Tórtolas

Tórtola

Tórtolas

Tórtolas. Un futuro Incierto 

Iniciamos una nueva media  veda con la tórtola amenazada  como especie cinegética debido  a que SEO/BirdLife solicitó en mayo de  este año la moratoria de su caza en todo el  territorio español. ¿Tiene razón la organización  ecologista? ¿Sería eficaz esta medida como método  para recuperar las poblaciones de la especie? Los  científicos y expertos en tórtolas opinan que no.

Argumenta la organización ecologista que  “la delicada situación por la que pasa la  tórtola se ve agravada por la sobrecaza”,  a diferencia de lo que consideran muchos científicos  y expertos en la especie, como quedó bien  demostrado en una interesante jornada sobre la  especie que se celebró pocos días después de la  petición de la moratoria en la ETSI Montes (Madrid).
En esta ocasión, varios expertos, profesores  y catedráticos de la Escuela (ver trofeo número  541, páginas 10 y 11) no solo se mostraron en  contra de la moratoria, sino que algunos ponentes,  como José Miguel Montoya, llegaron a tildarla  de “inútil y contraproducente para la conservación  de la especie”.

Pero, sin embargo, la preocupación que ha  sembrado SEO/BirdLife entre los cazadores se  hace cada día más patente como demuestra el  hecho de las numerosas llamadas y consultas que  recibimos al respecto, razón por la que hemos  pedido a un grupo de colaboradores y científicos  expertos en la materia que opinen al respecto sobre  la moratoria y sobre actuaciones que se llevarían  llevar a cabo para invertir la situación de la  especie.

Estas son sus opiniones.

¿Cazar o proteger la tórtola? 
Juan Delibes 

Como tantos niños, la primera arma seria que tuve, después  del tirachinas, fue una carabina de aire comprimido. Mi padre  me la regaló de niño y sólo me la dejaba usar en Sedano,  el pueblo burgalés en el que pasábamos buena parte  del año.

Pero me dio una recomendación: “Tira sólo a los gorriones  o aves mayores, ya que los pajaritos pequeños son insectívoros,  beneficiosos para la agricultura, y es una pena  matarlos”. Lo seguí a rajatabla , pero es que el consejo paterno  tenía su miga: Sedano es un pueblo de montaña y la población  de gorriones es absolutamente residual.

Había un gorrión  por cada 20 carboneros, 30 herrerillos, 25 petirrojos, 40  mosquiteros… El gorrión era una pieza reina y muy escasa, y  con el tiempo tuve que aprender a recechar por las huertas  para tratar de cazar la pieza que encabezaba el “Grand  Slam”, que era, sin duda, la tórtola.

Sin ser muy abundante, la  tórtola criaba en los manzanos y se veía por todas las huertas.  Conseguía muy pocas, pero la caza de la tórtola para  un niño de mi edad era un rececho en toda regla y para mí  no tenía nada que envidiar a la del elefante de selva.

Con el  tiempo, siendo yo aún muy joven, la tórtola se extinguió de  Sedano. Desapareció completamente. No quedó una sola  pareja en todo el valle, ni en los aledaños.  Pero también  en Valladolid y otros enclaves de la meseta norte donde cazaba habitualmente se hizo rarísima y sólo aparecían contados  ejemplares en el paso migratorio de septiembre. Pocas veces  he visto una merma tan espectacular, y soy consciente de que  este declive ha sido más acusado en la mitad norte que en la  sur.

En la actualidad, las escasas ocasiones en las que me topo  con una tórtola durante la primavera me producen una enorme  alegría.  Creo que nadie discute la disminución espectacular de la población  de tórtolas y ahora la Sociedad Española de Ornitología  propone la posibilidad de vedar su caza temporalmente,  lo cual me parece razonable.

Los cazadores no somos matarifes  y, aunque a algunos les cueste creerlo, terminamos amando  más a las especies que cazamos que la mayor parte de los  ciudadanos que no salen al campo.

