El calor puede matar, y de hecho mata, cuando un animal está expuesto al sol en un espacio muy reducido sin ventilación o cuando hace mucho ejercicio en días muy calurosos, y los mecanismos de refrigeración (el jadeo) no son suficientes para compensar el calor generado.
1. VIGILAR EL PESO
Muchos cazadores asumen que durante la veda los perros de caza engordan por la falta de ejercicio, y luego, durante la caza, pierden peso llegando a estar extremadamente delgados. «Para que un perro cace, se le tienen que ver bien las costillas» era un dicho muy popular entre los cazadores de mi pueblo, que en la actualidad sabemos que es mejor no hacer caso.
Si queremos que nuestro perro esté bien, y que rinda al máximo durante muchos años, es mejor que ni esté gordo durante la veda ni delgado durante la caza.
Equilibrar las raciones y el tipo de pienso (de mantenimiento o de alta energía) según las necesidades de actividad y temperatura son las claves. Recordar que un perro de tamaño medio (20 kg) en reposo, a una buena temperatura (20 ºC), necesita unas 1800 kcal por día, lo que viene a ser unos 265 gr de pienso de buena calidad. Todo lo que demos de más lo invierte en engordar.
Un perro cazando varias hora, en pleno invierno, a temperaturas bajas, puede aumentar sus necesidades calóricas en más de cinco veces, es decir, que necesitará más de 1325 gr del mismo pienso al día para mantenerse. Todo lo que le demos de menos, el perro adelgazará.
También recordar el refrán de que «el ojo del dueño engorda el caballo», es decir, que la observación y el buen criterio del propietario, entre el gasto energético y las raciones que el animal recibe, son las claves para mantener bien al perro todo el año.
2. EL CALOR, EL PEOR ENEMIGO
El calor puede matar, y de hecho mata, ya que todos los veranos vemos perros que mueren por este motivo.
Esto ocurre principalmente en dos situaciones, cuando un animal está expuesto al sol en un espacio muy reducido sin ventilación, por ejemplo cuando se deja el coche a pleno sol con el perro dentro, o cuando el animal hace mucho ejercicio en días muy calurosos, y los mecanismos de refrigeración (el jadeo) no son suficientes para compensar el calor generado.
Las altas temperaturas se multiplican por dos dentro de un coche cerrado, haciendo que el perro se deshidrate en poco tiempo.
Como consecuencia de esto, la temperatura corporal del perro –habitualmente de 38’5 ºC– puede ascender hasta los 43 ºC, y ocurre lo que denominamos hipertermia exógena, o más comúnmente llamada ‘golpe de calor’.
Este problema se manifiesta con un rápido y entrecortado jadeo, respiración muy rápida, babeo abundante y síntomas de acaloramiento (es decir, todos los mecanismos de refrigeración en marcha).
Además, las mucosas aparecen oscuras y congestivas, y si le tomamos la temperatura, estará en torno a los 40-41 ºC.
Si la hipertermia persiste durante cierto tiempo, se produce daño por muerte celular en diferentes órganos, de especial importancia a nivel del sistema nervioso central, donde ocasiona un edema cerebral.
Otros órganos también pueden verse afectados, como el riñón, hígado o aparato circulatorio, y alteraciones a nivel de la coagulación.
En una fase más avanzada, pueden aparecer vómitos y diarrea sanguinolenta, así como síntomas de shock, estados de estupor e incluso de coma, y la muerte.
Ante un golpe de calor, lo más importante e inmediato es bajar la temperatura del perro, poniéndolo a la sombra, o, mejor, sumergiéndolo en agua (no en agua muy fría ni con hielos) hasta que la temperatura baje a los 38 ºC.
Aunque el paciente esté estabilizado, hay que asistir inmediatamente a un veterinario, para que compruebe los posibles daños internos, consecuencia de esta hipertermia, y actúe en consecuencia para prevenir secuelas.
3. DESENTRENAMIENTO
El perro de caza es un atleta, y como tal rinde al máximo durante los días de trabajo. Esto siempre produce un agotamiento, pero si tiene una buena forma física y lo cuidamos y alimentamos convenientemente, enseguida se recuperará y en unos días lo tenemos listo de nuevo.
Podemos compararlos con jugadores de fútbol, que juegan un partido y necesitan un mínimo de dos a tres días para recuperarse y volver a jugar a pleno rendimiento otros 90 minutos.
Pero estos periodos de actividad-descanso-actividad también terminan agotando a los atletas, que necesitan periodos más largos de reposo. Para esto sirven las vedas, para conseguir una recuperación más profunda del perro.
Pero es aconsejable que, entre estos periodos de máxima y mínima actividad, ni el tono muscular ni el peso del perro varíen mucho. El término ‘desentrenamiento’ se utiliza para describir lo que se debe hacer para mantener en un mínimo de condiciones físicas de deporte a un perro durante el largo reposo de la veda.
Hay que saber, además, que un buen entrenamiento se pierde en 4-8 semanas; por ello es prudente tener un plan de ejercicios o desentrenamiento durante la temporada de veda. El tema es mucho más sencillo de lo que parece a primera vista.
Basta con sacar al perro un par de veces por semana, para que corra y haga ejercicio durante 30-60 minutos. Esto le va a permitir tener una ‘base’ de ejercicio, fondo y tono muscular, y será mucho más fácil ponerlo en plena forma cuando comience la temporada.
4. MANTENIMIENTO
• Ejercicios que permitan mantener la forma física, la fuerza y la resistencia muscular, lo que se consigue con un programa de carreras de baja intensidad un par de veces por semana.
• Un máximo de juegos, con el dueño y con otros perros, que proporcionen al animal esparcimiento, placer y un equilibrio emocional.
• Mantener al animal en su peso óptimo.
5. APLICAR TRATAMIENTOS
El verano es la época más adecuada para vacunar a los perros.
La vacunación consiste en inocular una infección, por lo que es importante que el perro este fuerte, sano y con buenas defensas para afrontarla.
En plena temporada, el estrés y el cansancio, amén del frío, pueden mermar las condiciones físicas del perro.
También hay que desparasitarlos; internamente se debe hacer varias veces al año, una antes de la vacunación.
La abundancia, debida al calor, de pulgas, garrapatas y mosquitos, que son transmisores de enfermedades, hace aconsejable que, además, se realice una desparasitación externa.
Seguir siempre las recomendaciones de los fabricantes de los medicamentos y de nuestro veterinario.
Juan J. García Estévez