Te despiertas cada media hora pensando que te vas a quedar dormido y el reloj casi ni avanza. Amanece, das un salto de la cama. Llega el día: da igual qué montería sea y dónde sea, pues te esperan tus amigos. Hoy será un gran día. Es tu día, el día de tu montería. Las migas son el punto de ebullición donde los cazadores transformamos el rayón que cazamos aquel día en el mayor navajero cobrado nunca: para grupo, el nuestro; para rifle, el mío, y para familia, ¡la mía!
El sorteo reparte suerte: el 1 del Collado de los Pastos. Me dice Riquelme que es un “puestazo” que voy a disfrutar. Juan León está cerca y hoy es el día. A las 15:30 nos vemos. No da tiempo a llegar al puesto. Reses por todos lados, escuchas romper monte, mi corazón late, se acelera, los nervios a flor de piel, veo pasar muchas reses, no puedo ni parpadear, el tiroteo ya es incesante, venados que dejo pasar, ciervas, muflonas, mufloncillos… Se me cuelan los cochinos y, ¡mecachis!, no me da tiempo a tirar. Ahí viene una ladra. Viene hacia mí, viene rompiendo monte, viene a galope a tendido. Es un gran venado, con un temple digno de Roca Rey, Morante, Ponce o José Tomás, en la mejor plaza del mundo, Las Ventas. Dejo que cumpla, es el momento, aprieto el gatillo, ha caído, tiemblo de la emoción, aún tengo el corazón a diez mil. ¡Vaya venado, vaya lance, vaya locura, vaya pasión! La pasión de mi vida. ¡Qué paisaje más maravilloso, qué montañas, qué silencio!, ¡qué hermoso cielo! Nunca te imaginé tan lindo, qué corto el viaje, casi no me di cuenta. Qué pronto han llegado las 15:30.
¡No sufras mamá, no! No he sufrido nada. Ha sido haciendo lo que más me gusta, mi pasión, la de mi hermano Miguel, la que me ha dado mis mejores momentos junto a mis hijos y junto a mi familia. No llores mamá, no hubiese querido por nada del mundo irme de otra manera. Es lo que siempre soñé. No ha sido una enfermedad, no ha sido un accidente, ha sido como yo quería… Haciendo lo que más me gustaba rodeado de mis amigos. No os preocupéis por nada, aquí todo está bien, estoy feliz, tengo el puesto de mi vida, en la armada del paraíso y con testeros al cielo. Os protegeré cada segundo. Recordarme haciendo lo que me gustaba con una sonrisa en la boca, con mis amigos. Soy afortunado, pues me he ido como siempre soñé.
Ustedes, mis amigos, y yo nos volveremos a ver a las 15:30 como siempre. No tengáis duda, cazad, disfrutad de esta pasión que tanto tanto nos ha dado.
Mamá, hermanos, hijos, aquí hay mucha gente que os quiere y que me quiere. No olvidéis que no me he ido, que nunca me iré. Mientras esté en vuestros corazones, ahí estaré, os ayudaré y os protegeré. Esa estrella que está en el cielo, sí, esa estrella que brilla o ese sol que luce ardiente, ese soy yo desde aquí. Os hago más fuertes, os hago mejores personas.
Familia, amigos… sois los amores de mi vida, aquí siempre estaré.
Vivid, cazad, disfrutad, sed felices cada segundo y recordad que jamás quiero que estéis tristes. Yo no lo estoy.
Os quiero.
Nos volveremos a encontrar, recordad, a las 15:30.
Jesús Riquelme