Hay muchas menos tórtolas  y además las pocas que quedan son atraídas eficazmente  mediante cebos para realizar tiradas durante la media veda.  Creo que el declive de la tórtola no está provocado, en absoluto,  por la caza, e imagino que la acción cinegética sigue sin  influir demasiado en la abundancia de la población tortolera,  pero, aunque sólo sea por responsabilidad e imagen, me parece  adecuado detener temporalmente la presión sobre las tortolillas.

¿Es muy preocupante el hecho de que en España haya  cada vez menos tórtolas? Creo que en absoluto. La tórtola  a nivel global no se halla amenazada, y lo único que ocurre es  que por circunstancias que desconocemos tiende a desaparecer  en nuestro país.

La naturaleza es dinámica y las poblaciones  animales se hallan constantemente fluctuando, en buena  medida a consecuencia de la actividad humana. Las tórtolas  tienden a desparecer, pero otras especies que hace poquísimo  tiempo se hallaban en nivel máximo de amenaza en nuestro  país ahora mismo se expanden rápidamente.

¿Se acuerdan de  que los calamones estaban casi extintos hace dos o tres décadas?  Ahora son abundantísimos en buena parte de los humedales  españoles y colonizan a pasos agigantados nuevas zonas  encharcadas. Los moritos dejaron de nidificar en España y el  otro día pude ver un bando de cientos de ejemplares, además  de enterarme de que ya crían en varias comunidades autónomas.  La malvasía, los tarros blancos…

Eso por hablar de aves,  pero los cazadores lo sabemos muy bien por el ejemplo de corzos,  lobos , jabalíes y ciervos, cuyas poblaciones crecen, mientras  que las de perdices, liebres o conejos merman.

Soy partidario, pues, de vedar temporalmente la caza de la  tórtola, pero comparto la preocupación de muchos cazadores  acerca de la temporalidad, y sospecho, como tantos otros, que  cuando una especie entra en la lista de las especies protegidas  es para no salir jamás.

La naturaleza es dinámica y las poblaciones  fluctúan. Las leyes y normas deberían hacer lo mismo, pero  temo que no van al compás.

“La caza no determina la situación de la tórtola común” 
José Luis Garrido 

A primeros de mayo la Sociedad Española de Ornitología, SEO/  BirdLife, nombró a la tórtola común o europea (Streptopelia turtur)  especie del año a la vez que solicitaba al MAGRAMA que  se incluyese en el catálogo de especies amenazadas como Vulnerable  y que se aplicase una moratoria a su caza.

A muchos cazadores nos ha creado inquietud el mensaje de  la SEO, pero no por la situación de la tórtola, que hace años nos  preocupa, sino porque lo de vedar un ave en la situación agrícola  actual es un trampantojo de los conservacionistas, que  dan a entender que al vedar la especie se recuperará cuando  conocen que no va a ser así, porque son otros los problemas  que afligen a la tórtola.

No hay ningún caso concreto de veda  de una especie que nos permita poner como ejemplo que una  moratoria de caza haya supuesto la recuperación de la misma.  Tampoco vamos a decir a nadie que la caza es la mejor medicina  para su salud.

La SEO, por otra parte una entidad encomiable, comete un  gran error solicitando la moratoria de caza para dar a entender  que así se salva la tórtola de una situación que nos preocupa  a todos los conservacionistas, seamos cazadores o no.

A algunos  nos indigna que intenten hacernos creer que vedar es recuperar  las especies, sobre todo a los que dejamos de cazar entre  1971 y 1973 un centenar de piezas de caza (la mayoría poco  atractivas cinegéticamente) para protegerlas.

Con muy buen  criterio para la mayoría, esos años prohibieron cazar el oso, el  lince, los mustélidos, rapaces, esteparias, urogallos y otras. Después  de más de cuarenta años sin cazarlas, ninguna ha levantado  cabeza; excepto algunos lustrosos predadores (meloncillo,  por ejemplo) que tanto daño causan a la fauna más sensible.

Y  esto nos hace pensar que al lince, al urogallo, a las esteparias y  a varias rapaces les ha venido muy mal no cazarlas, pues eran  sus poblaciones mucho más generosas cuando andábamos “a  tiros tras ellas”; es un decir.

