7mm. Remington Magnum. Una munición no superada

7mm. Remington Magnum. Una munición no superada.

Se han comercializado muchos otros cartuchos de 7 mm, pero hasta la fecha ninguno ha logrado competir con el 7 mm Remington Magnum en la caza de todo tipo de animales no peligrosos. Esta es la singular historia de un cartucho no superado que sirve prácticamente para cazar todo.

 

Munición Remington calibre 7 mm Remington Magnum. Los tres primeros cartuchos están cargados con bala Core-Lokt de 140, 150 y 175 grains, que es el proyectil Remington de expansión controlada más famoso y el que, con pesos de 150 y de 175 grains, se utilizó en 1962 para comercializar los primeros cartuchos. Hoy se siguen fabricando, lo que prueba su eficacia.

 

Muchas personas creen que Remington diseñó su 7 mm Magnum en 1962, para poder competir con otros cartuchos similares que Winchester había desarrollado unos años antes. En especial con el .264 Winchester Magnum, lanzado al mercado en 1958.

Y así fue, porque a medida que el 7 mm Rem. Magnum fue ganando popularidad, el .264 Win. Magnum la fue perdiendo. Sin embargo, la idea original por la que se comenzó a gestar su desarrollo no fue comercial, sino fruto de la experiencia y de las necesidades cinegéticas de un cazador profesional que, años después, retomarán y perfeccionarán los ingenieros de Remington con tal acierto que, cuando lo lanzan al mercado en 1962, no sólo logran competir con el citado .264, sino también poner contra las cuerdas a Winchester, su eterno rival.

Comenzando por la izquierda, .275 H&H Magnum cuya vaina se utilizó para crear en 1962 el 7 mm Remington Magnum, 7×61 Sharpe & Hart, 7 mm Weatherby Magnum y 7 mm Remington Magnum.

Idea original

 

Efectivamente, el motivo por el que se gestó el 7 mm Rem. Magnum surge unos años antes de su lanzamiento mientras el famoso escritor y cazador estadounidense Jack O’Connor estaba de caza en Wyoming con el guía Les Bowman, que también era colaborador de la revista Guns & Ammo, por lo que entendía de armas, además de caza.

Bowman le comentó a O’Connor que había notado durante su trabajo de guía que los cazadores que utilizaban calibres de retroceso moderado lo hacían normalmente con mayor precisión, opinión con la que O’Connor no pudo estar más acuerdo. De hecho, a él le encantaba el .270 Winchester, entre otras razones, porque, precisamente, su bajo retroceso le permitía disparar con gran precisión.

Sin embargo, Bowman consideraba que el cartucho ideal que a él le gustaría utilizar, además de tener un retroceso moderado, debería penetrar un poco más que el .270 Winchester, por lo que tiempo después O’Connor le envió un rifle recamarado para el cartucho británico .275 H&H Magnum, pues podía disparar balas de 7 mm (aunque de calibre .284”, en vez de .277”) de hasta 175 grains, mientras que la más pesada que cargaba el .270 eran de 150 grains.

El 7 mm Remington Magnum, como prácticamente todos los cartuchos de 7 mm, carga balas calibre .284” que, con el paso del tiempo, se han hecho cada vez más aerodinámicas y expansivas y han mejorado la eficacia de la munición a larga distancia. Utiliza el mismo tipo de vaina ‘belted’ que usan prácticamente todos los cartuchos magnum desarrollados hasta el año 2000.

 

 

Rifle Remington 721. Es el modelo de rifle que modificó Les Bowman para poder probar la munición .275 H&H Magnum que, al estar obsoleta, tuvo que fabricarla de forma artesanal y denominó ‘.280 Remington Magnum’.

Desarrollo experimental

 

Cuando Bowman recibió el .275 H&H Mag, ni él ni O’Connor eran conscientes de que su vaina, tipo belted de 2,5” de longitud, diseñada por H&H al modificar la del .375 H&H Mag, sería utilizada después para crear el 7 mm Rem. Magnum, pero así fue.
El .275 H&H Magnum no era desconocido en los Estados Unidos, porque en 1926 lo introdujo Western Cartridge Co, que era la empresa que fabricaba la munición Winchester.
Sin embargo, cuando sucede la historia que estamos narrando, el .275 ya estaba en desuso y no se conseguía con facilidad, por lo que, para poder probarlo bien, Bowman tuvo que hacerse la munición recortando y modificando vainas del .338 Winchester Magnum y, además, encargó que le fabricaran un cañón que instaló en su rifle favorito, un Remington mod. 721.
No sabemos cuanto tiempo tardó en tener disponible su nuevo equipo ‘wildcat’, pero sí que resultó ser un conjunto tan efectivo en todo tipo de piezas, incluso en osos pardos, que le pareció excelente tanto a Bowman como a sus clientes (*) y también sabemos que el guía le puso nombre a su cartucho: lo llamó .280 Remington Magnum porque era del mismo calibre, pero más potente, que el .280 Remington, munición comercializada en 1957.

