La Fundación Artemisan advierte de que las consecuencias de una nueva paralización en la actividad cinegética, sumadas a las que ya se produjeron en el confinamiento del mes de marzo y a las limitaciones que se han dado durante estos meses, pueden ser devastadoras para la biodiversidad, la economía, la salud y la sociedad en general.
Cabe recordar que en España se abaten cada año más de 800.000 piezas de caza mayor, que se convertirán directamente en 1,5 millones de piezas, que se sumarán a las ya existentes si no se flexibilizan las restricciones y se permite la actividad cinegética. Esto provocará, sin dudas, densidades muy superiores a la capacidad de carga de cualquier territorio.
Una sobrepoblación que se traducirá en daños a la agricultura – actualmente se producen más de 1.000 siniestros agrícolas por fauna cinegética-, en la propia fauna y flora, en un aumento exponencial de accidentes de tráfico, algo que ya se está notando en numerosos territorios españoles, y en una expansión de enfermedades zoonóticas como la tuberculosis, entre otras.
Pero además de los efectos por sobrepoblación, Artemisan destaca las consecuencias socioeconómicas de la escasa, y en algunos casos nula, actividad cinegética que se están desarrollando en muchos municipios de la geografía nacional. Tras las últimas restricciones de la movilidad en varias CCAA, Artemisan insiste en que la actividad cinegética se ha demostrado esencial y en que se trata de una actividad segura, en la que se han suspendido todas las actividades sociales, que se desarrolla al aire libre, en la que no se accede a los cascos urbanos y, por lo tanto, con riesgo prácticamente nulo de contagio.
Por todo ello, Fundación Artemisan solicita a las administraciones competentes que, para este último mes de temporada cinegética, otorguen a la caza la misma flexibilidad que se ofrece para otras actividades del mundo agrario y que actúe antes de que las graves consecuencias de una nueva paralización de la actividad cinegética sean inevitables.