Me comentaba Juan Antonio Sarasketa:  “Mata más la receta que la escopeta” cuando conoció  los datos del proyecto “semillas” y comprobamos que se mueren  las aves por comer las semillas blindadas.

La SEO se ha organizado desde su creación en 1954 de manera  envidiable. Su principal objetivo conservacionista le ha dado  prestigio y unas fortalezas que han movido voluntades políticas,  industriales y sobre todo económicas.

A partir de 1982 la sociedad  empezó a acometer concursos públicos y, más tarde,  proyectos Life europeos, lo que suponía manejar cientos de millones  que se incrementaron al ser declarada entidad de Utilidad  Pública en 1993.

Los miles de colaboradores posibilitan objetivos baratos que  deben valorarse en su justa dimensión.

El proyecto SACRE, en  el que fundamentan la situación de la tórtola, dispone de datos  muy escasos en varias comunidades, aunque sean los únicos  disponibles los que presentan ellos en los juzgados, porque  cuando empezábamos a estudiarlos en FEDENCA-RFEC vino “el  terremoto”… y las réplicas, que han convertido a la representación  de los cazadores en una vergonzosa escombrera.

Actualmente,  la SEO recibe sostén de las administraciones europeas  y españolas, que son precisamente quienes engrasan con subvenciones  y proyectos esta maquinaria ya imparable que la da  tantas fortalezas.

Cosa que nosotros no hemos sabido hacer,  aunque también hemos recibido interesantes apoyos económicos.  Saben los de SEO que la tórtola común ha disminuido sus poblaciones  en España por, al menos, todas estas causas que citamos:
• Destrucción del hábitat por desaparición de linderos, incendios forestales, etc.
• Tratamientos insecticidas en cultivos arbóreos que provocan pérdida de puestas
y la muerte de pollos (mosca blanca del naranjo y otros frutales, procesionaria del pino, etc.).
• Biocidas agresivos en la semilla del girasol (Tiram y Fipronilo, prohibido recientemente) de efectos letales..
• Uso de herbicidas en linderas y caminos que eliminan ciertas plantas adventicias (ceñilgos, mostaza blanca, etc.) buenas para su alimentación.
• Acoso y desplazamiento de sus espacios tradicionales por la tórtola turca, más potente.
• Presión predadora excesiva de rapaces, córvidos, mustélidos y felinos sobre tórtolas, sus nidos y huevos.
• Comunidades autónomas como Aragón y La Rioja cazan sin cupo e inician la caza antes del 20 de agosto.
• Caza concentrada en fincas donde se ceba desde mayo con pipas de girasol sin autoridad que lo controle.
• Cultivo abundante del girasol, que concentra a la especie.
• Cambios de usos agrícolas en sus hospedajes africanos de invierno.
• Desarrollo agrícola agresivo en Marruecos, donde parte de la población se reproduce, queda en ese país y sufre las consecuencias.
• Caza excesiva en Marruecos con tiradas masivas de centenares de capturas.

En España, con carácter general, se caza con un cupo prudente  y se mantiene la veda hasta el 20 de agosto como recomienda  el comité ORNIS:

Saben también en la SEO que el Plan Europeo para la Tórtola  marca unos objetivos y en ninguno de ellos la CE se plantea prohibir  su caza, como pueden leer:
1.- Establecer buenas prácticas de manejo del hábitat de nidificación  y su restauración.
2.- Recabar datos científicos sobre tendencia y dinámica poblacional  en nidificación y en invernada. Se solicitan los datos referentes  a la competencia con la tórtola turca.
3.- Recoger datos sobre la potencial incidencia de la caza en la  conservación de la especie.

Como apuntaba al principio de este artículo, debo repetir que  no creemos que la veda de la tórtola suponga su recuperación,  porque las tórtolas no desaparecen por la caza. Vedar sería engañar  a la sociedad transmitiendo la sensación de que ya se había  resuelto el problema de la tórtola con esa medida.

