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Investigadores piden zonas libres de gatos en las ciudades por las repercusiones negativas que tienen sobre las aves
Las colonias de gatos asilvestrados en las ciudades pueden tener efectos negativos sobre la biodiversidad debido al comportamiento depredador de estos felinos. Así lo ha puesto de manifiesto un estudio realizado sobre 1.171 colonias felinas registradas en Madrid que ha analizado el tiempo de reacción de aves expuestas a la depredación por los gatos, así como la interferencia en el comportamiento habitual de los pájaros ante estos cazadores urbanos. El estudio, publicado en la revista Science of the Total Environment, ha sido realizado por investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid (MNCN-CSIC) y propone establecer zonas en la capital de España donde no se favorezca la presencia de gatos.
Madrid cuenta actualmente con 1171 colonias censadas de gatos callejeros. Son poblaciones estables que reciben los cuidados de los ciudadanos y que, a pesar de recibir comida, cazan debido al instinto de los felinos callejeros. Para constatar su interferencia sobre poblaciones de aves de la ciudad, los investigadores analizaron durante la primavera de 2021 la distancia de huida de 694 aves de 34 especies diferentes, comparando las respuestas en zonas similares con y sin colonias de gatos callejeros en Madrid. «Que un ave salga volando antes o después ante la aproximación de una persona nos aporta datos sobre su miedo», afirma el investigador del MNCN Mario Díaz.
El estudio ha detectado que las aves que se encontraban en zonas con colonias de gatos permanecían un 33% más elevadas sobre el suelo y su distancia de huida fue un 10% mayor que aquellas otras que estaban en áreas sin gatos. Por tanto, las colonias de gatos aumentan el miedo de las aves y, probablemente, disminuyen su tendencia poblacional, lo cual interfiere en la diversidad ambiental de zonas urbanas y rurales con presencia de colonias felinas. Los autores del trabajo proponen crear zonas libres de gatos en las ciudades.
‘Gatólicos’ animalistas
Cuando en Madrid un vecino se quejaba de la presencia o molestias provocadas por los gatos callejeros avisaba al Ayuntamiento. Los gatos callejeros eran recogidos y llevado a perreras municipales donde eran sacrificados. Esto fue así hasta febrero de 2017, cuando se implantó la ley de sacrificio cero: Ley 4/2016, de 22 de julio, de Protección de los Animales de Compañía de la Comunidad de Madrid. El Gobierno de Manuela Carmena aprobó un año antes el proyecto de gestión de colonias urbanas de gatos y se creó la figura del «colaborador de colonias felinas».
Miembros de protectoras de animales y personas animalistas en Madrid se encargan de ‘cuidar’ de las colonias de gatos repartidas por la ciudad. Los alimentan, capturan, esterilizan y vuelven a liberar sin ser conscientes del daño que provocan en la avifauna de las zonas que ocupan. «En realidad, lo que hacemos es bueno para la comunidad, no solo por el amor a los gatos sino por el bien del vecindario», afirma la gatólica Victoria de Lucio, que tiene tiene 60 años y lleva desde el 2009 gestionando varias colonias de gatos repartidas por Madrid.
Los investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid que han hecho el estudio explican que las ciudades con zonas verdes y mayores índices de biodiversidad contribuyen a mejorar la calidad de vida y el bienestar de sus habitantes. No obstante, favorecer la supervivencia de unas especies frente a otras es una «intervención» humana en la naturaleza que provoca «efectos colaterales no deseados». Es lo que sucede en Madrid con los gatos callejeros cuando se les da de comer y se favorece su expansión, porque generan dinámicas que «tienen efectos también sobre otras especies que debemos analizar y, en su caso, gestionar para garantizar la coexistencia y los beneficios que aportan a la ciudadanía», concluye Díaz.
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