La tierra de Nunca Jamás… Así es como se denomina al outback australiano. Miles y miles de kilómetros de nada y nada más. Eucaliptos, polvo, tierra, animales salvajes, y más kilómetros de lo mismo, prácticamente deshabitados. Un lugar lejano, duro y casi inhabitable tanto para las personas como para los animales. Para compensar, dicen que lo bello del desierto son las rosas que en él se encuentran, y Australia está llena de ellas.
En mi primer viaje al continente rojo conocí la península de Cape York, y en este segundo tocaba conocer Arnhem Land y el Territorio del Norte, e intentar la caza de su especie más emblemática, los búfalos de agua.
Estos grandes animales habitan esos remotos lugares desde que hace muchos años los colonos europeos decidieron llevarlos para aprovecharse de su carne y leche. Como suele pasar, los búfalos colonizaron parte del territorio y hoy en día sus poblaciones son muy abundantes, tanto que se suele recurrir a tiradores profesionales para controlar su número.
En las zonas donde el Gobierno australiano no ha decidido erradicarlos, la caza de estos animales resulta muy interesante y no es difícil ver varias decenas de ejemplares en una mañana, algunos de ellos espectaculares, machos largos y gruesos o hembras de cuernas larguísimas.
Resulta curioso que, si bien la caza en África no puede entenderse sin la presencia de los trackers, en Australia los nativos aborígenes apenas cazan mamíferos y no suelen tener lugar en los campamentos de caza, más allá de tareas rutinarias. Sus gustos culinarios, lagartos, tortugas, insectos… hacen que tradicionalmente no hayan dado caza a búfalos o jabalíes y no muestran interés alguno en esas especies.
LA CAZA
La caza es a rececho en su totalidad, siendo las mañanas el momento más productivo del día. Los animales se encuentran alimentándose antes de que el calor apriete, momento en el que buscan la sombra, las corrientes de aire, el agua de ríos y pantanos, y se tumban esperando a que las temperaturas aflojen.
Los machos pueden ir solos y también en grupo –no vi ninguna regla fija–, pero para los arqueros los animales solitarios son la mejor opción. Las mejores oportunidades fueron siempre en los alrededores de los ríos, en los desplazamientos que los animales hacen desde las zonas de alimentación a las zonas de descanso.
Estas zonas gozan de buena vegetación y suelos muy arenosos, especialmente en el cauce de los ríos secos, y son perfectas para intentar la aproximación con el arco. Las jornadas de caza consistían en largas caminatas recorriendo las kilométricas planicies y lentos recechos en las zonas frondosas cercanas a los ríos.
Los encuentros más cercanos se daban en esos puntos, y es que, gracias a la abundante vegetación, puedes verte rodeado de decenas de animales a menos de diez o veinte metros, ¡un auténtico subidón de adrenalina!
Mi ocasión llegó una mañana tras localizar y seguir a un grupo de animales, con un macho grande que caminaba pausadamente hacia una zona arbolada, muy cerca de un río casi seco en su totalidad.
Estos lugares son muy querenciosos para los búfalos ya que proporcionan pasto, sombra y agua, aunque es a veces escaso en esas regiones.
La verdad es que el lugar era perfecto: la arena de los ríos permite caminar rápidamente sin ruido, la cobertura de los árboles y de la vegetación nos proporcionaba escondite; y, con el viento en la cara, nos situamos a menos de cien metros.
A gatas, con el profesional algo alejado, recorté la distancia hasta los treinta cinco metros.
Tras unos minutos en los que el resto de animales del grupo lo tapaba por completo, el viejo búfalo se separó, ofreciéndome una oportunidad.
Solté la flecha y esta alcanzó al animal en el punto exacto al que apunté, penetrando en su totalidad, ¡no se veían ni las plumas!
Para nuestro asombro el animal apenas anduvo y, en menos de diez segundos, lo vimos tambalearse, doblar las rodillas y caer delante nuestro. Lo que todo cazador desea.
Sin ruido alguno, la manada se quedó esperando a que su líder se levantara, y de hecho tuvimos que espantarla para poder acercarnos al animal abatido.
La satisfacción fue aún mayor cuando mi guía, Mick Baker, comentó que el animal era un viejo animal de trofeo espectacular y que resultó ser el más grande, 103 puntos SCI, abatido con arco en los diecinueve años guiando en esa propiedad.
Para completar el viaje, abatí un viejo scrub bull –o toro salvaje–, un par de dingos, e incluso dediqué algunas jornadas a la pesca, capturando mi primer barramundi.
SOBRE LA CAZA PELIGROSA CON ARCO
Los arqueros tenemos poco margen de error con estas moles. El tiro de manual es con el animal perfectamente ladeado y la pata ligeramente adelantada, mostrándonos todas sus zonas vitales, un blanco de 40×40 centímetros que llevaría a la flecha a afectar ambos pulmones o el corazón.
Como la caza no suele dar estas oportunidades tan perfectas, otra opción es el tiro frontal siempre que el búfalo tenga la cabeza elevada. Dos franjas blancas se juntan en el pecho de los animales, señalando el lugar exacto donde apuntar. Poco margen de error, pero es un disparo posible y habitual. La tercera opción es el tiro de detrás hacia adelante, buscando impactar tras la última costilla y alcanzar pulmones y diafragma. Tremendamente eficaz, ya que la flecha apenas encuentra más resistencia que piel, músculos y vísceras, evitando los grandes huesos.
Abatir un animal de casi 1000 kilogramos con un arco requiere situarse a una distancia no superior a los cuarenta metros. Si bien es cierto que algunos cazadores los cazan a mayores distancias, suele tratarse de personas muy experimentadas que conocen muy bien la anatomía del animal, cuentan con arcos y equipos muy especializados y, por supuesto, se trata de excelentes tiradores.
Existe mucha información, no siempre basada en datos reales, sobre el arco, flecha y punta de caza necesarios para abatir de forma rápida y eficiente estos robustos animales. Los arcos actuales son tremendamente eficaces, muy rápidos y precisos, y si bien puede parecer necesario el uso de potencias extremadamente elevadas, 80 o 90 libras, un arco de 70 libras puede ser suficiente, siendo lo más importante colocar la flecha en su sitio.
La elección adecuada de flecha y punta creo que es más importante que el arco en sí. Para los más técnicos, mi arco fue un Pse Decree Hd con tubos y puntas de manufactura australiana, las WidowMaker. El peso total del conjunto punta y tubo rondaba los 615 grains.
La ayuda de profesionales, en mi caso David Asín, de Vital Archery, es fundamental, y que te dejen el arco ajustado marca la diferencia en este tipo de caza.
Australia es un destino muy interesante para cazar con arco: largas temporadas, precios ajustados, cupos casi ilimitados al tratarse de especies invasoras y un lugar remoto que invita a la aventura.
Jorge Amador