La SEO  daría por cumplido su objetivo de impedir la caza lo que pueda  y de demostrar su poderío a las bases; pero la tórtola quedaría  olvidada en el rincón de la agonía, como están ahora tantas  otras especies en su día bandera de la ecología.

¿Saben ustedes  cómo andan algunas esteparias? ¿Y el urogallo? La tranquilidad  que supondría esta moratoria para los conservacionistas  es un señuelo y una manera engañosa de zafarse del problema  que pasa por la denuncia ante el MAGRAMA a las multinacionales  que venden esas aplicaciones agresivas que deben  ser sustituidas.

Además de controlar a la tórtola turca de inmediato,  que se ha multiplicado por 7,15 en estos años.
Pues eso.

“Es necesario su estudio y gestión” 
Javier Hidalgo 

Cuando se produce disminución poblacional en una especie  cazable, lo primero que el gremio conservacionista reivindica  es la prohibición de su caza. Se ignora así el hecho fehaciente  de que es precisamente la actividad cinegética la mejor  valedora de la conservación de las especies cazables.

¿A  qué se debe sino la alta densidad poblacional de la perdiz roja  salvaje en los cotos andaluces de caza? ¿Cómo se justifica  la abundancia de grouse (lagópodo) en los tradicionales moores  (brezales) del norte de Inglaterra y Escocia?

La actividad cinegética tiene otros efectos colaterales. Así,  el aguilucho pálido es objeto de una polémica interminable  entre ecologistas y cazadores y presenta una población en  riesgo de extinción en Gran Bretaña.

Pero ¿qué sería de esta  especie si no existieran los cotos de grouse y de faisanes y perdices  que hoy son la base de su establecimiento y manutención  en ese país?

Por ello la controversia que hoy florece en España acerca  de la población de nuestra tórtola, Streptopelia turtur turtur,  habría que conducirla con pies de plomo y teniendo en cuenta  todos y cada uno de los factores que puedan influir en su  mantenimiento y preservación.

Vamos, que antes de instruir  ninguna medida radical, yo propondría un profundo estudio  llevado a cabo por profesionales de comprobada autoridad,  que en su trabajo consideren todas las circunstancias y oigan  las opiniones, tanto de conservacionistas como de los gestores  de fincas de caza.

Porque la verdad es que donde más densidad  de tórtolas he visto yo en estos últimos tiempos en que se  preconiza su disminución censal ha sido precisamente en los  cotos de caza menor gestionados para el aprovechamiento  cinegético de la especie, mientras que en reservas naturales,  parques, terrenos libres, etc., su presencia no ha hecho más  que disminuir.

Una moratoria de caza es impopular entre gestores y propietarios  de sus mejores hábitats, que con toda probabilidad  abandonarían el manejo adecuado de los mismos y acelerarían  así un mayor descenso de los efectivos.

La gestión adecuada  de los cotos viene demostrando que en ellos la población  se mantiene aun y a pesar de la actividad cazadora.  ¿Por qué no ampliar esta gestión a todo el territorio?

Con el  enfoque centrado en los cazadores, nos olvidamos de tener  en cuenta otros factores que sin duda influyen en mayor medida  sobre el tamaño de la población de las especies salvajes.

La tórtola necesita terrenos que le proporcionen agua, comida  y soporte para los nidos. Los cambios en las prácticas agrícolas  han debido alterar poderosamente la disponibilidad de  estas necesidades. Las hierbas salvajes, productoras de semillas  apetecidas por este ave, han sido eliminadas de los campos  con herbicidas masivos y ya no existen esos mosaicos de  barbechos y campos de maíz, trigo, girasol y sorgo.

El desmonte  y la transformación de la dehesa y el monte mediterráneo  han suprimido el soporte necesario para la cría y las fumigaciones  continuas de cultivos alternativos, como los árboles frutales,  destruyen cualquier intento de reproducción.

Cualquier determinación que se adopte habría de tener en  cuenta las experiencias pasadas y no caer en los mismos errores  antiguos. El mejor ejemplo es el de Doñana.

