LA ANDADURA es de galope decidido, fácil, velocísimo, casi como la del pointer. Su mecánica se acerca, sin embargo, más a la del setter inglés. Habida cuenta de que es más alto sobre las articulaciones y de porte erecto, éste no se abandona a movimientos serpenteantes. En las largas carreras, con diagonales amplias y bien espaciadas, intercala el galope muy alargado de saltos irregulares, casi bandazos. A veces reúne las articulaciones en algún paso de galope cortado, pero preferentemente se estira en largas zancadas silenciosas, alzando los pies de tierra sólo lo suficiente para no hacer ruido. Bien recto sobre el corvejón, el cuello alzado y la cabeza ligeramente sobre la horizontal, da la impresión de guardar la horizontal más que de olfatear. Con la cola bajada, inmóvil, recuerda la silueta del lobo que sigue la pieza a la vista. Entrando en una zona levemente impregnada de efluvio, la remonta con algún corte inclinado, disminuyendo el galope, que entremezcla con algún paso sobre la punta de los pies. Se yergue también sobre las patas anteriores, como para ver más lejos y la cola, siempre baja, da algunas leves ondulaciones transversales. Cuando se da cuenta de que una alarma ha sido falsa, reemprende gradualmente la sólida andadura. Si por el contrario, se apercibe de la presencia de la caza, baja levemente la parte posterior, baja la andadura hasta proceder al paso y muestra en pose inmóvil y segura, pero no demasiado nerviosa o contraída. Bien erguido sobre el anterior, las orejas llevadas erectas, el cuello alzado, la caña nasal levemente bajada, los ojos ardientes, que se diría que van a la caza. Las narices dilatadas y en febril acción analizadora; la parte posterior por el contrario no siente la solemnidad del momento, se queda en posición normal, un poco replegado con la cola caída, inmóvil.
Este setter, por su porte alto en la búsqueda y por el olfato excelente, es el especialista en ventear a distancias hiperbólicas. Hace falta, sin embargo, conocerlo bien para darse cuenta, ya que lo manifiesta poquísimo exteriormente. Tiende a acercarse lo bastante para estar seguro y darse cuenta, y si no se conoce bien, por así decirlo, la muestra, se sospecha una muestra en blanco. Cortando de golpe una zona impregnada de efluvio, tan fuerte que le haga estar seguro inmediatamente de la certera presencia de la caza, se para en muestra después de algún paso y agacha un poco todo el cuerpo, con el cuello alargado y la cabeza tensa, tendente a la horizontal y así va de paso en muestra como se ha descrito. Si entra de repente en un efluvio tan fuerte, que le advierta que está al lado de la caza, cae en muestra espontánea, casi sentado sobre las nalgas, la cola en tierra, indiferente, pero siempre un poco erecto sobre el anterior y con la típica expresión de la cabeza. Entonces, cuando se da cuenta de que la caza, intenta salvarse caminando, la sigue con una seguridad absoluta, poniéndose antes en posición bien erecta, llevando la cabeza alta o altísima, pero la caña nasal nunca ascendente; así al paso o al trote silenciosísimos, y bastante amplios, no se la deja jugar, ya que se mantiene siempre a la justa distancia del fugitivo. La cola, pendulante, oscila un poco cuando camina y se queda inmóvil a cada estacionamiento.