La caza de trofeos es una modalidad de caza legalizada en donde los cazadores pagan altas sumas de dinero a cambio de un permiso específico que les permite abatir animales y, en caso de que lo deseen, llevarse un trofeo. En definitiva, aquellos cazadores que pueden asumir el coste económico asociado a los permisos y que, además, cumplen con los requisitos exigidos, están autorizados a cazar prácticamente todo tipo de animales realizando su actividad dentro del marco legal.
En la actualidad, con el avance imparable de las nuevas tecnologías y la revolución que la industria del entretenimiento ha sufrido como consecuencia de la digitalización, es posible encontrar una enorme cantidad de apps para apuestas deportivas. Pero, ¿debería considerarse la caza de trofeos una alternativa?
Es importante tener en cuenta que se trata de una práctica controlada. La caza de trofeos se lleva a cabo dentro de un contexto administrativo supervisado. La Administración competente decide qué especies pueden abatirse así como el número máximo de ejemplares. Para determinarlo, basan su toma de decisiones en unos criterios de naturaleza científica que velan por la conservación de cada especie. En cualquier caso, aquellas que se encuentran en un peligro de extinción de forma potencial no están incluidas, bajo ningún concepto, dentro de esta modalidad de caza.
Aunque pueda parecer paradójico, la caza de trofeos puede tener consecuencias positivas a largo plazo en lo que respecta a la protección de animales. Los elevados volúmenes de dinero que los cazadores introducen dentro de los países de destino tienen un impacto directo sobre sus altas públicas. Uno de los efectos más llamativos es su contribución al desarrollo económico. Esta actividad, implica la multiplicación de posibilidades de inversión en empresas privadas. Por lo tanto, la población local siente una natural predisposición a proteger y cuidar a las especies pues, son conscientes de que su bienestar favorece las visitas de los cazadores y éstas a su vez incrementan la posibilidades de trabajo.
Además, debemos tener en cuenta que las elevadas sumas en concepto de tasas que los cazadores abonan a la administración permiten hacer frente a todos los gastos asociados en materia de conservación. Esto incluye la supervisión y cobertura a parques naturales, los servicios de guardería o la implementación de planes de lucha contra el furtivismo.
Pero, ¿existen plenas garantías de que las cacerías legales concuerdan con los planes de conservación? En realidad sí. De acuerdo con la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas (CITES) podemos corroborar que la caza de trofeos ha generado un impacto altamente positivo en una gran cantidad de zonas.
Por supuesto, existen voces opuestas que defienden que los subproductos de la caza de trofeos como, por ejemplo, los huesos de animales o sus pieles, tienden a introducirse en el mercado negro incrementando indirectamente la demanda de productos a los furtivos.
Ante esta línea argumental, ciertos organismos del segmento han declarado que, como consecuencia de una situación política marcada por la inestabilidad y la corrupción existe una gran cantidad de tasas de abate que generan una impacto menor sobre los planes de conservación del que, en principio deberían.
No obstante, no debemos olvidar que existe evidencia de que una gran cantidad de organizaciones altamente reconocidas contrastan la profesionalidad y solvencia de los cazadores y, además, se aseguran de que sus pagos repercutan directamente sobre la conservación de las especies.