Cuando este  espacio natural era un paraje cinegético de propiedad y gestión  privadas, en él se cazaba, se pescaba, se recogían cosechas  naturales, como madera, piñas y carbón, existía la ganadería  extensiva, etc.

Además se controlaban las poblaciones  de zorros, meloncillos, linces… No por ello bajaron las poblaciones  de las especies cinegéticas y no cinegéticas.

Una vez  declarado espacio público protegido y a pesar de las ingentes  cantidades de dinero procedente de los pagadores de impuestos,  que se han invertido en su conservación, comenzaron  los problemas: las águilas imperiales están en su censo histórico  más bajo dentro del espacio natural y los linces han huido del  mismo en busca de conejos que allí ya no quedan.

El problema  elemental es la falta de la gestión adecuada.  Por ello, debemos insistir, antes de adoptar cualquier medida  que por improvisada pudiera resultar contraproducente, habría  que solicitar un análisis de la situación real a personas y entidades  capacitadas para ello, que deberán tener en cuenta  todos los factores y las circunstancias que han conducido  a la población de nuestra tórtola a la presente situación censal  que resulta alarmante.

Y a la vista de ello, deberán proponer  las medidas de gestión adecuadas para detener e invertir  esa tendencia decadente. Medidas que habrán de ser implementadas.  Todo lo demás son tiros de fogueo.

El valor de las perchas menudas 
Daniel Puerta Serrano  

Caza y conservación han de ser, de forma insistente, dos términos  vinculados sin género de duda o atisbo de discusión.  Una premisa sensata desde la que abordar la situación que  actualmente, arrastrando estadísticas y posiciones encontradas,  suscita el debate acerca de una posible veda de la caza  de la tórtola europea o común.

Esta especie representa el  icono de una singular modalidad de caza arraigada principalmente  en el centro y sudoeste español desde hace décadas.  Mas su caza, representativa del periodo estival, cargada  de recuerdos y riquezas cinegéticas, ya no es lo que era.

La  población reproductora de tórtola común ha disminuido notablemente  y urge delimitar las posibles causas así como establecer  un ramillete de soluciones. Una de ellas parece prioritaria  y depende del cazador.

No es necesario recurrir a los estudios sobre la evolución demográfica  de la tórtola común en Europa para comprobar  que su presencia en los campos se hace cada vez más huraña.

Sin embargo, esta especie no se ha vuelto más esquiva ni  ha colonizado otros espacios; caso totalmente opuesto al de  la tórtola turca, que ha expandido su área de distribución de  manera asombrosa desde sus poblaciones originarias en la  península balcánica.

Hasta la década de los 70 del siglo pasado,  años en que la especie foránea comienza a colonizar  el territorio íbero, la tórtola europea presenta poblaciones saneadas  durante los meses en los que habita Europa.

El número  de parejas reproductoras desciende paulatinamente hasta  nuestros días mientras la nueva colonizadora multiplica su  número y aumenta su territorio. Dos fenómenos paralelos, con  efectos contrapuestos, que se solapan temporal y geográficamente  pero que no se pueden vincular.

Los investigadores manejan  varias hipótesis acerca de sendas transformaciones en  la demografía de las dos especies y no terminan por acordar  si existe competencia entre ellas. Lo que sí parece constituir un  elemento condicionante del incremento de tórtolas turcas y  del declive de las comunes es el entorno, o sea, el hábitat que  les sirve de escenario.

Y este, para mal de las segundas, ha  cambiado drásticamente.  Las consecuencias devastadoras que los conflictos bélicos  sufridos durante el siglo XX causaron sobre la población propiciaron,  entre otras medidas, la creación de medidas para  asegurar el abastecimiento de alimentos.

Así nació la Política Agrícola Común (PAC). Europa fue un dosel de cereal con  prácticas agrícolas menos incisivas con el medio ambiente  de lo que son en la actualidad, exceptuando el uso de pesticidas.

Había mucho grano en el campo; tanto, que la PAC  llegó a frenar décadas más tarde la producción excedente  pagando al agricultor por no sembrar.

