Santiago León tiene un hato de cabras originarias de Guadarrama que pastorea por el municipio zamorano de Tábara. Durante una de sus jornadas se detiene a hablar de las tradiciones del campo y también de sus animales, señalando el «bienestar y la tranquilidad» que tienen, a la vez que comenta el beneficio que hacen para prevenir incendios y cuidar de la biodiversidad. Las cabras de Santiago conservan la naturaleza y dan productos que tienen «sabores tradicionales y de arraigo a la tierra».
Este pastor refranero defiende trabajar con razas autóctonas porque aprovechan mejor los recursos naturales. Incluso en tierras pobres como en las que él tiene a su ganado, afirma que «tienen la ventaja porque siempre dan alimentos ricos».
Este pastor zamorano habla también del abandono del campo y recuerda que desde hace 40 años no haya cambiado nada. «Es más, no hay interés por cambiar nada», denuncia con voz templada. Explica que lo tradicional tiene un fin, que «lo van a dejar pudrir y los van a comprar las macrogranjas, los parques eólicos y las placas solares».
Santiago León cuenta que con el turismo rural se pensaba cambiar y mejorar el mundo rural, pero dice que lo único que «puede traer la vida es dignificar la profesión pastoril y que los recursos sean transformados aquí». Pediría que se creara riqueza, puestos de trabajo y calidad de vida, pero entiende que es imposible «porque hay muchas cosas que se nos ocultan y porque ya no hay sabia nueva que aquí quiera luchar».
Siendo vecino de Tábara, defiende que «todas las tradiciones deberían ser objeto, primero de conservar, después de preservar, y luego de escuchar», pero ve desde hace décadas cómo crece el abandono del campo y de municipios rurales como el suyo. «Aquí, al hijo se le ha educado dándole el desayuno y diciéndole: “Hijo, tómate el desayuno, vete a la escuela y márchate de aquí cuando seas grande”», en lugar de mostrarle los recursos de la tierra y crear infraestructuras.
Santiago León considera que se han perdido «desde los refranes populares hasta las costumbres y los usos», y que ahora solo hay «intereses espurios dirigidos por políticos y esa gente» que lleva a las zonas rurales «sus cestas de huevos» para que se las llenen. El pastor habla entonces de los generadores, de las placas solares y los fondos de inversión con las macrogranjas. «Para ellos, la vida; y para esto, la muerte», sentencia.