estas deben estar basadas en fundamentos científico-técnicos, con objetivos bien definidos y con una justificación robusta. En este sentido, advierten que trasladar cabras a lugares donde nunca han habitado podría no ser apropiado, especialmente en un contexto actual de crecimiento en las densidades de ungulados.
En todas las reservas de caza se llevan a cabo censos periódicos con el propósito de registrar abundancia, edades y sexos de la población y la gestión se orienta, en general, al mantenimiento del equilibrio en la estructura de la población. Aunque la vigilancia sanitaria no se realiza de forma homogénea en todas las reservas, el enfoque preventivo se presenta como una estrategia muy recomendable en un contexto de lucha contra la expansión de la sarna a nuevas poblaciones.
Cabe señalar que la caza selectiva que se lleva a cabo por personal cualificado en las reservas, o por cazadores acompañados por estos profesionales, permite conseguir una estructura de población de cabras monteses deseada, tanto biológica como económicamente. El valor de los trofeos de macho montés varía significativamente, pero, en términos generales, estos ingresos tienen un impacto positivo en el entorno, ya que en parte se reinvierten en la gestión del hábitat, beneficiando así al medio ambiente y a las comunidades locales.
En cuanto al comercio internacional, la caza de trofeos contribuye a la generación de recursos económicos en comunidades locales, especialmente en países en vías de desarrollo. Por ello, el documento de conclusiones apuesta porque los trofeos puedan exportarse sin que ello conlleve largos procesos administrativos, así como por promover la profesionalización de las empresas de turismo cinegético.
Finalmente, los asistentes han aportado una serie de mejoras a la Estrategia Nacional Cinegética, que establece pautas generales de gestión y que busca desempeñar un papel de coordinación entre las distintas Comunidades Autónomas y la Unión Europea, fomentando la realización de estudios, la adopción de nuevas tecnologías y la mejora de la percepción social de la caza.
Entre las propuestas aportadas desde las reservas de caza con cabra montés para su inclusión en la estrategia, consideran fundamental la difusión del trabajo realizado, la especialización y reposición del personal cualificado en estos espacios, el control del furtivismo, la educación e información sobre la necesidad y los beneficios de la caza, la investigación como base de la gestión y la monitorización.