Sea como fuere, áreas  tradicionalmente cerealistas se han ido vaciando de tórtolas  al tiempo que el mosaico de hojas de siembra iba reduciéndose.  Los usos agrícolas y ganaderos, más mecanizados e intensivos,  han ido modelando el paisaje de forma significativa  en menos de 50 años.

Esta veloz conversión es la que presenta  la Sociedad Española de Ornitología (SEO/BirdLife) como  “uno de los grandes problemas” que afecta negativamente  a la tórtola europea y que “se ve agravado” por la caza  de la especie.

Sucintamente, añaden la sequía y un pastoreo  excesivo en las zonas africanas de invernada como agentes  causantes. Pero la SEO, que pretende realizar tareas de investigación  sobre la especie, solamente propone una medida  coercitiva para resolver su situación poblacional: vetar su  caza.

Propuesta que también sostiene, junto a la inclusión como  “Vulnerable” en el Catálogo Español de Especies Amenazadas,  un documento firmado el pasado abril por más de 40  científicos e investigadores del CSIC, universidades españolas  y otras entidades conservacionistas.

El declive es consecuencia de la amalgama de muchos  factores (quizá algunos se desconozcan) que inciden de manera  generalizada sobre la especie en sus áreas de distribución.

Nadie lo discute, obviamente, pero sí que sea la prohibición  de la caza la única medida restrictiva que proponen  para revertir las poblaciones. La casa por el tejado… Ignoramos  en gran parte qué ocurre durante los meses invernales  en los que las tórtolas ocupan vastas extensiones al sur del Sahel  y qué incidencia podría tener sobre la población; desconocemos  si han variado los procesos migratorios, cómo influye  la depredación, y queda explicar rigurosamente el fenómeno  marroquí.

Además, habría que revisar las subespecies turtur.  Pero sobre todo, qué ocurre con el hábitat perdido, ¿cómo  recuperarlo? La épica tarea de recobrarlo queda únicamente  en recomendaciones a las administraciones, pero se insiste  en la necesidad de una “veda temporal para que las poblaciones  puedan recuperarse”.

Modificar las prácticas agro-ganaderas a nivel europeo parece  tan utópico como tediosa resulta, dentro del inmovilismo  que caracteriza a la Directiva de Aves, la inclusión de la tórtola  turca en la lista de especies con aprovechamiento cinegético.

Al ser la común un ave migratoria, cualquier gestión coherente  habría de hacerse mediante acuerdos y cumplimien- tos internacionales. No obstante, medidas efectivas para la especie  de ámbito estatal serían aplaudidas.

No tanto lo es esa  práctica, que comenzó hace décadas para conseguir que la  media veda siguiese teniendo como protagonista a la tórtola  común, de los comederos o cebaderos: toneladas de granos  sobre el terreno sin orden ni control pero con desvelos e inversiones  propias.

Abren posiciones a favor y en contra.  Un primer beneficio supone aumentar la disponibilidad de  comida para la tórtola, e indirectamente para otras muchas  especies. Las recientes conclusiones que apuntan, tras un estudio  de campo, hacia una mayor productividad de las tórtolas  en esas zonas con alimentación suplementaria establecen un  dato significativo.

Ayudan al global de la especie, pero este aspecto  provechoso se desmorona si, como sucede en comederos  y otros cazaderos, las capturas de cada temporada superan  los resultados de la cría. Cazar menos es la clave.

Tan torcida puede ser la idea de insistir en prohibiciones como  pernicioso para la especie el hecho de sobrepasar los cupos  de capturas. La caza de la tórtola no puede ejercerse como  cuando abundaba y ofrecía jornadas inolvidables, pues  ahora toca reportarse al cazarlas.

Alimentar al campo ayuda a  criar tórtolas. Cumplir los cupos escrupulosamente es la primera  solución. Está en manos del cazador.