(*) Cabría preguntarse, con razón, cómo es posible que el cartucho de Bowman tuviera tanto éxito a finales de los años 50 y, sin embargo, no lo tuviera el .275 H&H Magnum hasta el punto de que quedó obsoleto. Las principales razones son que el .275 era una munición de origen británico que no pudo competir con el .30-06, entre otros motivos, porque cuando se comercializó en EE. UU. en 1926 no se utilizaban apenas los visores y los cazadores, al no poder apuntar con precisión, preferían recechar con calibres más potentes.

Así eran los cartuchos en los años sesenta, prácticamente idénticos a los actuales si están cargados con el mismo tipo de bala: Ptd. Soft Point Core-Lokt.

 

Este es el aspecto de las primeras cajas de cartuchos. Nótese que indican que es una munición de alta velocidad y que el pistón no es corrosivo con las palabras Kleanbore Priming, pues en la época aún se seguían fabricando pistones que dañaban las paredes del cañón si éste no se limpiaba bien de residuos después de disparar.

 

Remington mejora el cartucho

 

No puedo imaginarme la cara de sorpresa que se les quedaría a los directivos de Remington Mike Walker y Wayne Leek cuando, tras contratar a Bowman como guía de caza, conocieron y probaron su .280 Remington Magnum en el Remington 721 modificado. Sobre todo, la de Mike Walker porque, ¡era el ingeniero que había diseñado el Remington mod 721!

Por otro lado, el azar quiso que, precisamente por esas fechas, Mike Walker y su equipo de ingenieros se encontraran diseñando un nuevo rifle, el Remington modelo 700, por lo que pensaron que sería buena idea lanzarlo al mercado junto con un nuevo cartucho.

Y, dicho y hecho, en compañía de Bowman se lo propusieron personalmente a su empresa, quien aceptó el proyecto que culminó en 1962 al presentar el Remington 700 recamarado, entre otros, para el 7 mm Remington Magnum: un nuevo y potentísimo cartucho basado en el de Bowman, pues utilizaba prácticamente su misma vaina, pero disparaba dos pesos de balas Core-Lokt a mayor velocidad o mejor dicho, a una asombrosa velocidad para la época (**), con el fin de que se pudiera usar a mayores distancias: Pointed Soft Point Core-Lokt de 150 grains y de 175 grains a 3.260 y 3.020 pies/s (994 y 920 m/s), respectivamente, mientras que la velocidad de la bala de 175 grains del .275 H&H Mag. era de 2.680 pies/s (817 m/s).

El calificativo de «asombrosa velocidad» no es una exageración, porque, aunque en 1962 existían en EE. UU. dos cartuchos de 7 mm que desarrollaban una velocidad similar, tenían una escasa difusión comercial y se utilizaban poco.

Uno era el 7 mm. Weatherby Magnum, lanzado en 1947, porque sólo lo disparaban los rifles Weatherby. Y, además, las primeras cargas de 150 grains del 7 mm Remington Magnum lo superaban en velocidad, pues la munición Weatherby Magnum de 154 grains «sólo» desarrollaba 3.160 pies/segundo.

Y el otro era el 7×61 Sharpe & Hart, utilizado en rifles Schultz & Larsen. Este cartucho, hoy obsoleto a diferencia del 7 mm Weatherby Magnum, cargaba balas .284” de 160 grains que disparaba a 3.140 pies y utilizaba una vaina belted de 2,4 pulgadas de longitud muy parecida a la del 7 mm Rem. Magnum.

(**) Los datos de velocidad para las balas originales indicados del 7 mm Remington Magnum no son erróneos. Es la velocidad que desarrollaba la munición hasta que en los años 90 se fija (se estandariza) en 3.110 y 2.860 pies/segundo (948 y 872 m/s) para las balas de 150 y 175 grains, respectivamente.

