Ford se suma al segmento de los SUV Premium de lujo con el Edge, un modelo que apunta alto en todos los sentidos. Primero por su potente motor biturbo de 210 caballos rodeados de un nivel de seguridad que pocos ofrecen. Un vehículo que tiene las miras muy altas y razones no le faltan para encumbrarse.
Con el Ford Edge el fabricante americano cierra su gama de crossover a lo grande. Rivaliza por todo, tamaño, peso, prestaciones y equipamiento, con los grandes del segmento, pudiendo mirar de tú a tú a modelos como el Jeep Cherokee o el mismísimo Audi Q5.
A nuestro mercado ha tardado en llegar un par de años; la comercialización en Estados Unidos de esta segunda generación de Edge se inició en 2014, y desde entonces sus ventas no paran de crecer. Su procedencia americana se nota en el primer vistazo pues muestra detalles estéticos que todavía no han llegado al Viejo continente, como la parrilla hexagonal, por ejemplo, pero que no tardarán en incorporarse al resto de los modelos.
Apuntar a lo más alto del segmento exige cumplir con ciertos requisitos: potencia, tecnología y tamaño. De ninguno de los tres carece el Edge.
Para empezar su motor rinde 210 caballos extraídos del conocido motor de 2 litros TDCi. Para ello monta doble turbo; esto le permite tener unas prestaciones bastante buenas, pero sobre todo, y es lo que más se percibe, una respuesta al acelerador inmediata: 9,4 segundos en la aceleración 0-100 km/h y una velocidad máxima de 210 km/h. Para los que no quieran tantas prestaciones hay una versión más cauta de 180 caballos que solo emplea medio segundo más en la aceleración citada.
Pero intentar ser un peso pesado tiene sus contrapartidas, para empezar el tonelaje. La unidad probada arroja una cifra de 1949 kg de peso; no hay que llevarse las manos a la cabeza pues está al nivel de sus rivales. Evidentemente el tamaño, la tracción a las cuatro ruedas, el cambio automático y todo el arsenal de tecnología tienen su contrapartida.
A pesar del peso, como decimos, el Edge se mueve con soltura y se disfruta de su conducción. La respuesta del motor queda en muchas ocasiones enmascarada por el funcionamiento del cambio automático, que busca más la suavidad en los pasos de marcha que la eficacia.
En alguna ocasión nos habría gustado algo más de rapidez, en ese momento lo más conveniente es optar por hacer los cambios con las levas ubicadas tras el volante. Es la mejor manera de exprimir el potente motor. El consumo en este caso se resentirá. En condiciones normales se podrían enjuiciar de ligeramente altos, y, sorprendentemente, el que más llamó la atención fue el urbano, que no superó los 10 litros a los 100 km, algo que para su potencia podemos considerar de aquilatado. En carretera los consumos medios normales se sitúan en torno a los 8 litros.
En el apartado dinámico hay que destacar la buena puesta a punto de su chasis. Como en otros modelos de la gama, el Kuga por ejemplo, el Edge destaca en este apartado, sorprendiendo lo bien y rápido que se puede llevar un coche de 4,8 metros de longitud y tanto peso.
Los balanceos están muy contenidos y en zonas de curvas el coche se comporta como si fuese sobre raíles. El buen comportamiento se debe en parte a las grandes llantas y los neumáticos de bajo perfil.
NO ES UN TODO TERRENO DE VERDAD
En muchas ocasiones lo hemos dicho, el tener tracción a las cuatro ruedas no convierte a los coches en un todoterreno. El Ford Edge es una prueba de ello. El funcionamiento de su tracción total es muy sencillo. Funciona como un tracción delantera en todo momento y cuando detecta que hay pérdidas de adherencia o motricidad en el eje delantero el embrague situado a la entrada del diferencial manda par motor al eje trasero. Ford declara que desde que se detecta falta de agarre hasta que se pasa potencia a las ruedas traseras han transcurrido 16 milisegundos.
Su altura libre al suelo es ciertamente escasa, 170 mm, y junto a esos enormes neumáticos de 20 pulgadas y perfil 45 no permite grandes aventuras fuera del asfalto. El sistema funciona de modo correcto para ‘pistear’, pero meterse en mayores dificultades puede requerir usar el comodín de la llamada y que alguien acuda a nuestro rescate.
BUENA HABITABILIDAD, ACABADO Y EQUIPAMIENTO
Jugar en las grandes ligas solo lo pueden hacer los que están bien preparados. Y el Ford Edge no se deja ninguna bala en la recámara. La calidad que trasluce su habitáculo es muy alta, por ajuste y calidad de los materiales; bien es cierto que el acabado Titanium tiene determinados detalles que ayudan a mirar su interior con mejores ojos.
Deja ver su origen norteamericano en algunos aspectos, como el hecho de que las zonas de fuera de contacto, tanto visual como al tacto, podían estar mejor rematadas, pero esto se está convirtiendo en costumbre también en los fabricantes europeos por un tema de ahorro de costes. La instrumentación es completamente digital salvo las esferas de escala de velocímetro y tacómetro.
En lo tocante a espacio, tanto de las plazas delanteras y traseras, es simplemente brillante. Personas de gran talla pueden viajar con total confort tanto por espacio piernas como por altura, y eso que las versiones con techo panorámico siempre pierden algo de espacio para las cabezas, como ocurría en la versión probada.
Por sacarle algún defecto nos sorprende que siendo tan grande no tenga una opción de siete asientos. En las plazas delanteras hay que destacar la ergonomía del puesto de conducción y el buen tacto que transmite toda su botonería, por cierto menos abundante que en otros Ford. Su maletero, de 602 litros de capacidad, puede abrirse sin manos.
Para la mejora del confort de sus ocupantes el Ford Edge está equipado con el Sistema de Control de Ruidos Activo, que reduce la cantidad de ruido que penetra en el habitáculo. A través de unos micrófonos detecta las frecuencias molestas y mediante los altavoces del equipo de sonido las neutraliza. Un sistema que hace que los viajes sean realmente cómodos y placenteros.
El Ford Edge puede ser buen vehículo para quien busque un producto diferente y diferenciado que además nos permite salir del asfalto. Es un producto Premium de verdad donde se vive a bordo el lujo de los buenos acabados y la mejor tecnología al servicio de la conducción en un SUV de 210 caballos de potencia que se mueve con soltura y con cierto dinamismo. Además, juega a su favor ser un coche poco visto, lo que lo hace más exclusivo.