Aunque este aficionado, que fue socio de A.E.R., llevaba un tiempo retirado del mundo cinegético, durante muchos años Miguel regentó una de las rehalas más punteras del país y era muy reconocido en el mundo venatorio.
Una de las rehalas más bonitas que he conocido era la de Miguel, divisa bandera nacional sobre cuero y goma amarilla. Con multitud de premios en su haber, es una verdadera pena que ya no exista, aún recuerdo algunos de sus grandes perros, Alatriste o Trabuco, dos magníficos ejemplares de urracos.
Siempre con la sonrisa en la boca y dispuesto a ayudar a quien lo necesitase, era una de esas personas afables que siempre lograba hacerte sonreír, se van demasiado pronto los mejores.
Ahora estarás en la montería del cielo junto a Alatriste y el resto de tus guerreros, salúdalos de nuestra parte y ya sabes que aquí abajo siempre te recordaremos con cariño. Estarás con nosotros en cada suelta, llevando nuestra mano, avisándonos de los agarres y ayudándonos a recoger los perros.
Con el permiso de Perico, siempre que veamos un perro urraco nos acordaremos del gran Miguel Feijoo.
Descansa en paz amigo.
Esteban Meño Manso
Delegado A.E.R. en Guadalajara