 

 

Remington 700 versión BDL. Lanzado como novedad junto con una versión más económica, denominada ADL, fue el primer rifle que disparó calibre 7 mm Remington Magnum. En muy poco tiempo se hizo famoso por su fiabilidad y precisión en cualquier calibre y, en particular, por su gran efectividad y alcance cuando se utilizaba en 7 mm Remington Magnum, por lo que contribuyó decisivamente a la popularidad que alcanzó el cartucho en todo el mundo.

 

Ningún cartucho de 7 mm estándar ha podido competir en popularidad y eficacia con el 7 mm Remington Magnum porque es más veloz, tan preciso como el que más y su retroceso no es desagradable. La foto compara dos 7 mm Remington Magnum, un 7 mm. 08 Remington, dos .280 Remington y un 7×64.

 

Una pareja sin par

 

La posible pérdida de ventas del .264 Winchester que iba a causar el 7 mm Remington Magnum la solucionaron rápido y muy bien porque en 1963 lanzaron al mercado el .300 Winchester Magnum, que poco después se convirtió en la munición comercial calibre .30 (.308”) para larga distancia más utilizada y hasta la fecha no ha dejado de serlo. De hecho, al igual que ha sucedido con el .30-06, el .300 siempre se ha utilizado más que el 7 mm Remington Magnum. O, dicho de otro modo, Winchester perdió ventas con el .264, pero las recuperó de sobra con su .300.

Sin embargo, el rifle Remington 700 le hizo mucho daño porque funcionaba perfectamente, se podía cargar muy rápido, era muy preciso y también más barato de fabricar que el célebre Winchester mod. 70, que desde 1936 estaba considerado como el mejor rifle de caza norteamericano cometió un error: para poder competir con el «nuevo» Remington 700, en 1964 Winchester sustituyó su cerrojo Mauser original con alimentación controlada (Pre 64) por una acción Post-64, menos costosa de fabricar, lo que no entendieron sus clientes que vieron en la modificación una rebaja de la calidad del arma.

 

Los verdaderos rivales que siempre tuvo el 7 mm Remington Magnum no disparan balas de 7 mm, sino de calibre 30: el .300 Winchester Magnum y, sobre todo, el 30-06 que aparecen en la foto comparados con un 7 mm Remington Magnum. Tampoco puedo imaginarme la cara de los responsables de Winchester cuando examinaron los nuevos cartuchos y, sobre todo, el rifle, pues, para colmo, se presentó en dos versiones: 700 ADL, más económico y con cargador fijo, y 700 BDL con cargador con tapa abatible.

Éxito sin precedentes

 

Todo lo contrario de lo que consideraron los que probaron el rifle Remington 700, por lo que, en muy poco tiempo, se hizo famoso por su fiabilidad y precisión en cualquier calibre y, en particular, también por su gran efectividad y alcance cuando se utilizaba en 7 mm Remington Magnum.
Efectivamente, al presentarlo Remington cargado originalmente con sólo dos pesos de proyectiles que disparaba a tan alta velocidad, resultó ser para los cazadores norteamericanos un cartucho muy fácil de utilizar: sólo debían tener la precaución de usar 150 grains en las piezas más ligeras y 175 grains en las más grandes. Y, además, todas las especies las podían cobrar en cualquier escenario de montaña o llanura a distancias impensables para otro cartucho comercial de 7 mm de la época.
Y no solo era válido para para cazar en EE. UU. La nueva munición no tardó en probarse con éxito en África y en países de otros continentes con el mismo éxito, lo que contribuyó a que el cartucho se distribuyera y valorara positivamente en el resto del mundo. De hecho, lo adoptaron prácticamente todos los fabricantes de municiones y de rifles para poder competir con ambos productos Remington, su distribuidor en España es Borchers, S.A.
Particularmente, en Europa en un primer momento lo introduce Remington, Federal y Winchester (pues, en vista de su creciente demanda, no tardó mucho en fabricarlo, pese a tratarse del cartucho Remington que más quebraderos de cabeza le había dado). Y, como consecuencia, para poder competir con los cartuchos (y rifles) norteamericanos, no tardó en fabricarse en Europa. En concreto, lo cargó primero Sako y Norma y después todas las demás fábricas del Viejo Continente que introdujeron nuevos tipos de balas que se sumaron a las originales y a las que se diseñaron posteriormente con nuevos pesos (140, 160 y 170 grains, etc.) en ambos continentes, cada vez más perfeccionadas y expansivas a grandes distancias. Razón por la que se puede afirmar que el calibre 7 mm Remington Magnum no sólo ha mantenido su popularidad en Europa y en EE. UU., sino que a lo largo de los 62 años que lleva fabricándose se ha ido convirtiendo en un cartucho más eficaz.