“Es un error pensar que la caza es la causante del declive de la tórtola” 
Gregorio Rocha 

Cuando me piden la opinión sobre cualquier asunto de mi incumbencia,  lo primero que hago es valorar la información  que tengo al respecto para posteriormente pronunciarme  con los mejores argumentos posibles.

En el caso de la tórtola,  he dedicado buena parte de mis esfuerzos, desde mis inicios  científicos (tesis doctoral), a documentarme con rigor y a generar  información a través de estudios observacionales, que  siempre han tratado de arrojar luz a las enormes lagunas de  conocimiento que me he ido encontrando.

Desgraciadamente,  aún existe mucho por descubrir sobre la magnitud de los  factores biológicos, ecológicos y humanos que, de forma aislada,  o interrelacionada, influyen negativamente sobre la demografía  de la especie.

Simplificando, podríamos aglutinar  gran parte de esos factores en un solo proceso: “disminución  de la cantidad y calidad (degradación) de su hábitat”. En general, este proceso está bastante documentado y viene  afectando de forma paulatina y continua, año tras año, a  las áreas de reproducción de la tórtola (también a las zonas  de paso y a los cuarteles de invernada).

La misma suerte está  corriendo la mayoría de especies granívoras (no cinegéticas)  ligadas a medios agrícolas y con las cuales esta colúmbida  comparte hábitats reproductivos.

Buena parte de culpa  en ese proceso se puede atribuir a la intensificación de la  agricultura, que ha traído consigo prácticas nefastas para la  especie: el abandono de cultivos marginales poco productivos,  el uso masivo de fitosanitarios, la eliminación de márgenes  y lindes arboladas, y la moderna y eficiente maquinaria recolectora  que no deja un grano en el suelo…

Por otro lado, también  está documentado que la caza de la tórtola en fechas  tempranas (mediados de agosto) afecta al renuevo de las  poblaciones locales por eliminación de una parte importante  de la población juvenil, aunque no conocemos la magnitud  global de su efecto.

Este efecto se puede minimizar o eliminar  retrasando la apertura de la media veda a partir de entre 7-10  días (ya hecho en muchas comunidades autónomas).  Recientemente, hemos podido demostrar mediante un  trabajo publicado en el último número de la revista científica  Animal Biodiversity and

Conservation que el aporte de alimento  que se realiza en muchos cotos que cazan tórtolas  puede llegar a doblar el éxito reproductor de la especie respecto  a los cotos que no realizan aporte de alimento.

Lo que  se revela como un efecto tremendamente beneficioso para  la especie. Queda por saber cuánto de bueno tiene el hecho  de aportar alimento una vez descontado el efecto negativo  de la extracción de individuos que se realiza allí posteriormente  con la caza.

En unos meses conoceremos más sobre  este tema gracias a un trabajo que está ahora en fase de  ejecución.  Por todo ello, creo que caeríamos en un error al pensar que  la caza, por el mero hecho de extraer efectivos poblacionales,  es una actividad causante o favorecedora del declive de  la especie, ya que habría que valorar los efectos positivos que  tienen las mejoras de hábitats (realización de siembras, aportes  de alimento…) que lleva aparejadas en muchas ocasiones  la actividad cinegética.

Mi opinión, por tanto, va más encaminada  a apoyar la generación de mayor información, de  manera que tengamos un conocimiento más profundo de esta  actividad, para argumentar y justificar con datos las decisiones  normativas a adoptar en vez de aplicar una moratoria  “preventiva” y con poco fundamento.

Hasta entonces las administraciones,  federaciones, asociaciones de caza y cazadores  en general pueden ir avanzando y dedicando esfuerzos  para que se cumplan de verdad las limitaciones legales  existentes (cupos de capturas, horarios de caza, etc.) y para  que se registren de forma exhaustiva las capturas anuales en  cada acotado de forma que se pueda contar con una base  real y transparente de los efectivos anuales que extrae la actividad  cinegética.

Con toda la información sobre la mesa, a  mi entender, se podrán tomar decisiones al respecto sin que  nadie (ecologistas y cazadores) pueda sentirse agraviado.

Tórtola
Tórtola
Tórtola