 

Actualmente, el 7 mm Remington Magnum sigue siendo muy popular en Europa y, además, es más eficaz porque los cazadores lo pueden usar con una amplísima variedad de proyectiles diseñados para todo tipo de piezas y distancias de tiro.

 

Munición no superada

 

Con el fin de mejorar la efectividad y la precisión en los recechos, utilizando un cartucho de 7 mm más contundente que los de la época, pero de bajo retroceso, Les Bowman y Jack O’Connor rescataron del olvido un viejo cartucho británico que Remington mejoró su velocidad para conseguir que, sin que se incrementara mucho el retroceso, se pudiera utilizar también para disparar con precisión a larga distancia, para lo que no era adecuado el .275 H&H Magnum.
Y desde entonces, ni siquiera Remington ha podido concebir otro cartucho de 7 mm más popular. De hecho, poco después de su lanzamiento, el 7 mm Remington Magnum se convirtió en el cartucho para rifle de caza que más éxito ha tenido de cuantos ha desarrollado Remington a lo largo de su historia, lo que es decir muchísimo porque veterana empresa norteamericana ha diseñado y adoptado numerosos cartuchos de caza, algunos muy curiosos y potentes.
No obstante, sí que lo ha intentado, al igual que lo ha hecho Winchester, aunque ambos sin suerte.
En concreto, Remington lo intentó por primera vez con el 7 mm Remington Ultra Magnum, que pertenece a una serie de municiones diseñadas para que se puedan utilizar a distancias extremas y que presentó también en otros calibres (.300, .338 y .375 Ultra Magnum) entre 1999 y 2002. El de 7 mm lo lanzó en 1999 con una vaina de 2,850” (72,4 mm, aprox.) y cargado con balas de 140 y 160 grains que dispara a 1.044 y 975 m/s, respectivamente. Pero, seguramente por específica, por la longitud de la vaina o por su mayor retroceso no ha tenido el éxito que esperaba, pese a que con la bala de 140 grains consigue una trayectoria mucho más rasante (similar a la de un .22-250 Rem.) que la del 7 mm y desarrolla una energía un 24 por ciento mayor.
En 2000 Winchester sorprendió a Remington y a todos los fabricantes de cartuchería con el lanzamiento del .300 WSM, primer cartucho de una serie de municiones magnum de vaina corta que un año más tarde amplió, entre otros calibres, con el 7 mm WSM con el doble propósito de impedir que Remington lanzara al mercado una munición similar y de competir con el 7 mm Remington Magnum. Pero no consiguió ninguno de sus objetivos porque, aunque el 7 mm WSM desarrolla una velocidad ligeramente superior a la que alcanza el 7 mm Rem. Mag. con la bala de 150 grains (3.145 pies/segundo), su corta vaina carece de la capacidad necesaria para que las cargas de pólvora puedan superar la velocidad de las balas más pesadas de 165 grains.
Además, Remington lanzó ese mismo año (2001) un cartucho similar al 7 mm WSM que tuvo menos éxito aún, aunque, sin duda, en un primer momento le sirvió para competir con el Winchester: el 7 mm Remington SA (Short Action) Ultra Magnum, que dispara balas de 150 grains a la misma velocidad que el 7 mm Rem. Magnum, pero que tampoco puede superarlo en velocidad con los proyectiles más pesados y, por tanto, en la caza de animales más grandes que un ciervo.

 

Winchester en 2001 intentó competir con el cartucho protagonista de estas notas con su 7 mm WSM. No lo consiguió.

Desde principios del siglo XXI, al menos que yo sepa, no se ha producido ningún otro lanzamiento de 7 mm que haya intentado restarle popularidad al 7 mm Remington Magnum y, de producirse, no es probable que tenga éxito. No lo es porque quien lo intente no sólo tendrá que mejorar su balística, lo que ya no sería nada fácil de conseguir, sino también lograr que sus balas puedan abatir con mayor eficacia todas las especies de piel fina del mundo, como viene haciendo el 7 mm Remington Magnum desde 1962. Y, esto último, no parece posible.

 

Ni siquiera Remington ha conseguido lanzar un cartucho de 7 mm que supere en uso a su primer magnum de 1962, aunque lo intentó en 1999 con el 7 mm Remington Ultra Magnum y en 2001 con el 7 mm Remington S.A. Ultra Mag que aparecen en la foto, a la izquierda de un 7 mm Remington Magnum.

 

Más información en:  www.borchers.es

 

Texto y fotos:  Juan Francisco París.